Relato
hablado, rescatado por Cecilia Sandana González.
En
la cordillera hace frío, hasta los huesos
se escarchan, y aunque haya sol que quema, el viento es
helado y reseca la cara y las manos hasta que sale sangre.
De la fecha no me acuerdo, pero era entrando el otoño,
porque me tocaba ir a buscar unas yeguas que dejé
allá cerca del Portillo durante el verano.
Me
acuerdo que me desperté cuando era de noche todavía,
porque no había podido dormir bien. Me habían
dolido los huesos así como cuando va a llover,
sí, porque la gente que está pasada de frío
sabe cuando viene el tiempo malo porque los huesitos avisan.
Pero a los míos no les creí, como se veía
tan despejado parriba...
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Bueno, pero agarre el caballo, lo ensillé y le puse las
maletas al anca con un pedazo de carne, unos panes, una trola
de charqui, té, azúcar, el tacho, los fósforos
y unos cabitos de vela pa prender el fuego. No sé
que hora sería, pero me tomé una choca, me abrigué
y llevé la manta de castilla pa rebosarme. Partí
tranquilito por el camino pal Portillo, me aclaró
por ahí por los Piches, me fui cantando unas mexicanas
pa no aburrirme, porque ni perro tenía pa
conversar con él... En el camino me encontré con
varios cabreros y con otros viejos que venían bajando
las bestias, pero todos venían de a dos y me hueveaban
porque yo venía solo, pero a mí me gustaba andar
así. Ahí en el Chorro de la Vieja me bajé
del caballo pa buscar agua y pa que él descansara
también, así que saqué un pedazo de charqui
con pan y me lo comí. Al rato continué el camino
de nuevo y seguía cantando las mismas mexicanas. Me gustaban
esas, las bien sufridas, las que dan ganas de tomarse un tinto
de pura pena, pero ahí estaba yo con mi caballo nomás...
Ya
estaba oscureciendo y al rato ya no iba a ver nada, y como no
iba a alcanzar a llegar a la vega , me decidí a quedarme
en un caletón, donde se detienen los arrieros que pasan
pa la Argentina. Me bajé, desensillé el
caballo y lo dejé amarrado a un palito. Había
un poco de leña junta que algún viejo había
dejado. La apilé, le puse un pedacito de vela y la prendí.
El frío ya lo sentía en el cuerpo, así
es que fui a buscar agua y puse el tacho pa tomarme un
té. Busqué una piedra que fuera pareja y saqué
la carne pa cortarla mientras se hacían las brasas.
Le eché harta salcita y la puse a cocinar, y por mientras
se hacía preparé la cama. Vi justo un surco en
la tierra donde yo caía y pensé que sería
más caldeado. Saqué los cueros de la montura y
los puse debajo con un pedazo de frazada que tenía...
La carne estaba ya lista, así es que me senté
y me tomé el té calientito con un pedazo de carne
así como a mí me gustaba... No me demoré
mucho, y como estaba cansado me fui acostar. Me saqué
la manta y me la puse encima con unos cueros.
Ya
me había quedado dormido pero en eso debajo de mí
empecé a escuchar unos sonidos, así como que los
estuvieran raspando a los cueros. Me enderecé porque
pensé que eran ratones. Levanté los cueros pero
no había nada, así es que seguí durmiendo,
pero los ruidos hostigaban. Saqué las cosas de encima
pa correr los ratones, pero no había nada de nuevo...
Según yo, los ratones huevearon toda la noche, pero mejor
yo seguí durmiendo... Cuando estaba aclarando desperté
porque comenzaron a caer unas gotas, y me acordé de los
ruidos. Me levanté y saqué los cueros pa
ver si los bichos los habían mordido; pero mi gran sorpresa
fue que no había ni caca de ratón, y dije ¿qué
chucha pasa... no será un huevón que hay aquí?
Me dio miedo y empecé a excavar donde había dormido,
y no había errado. Como a un cacho mas abajo había
un finao, quedaban ya los puros huesos. Me alejé pa
ver que era cierto y le pedí que me disculpara, que yo
no sabía que estaba ahí, le recé unos padre
nuestro, lo tapé y le prendí una velita. Desde
esa vez, cuando pasaba por el caletón le prendía
una cerita y le suplicaba que me ayudara y me cuidara en el
viaje, porque de seguro el alma del finao vivía ahí
en la cordillera, donde probablemente se quedó, como
muchos que no consiguen llegar a su destino, porque las montañas
pueden ser muy lindas, pero son traicioneras también...

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