:: PREÁMBULO.
   La magia de la lógica o la lógica de la magia.

Por: Juan Pablo Yañez Barrios.

A una dama le creció una verruga en una mano. Un curandero analfabeto le recomendó usar “agüita engañada” para eliminar el grano, y le explicó cómo conseguirla. Siguiendo las instrucciones, la mujer fue al cerro y buscó un arroyo de transparentes aguas. Tomando un jarrito se acuclilló junto al cauce, lo acercó a la superficie del agua y, sin sumergirlo, siguió con un manso movimiento del brazo la dirección de la corriente. De pronto giró el jarro, lo sumergió en el líquido y lo retiró lleno de una agüita engañada, una agüita que esperaba ser recogida corriente abajo y que, súbitamente, lo fue corriente arriba. La mujer vertió una gota de esta agua sobre la verruga periódicamente. Después de una semana el grano había desaparecido.

¿Cree usted en la historia anterior? Si no cree y le sale una verruga rebelde, mejor que vaya al médico y se olvide del curandero. Pues bien, usted va al médico, éste le recomienda cortar el grano, usted dice que sí y él trabaja con un instrumento cortante y le da una crema con antibiótico para tratar la herida. Después de un tiempo la cicatriz sana y usted ya no tiene ni rastros de verruga.

Buda, o el dominio de la mente. Detalle de cabeza de Buda, sigloVIII-IX, Java, Museo Guimet, París.

El conocimiento empírico y el conocimiento científico. La intuición y el intelecto. La magia y la lógica formal. ¿Qué vale? La experiencia de la vida va mostrando que ambas cosas son valederas. Así como vale la lógica, la razón, el intelecto, también vale la intuición, el pálpito, la magia. Y en todo aquello parece haber un denominador común: la mente.
¿Qué es la mente?. El diccionario la define en forma unilateral: “Potencia o facultad intelectual del alma”. Digo unilateral porque la mente no sólo puede recibir ecos del alma –término, por lo demás, que también está insuficientemente definido-, sino asimismo ecos del ego, del yo actuante de cada día, con sus mezquindades y sus arrebatos. Sea como sea, algo parece quedar claro a través de la experiencia directa de la vida: si alguien cree en el curandero, tiene grandes posibilidades de ser curado por él, y si otro cree en el médico, lo más probable es que éste lo sane. Entonces, todo método vale en la medida de que la mente lo habilite, lo que en otras palabras equivale a decir que la mente pareciera crear la realidad, y que esta realidad responde válidamente, de una u otra manera, a aquella persona cuya mente esté dispuesta a captar la realidad de esa una o esa otra manera.

Nada, por lo tanto, parece ser imposible. Se trata, sólo, de abrir la mente. Lo que hoy es magia mañana puede ser técnica. La magia es técnica para aquellos que no se identifican con todos los aspectos de su mente, ya que ésta no es el “yo”. Si no cree, pregúntele a Buda. Por ejemplo, ciertas personas, ciertas mentes, hacen funcionar los oráculos en forma válida, mientras otras personas, otras mentes, se enredan en la no comprensión técnica y racional del funcionamiento de un oráculo, que no respeta la lógica del tiempo. Para ellos, eso es magia, y no creen nada aunque se caiga de maduro.

Decir que nada es imposible es decir que las posibilidades de la existencia son infinitas. La vida se hace realmente hermosa sólo cuando se comprende que los horizontes de la creación no tienen fronteras. Comprender esto es ampliarse, hacerse más inteligente. La mente estrecha, concentrada en sí misma, engaña y obsesiona, y la mente amplia, diluida en lo extenso, comprende y puede crearlo todo. De hecho, hay quienes conciben a Dios como una mente, la mente única, la inteligencia primordial, la energía atemporal e inmaterial desde la cual surgen todas las otras energías, aquellas que conforman la materia que creemos ser, el espacio en que esa materia se mueve y el tiempo que la hace envejecer.