dolor
y a las discapacidades. El inválido ahora puede desplazarse,
el ciego puede ver, el cuerpo físico ya no estorba, y
se percibe con precisión a las personas cercanas, ya
sean parientes o parte del equipo médico que ha atendido
al que recién agonizaba. Desde el cuerpo etéreo
todo puede observarse desde una posición elevada, en
un estado de conciencia cercano a la incredulidad.
EL
AMOR
Las personas
que han tenido experiencias de muerte y que luego se han recuperado
coinciden en señalar que se pasa por una especie de
puerta o túnel para, al final, encontrarse con una
luz extraordinariamente fuerte, que sin embargo no ciega y
que nos sumerge en la comprensión del todo y en la
vivencia definitiva del amor.
Será
éste el momento de mayor dolor y reflexión:
Aquí nos daremos cuenta de cuántas oportunidades
para entregar y recibir afecto, amistad y solidaridad, desperdiciamos
en la vida. Comprenderemos que lo único que importa
es el amor, y que nuestros triunfos, nuestros títulos,
nuestro dinero, son (o fueron) hechos irrelevantes.
Nadie
nos amenazará, nadie nos castigará. Seremos
nosotros mismos los que tomaremos conciencia de que la vida
no se acaba con la muerte, y de que ella continuará,
allá o acá, para que podamos seguir evolucionando
hacia lo que no pudimos alcanzar en la vida recién
terminada.