sí,
pero esas diferencias se dan en un concierto que las reúne
en un todo dinámico, de manera que todo influye en todo.
Confucio,
habiendo sido un humanista y filósofo nacido en el seno
de una refinada civilización, fue, sin embargo, heredero
de una tradición que nunca perdió las características
del pensamiento originario. El tratado de filosofía dialéctica
llamado I CHING está basado en el supuesto de que el
universo es un macrosistema donde no hay fenómenos aislados;
todo fenómeno pertenece a un sistema de fenómenos,
y todos los sistemas de fenómenos están relacionados
entre sí. De lo que se puede concluir que la civilización
china fue la única que, habiendo ascendido a la categoría
de alta cultura, no perdió su vinculación con
la sabiduría de sus épocas aborígenes.
La segunda
característica consiste en la convicción que
el indígena tiene de que todo está dotado de
vida, incluso las piedras, de lo cual deriva una empatía
del hombre con las cosas y una manera de incorporarlas al
ámbito de la propia existencia que integra la vida
humana en un todo con las criaturas y los elementos. Demás
está decir que la noción de vida universal es
un derivado del concepto de unidad del ser.
La noción
de sentido se funda en la conciencia de que tras la dinámica
del universo hay una voluntad todopoderosa que la anima y
la dirige hacia metas que la comunidad conoce por las enseñanzas
de los chamanes iluminados que ofician en ella de maestros.
Pero lo más importante en la noción de sentido
no es sólo la contemplación imparcial de las
mutaciones y ciclos naturales, sino el imperativo espiritual
y ético de llegar a ser un hombre cabal, conforme a
las enseñanzas espirituales de la tradición.
En consecuencia, el sentido, antes que nada, es algo que concierne
a la formación de los miembros de la etnia, quienes,
según su grado de evolución, tienen acceso a
los conocimientos secretos de la tribu.
La concepción
dialéctica del acontecer es algo que emana de la observación
del orden natural, donde se percibe la interacción
de fuerzas creativas y fuerzas receptivas, de fuerzas luminosas
y fuerzas oscuras, de fuerzas activas y fuerzas retroactivas.
La variedad del acontecer es infinita, pero esa infinitud
de instancias tiene una organización interna de carácter
dual. Tal es la polaridad en que se fundan las cosmovisiones
aborígenes y que los chinos han sistematizado en su
célebre "tratado de las mutaciones" o I CHING.
En este tratado confuciano esa dualidad es formulada en el
par de opuestos fundamentales llamados YIN y YANG.
El dios
bisexual de los mapuches, o la bisexualidad misma de los panteones
de dioses de tantos pueblos, corresponde a una versión
mitológica de los patrones de pensamiento dialéctico
propio de todas las culturas originarias, lo cual es posible
rastrear hasta en La Biblia, en cuyos primeros capítulos
se dice que Dios creó al hombre "varón
y hembra", a semejanza de los "elohim", es
decir, "potestades" con que el Dios del Génesis
creó todas las cosas.
En este
orden de ideas se entiende por qué el pensamiento ecológico
contemporáneo ha reeditado las cosmovisiones aborígenes,
y los ecologistas han dado su lucha codo a codo con los indígenas
de hoy por los derechos de las minorías étnicas.
*El
autor es abogado, musicólogo y especialista en filosofía
oriental y en indigenismo mapuche. Actualmente es académico
de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Seguirán
más artículos del autor sobre este tema.