Dicen
que los niños de hoy no son los mismos de antes,
lo que nos llevaría a cuestionar la validez de
los cuentos de hadas. Por mi parte, concuerdo más
con quienes sostienen que los cuentos tradicionales
responden a estructuras arquetípicas (arkhé-arcaico-arcano)
inconscientes, es decir, enclavadas en la psique humana
desde tiempos inmemoriales y hasta tiempos que están
lejos de haber terminado. Por lo demás, la cultura
toda se encarga de enraizar estas estructuras y de darles
una realización en ciertos comportamientos sociales.
Usted
se habrá fijado que en los cuentos para niños
hay fórmulas que se repiten. Es bastante habitual
que en algún momento inicial del cuento se diga
que el joven de pronto tuvo ganas de "salir a conocer
el mundo" o que "su padre lo envío a
cortar un árbol". Incluso una vez que el joven
ha abandonado la casa paterna se dan casos en que durante
el "recorrido" por el mundo llega a un reino
donde una princesa busca novio -aunque más bien
es su padre quien se lo busca- y el rey envía al
joven a un espacio lejano y encantado que éste
debe liberar. Es el momento en que sobreviene la "aventura".
Pero, como usted sabe, los cuentos nunca terminan aquí,
pues es necesario que se produzca un "regreso",
es decir que el joven debe volver al reino después
de haber liberado el espacio encantado para poder -ahora
sí- casarse con la princesa, o debe volver a casa
después de haber cortado el árbol, porque
así su padre reconocerá su valor, e incluso
si abandonó la casa voluntariamente, sólo
al regresar podrá hacer partícipes a los
otros de que efectivamente "conoció el mundo",
es decir, de que obtuvo un "aprendizaje".
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En
el caso de las niñas, o sea, de los personajes femeninos,
ocurre que normalmente éstas se enfrentan a un "hogar
peligroso", del que deben huir, o, por algún defecto
de los padres, resultan literalmente "expulsadas"
de la familia. A esto le llamamos "SALIDA forzada"
para diferenciarla de la "SALIDA voluntaria" del personaje
masculino. Digamos que cuando la muchacha sale de casa es porque
no le queda otra alternativa, pues debe salvar su vida, como
Blancanieves, o su integridad moral, como Piel de asno. Pero,
a partir de allí, se cumple el mismo patrón de
los cuentos. La muchacha SALE de casa, sola y desprotegida,
RECORRE el mundo (el bosque, el reino), busca sobrevivir y lograr
algo, se enfrenta a AVENTURAS, y en algún momento logra
corregir el defecto social que la hizo salir de casa, APRENDE
otra forma de vida (piense en Blancanieves en su nueva vida
en casa de los enanitos), es decir, está ya preparada
para que se produzca el REGRESO. Claro, usted me dirá
que ni Blancanieves ni Piel de asno vuelven a casa después
de la aventura. Pero el hogar de Blancanieves, sin padre que
la proteja de la malvada madrastra, no tiene ningún sentido,
ella no tiene hogar al que volver, sin embargo, ella se casa
con el príncipe y forma con él otra familia que
corrige el desequilibrio de la familia de origen.
Pese
a estas diferencias, sería un error pensar que a los
niños tenemos que contarles cuentos donde el héroe
sea niño y viceversa. Un niño se identifica igual
que una niña con Caperucita Roja, Blancanieves o la Cenicienta,
de la misma manera que una niña se identificará
con Pulgarcito, porque los contenidos obligatorios de este tipo
de cuentos son los mismos y pueden resumirse así: (DESEQUILIBRIO
INICIAL), debe producirse una SALIDA, lo que dará lugar
a un RECORRIDO o VIAJE, durante el cual el joven se enfrentará
a una AVENTURA, de la que obtendrá un APRENDIZAJE. Una
vez logrado éste, debe producirse un REGRESO (EQUILIBRIO
FINAL).
Y pensándolo
bien, ¿no es así como crecemos? La primera SALIDA
de casa para "conocer el mundo" es la entrada del
niño a la escuela, pero también el acompañar
al padre a las faenas del campo, o a la madre, cuando ella trabaja
fuera de casa. La AVENTURA de relacionarse con otros niños
y con otros adultos que no son de su familia, la de aprender
a leer y a escribir o cortar la maleza o vigilar los pájaros
que se comen las semillas son todos APRENDIZAJES que se producen
durante un VIAJE por el amplio mundo con el que empieza a tener
contacto. Si al REGRESO a casa el niño encuentra alguien
a quien contarle lo que vivió mientras estuvo afuera,
usted verá que lo cuenta como si hubiera vivido una gran
AVENTURA. Podría decirse, entonces, que los cuentos de
hadas son una gran metáfora del crecimiento de un niño
hacia la vida adulta, que es más o menos el VIAJE que
todos tenemos que hacer.
A mí
me parece que mientras el proceso de crecimiento sea así
-quizás podríamos imaginarlo de otra manera- los
niños de ahora serán los mismos de antes y seguirán
disfrutando los cuentos en los que reconocen su propia experiencia
que todavía no saben verbalizar.
*La
autora es profesora de literatura.
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