orientación
sexual, un hombre puede ser o no ser misógino.
El misógino discrimina
a la mujer. Sucede, por ejemplo, cuando el jefe de una empresa
favorece con ascensos a los empleados de sexo masculino, mientras
las mujeres siempre son relegadas a un segundo plano. A veces
la discriminación no se hace en forma descarada, pero
son los hombres los que salen favorecidos. Sin embargo, hay
una forma de detectar a ese jefe o a ese compañero
que esconde su misoginia. Ellos tienen, por lo general, algunos
problemas en el trato con sus colegas del sexo opuesto, de
modo que dejan traslucir una cierta inseguridad frente a ellas.
Lo que sucede en el fondo es que son incapaces de tenerles
confianza.
En las
parejas o entre amigos esta desconfianza también se
deja ver. Al principio el hombre misógino puede parecer
incluso un poco tímido frente a ella, lo que se exterioriza
en inseguridad. No obstante, de la actitud un tanto dubitativa
de un principio pasará a una conducta arisca, muchas
veces con demostraciones de desprecio y, en el peor de los
casos, de violencia. En el fondo, el misógino no puede
conducirse de otro modo, pues su concepto es que ella está
ahí para servirlo en el hogar y para satisfacerlo sexualmente.
Según su pensamiento, sólo para eso existe la
mujer. Se trata de un problema que comienza con un concepto
cultural, de valor social, y que va adueñándose
de la psique del hombre hasta distorsionar su personalidad.
Los roles
sociales de los dos sexos se han diferenciado siempre, pero
hubo épocas de matriarcado en que la mujer reinó,
en paz y armonía, usando su sentido intuitivo. En nuestras
sociedades patriarcales, en cambio, se reina más bien
con los músculos, con la violencia física, terreno
en que el hombre tiene ventaja. Pero esto mismo marca un cierto
complejo del hombre frente a la mujer, y consiste en que él,
muy en el fondo de su alma, siente que el poderío de
ser intuitivo es mayor que el de ser musculoso, y, por eso,
se cuida de defender su estatus manteniendo a raya a la mujer.
La mujer
de un misógino debe saber que, por lo general, su hombre
puede pasar del temor al odio simplemente porque se siente
inseguro. Como tiene músculos, cree que la agresividad
es su mejor defensa. No hay que enfrentarlo como si también
se fuera un macho. Se lo debe abordar con palabras que lleven
un mensaje de confianza, aunque, por otro lado, jamás
se debe aceptar que el desprecio se transforme en violencia
física. Llegado a ese punto, el hombre sólo
puede volver a la normalidad con la ayuda de un profesional
que lo oriente en su recuperación.
Con frecuencia
los miedos del hombre se traducen en un comportamiento sexual
inseguro. Él, a solas, sabe que su virilidad funciona,
que puede tener erecciones, pero frente a ella pierde esa
capacidad. Entonces siente amenazada su masculinidad, tiende
a defenderse, aparecen los complejos, las culpas, y los conflictos
de la pareja comienzan a crecer. La mujer intuitiva, en este
caso, debe buscar la forma de que él exprese sus sentimientos
sin que eso le signifique una humillación, por ejemplo
ayudándolo a desarrollar su autoestima, lo que se puede
conseguir con el apoyo, el calor y la seguridad que ella,
con su intuición, sabe mostrar en los momentos adecuados.
Pero también
hay que saber reconocer cuando llega el final. Cuando un hombre
ya no puede aceptar que su mujer viva su vida, cuando controla
todo lo que hace y vaya a donde vaya, ella debe saber que
ha llegado el momento de decirle adiós. Si ella ha
hecho lo posible por salvar la situación y ya siente
que nada más le queda por intentar, hay que acabar
con la relación. Quizás él siga escuchándola,
pero sin tomar en cuenta sus palabras. Quizás él
aparente respeto frente a terceros, pero en privado la siga
humillando. Una mujer jamás puede olvidar que la convivencia
con un misógino puede empeorar en forma muy veloz,
y que en tal caso lo más probable es que termine como
una esclava, encerrada en casa, con la boca cerrada. Se puede
decir que detrás de la enorme mayoría de los
delitos de maltrato a la mujer por el hombre, incluyendo sobre
todo las violaciones, se esconde el desprecio misógino.