:: MEMORANZAS.
    San Gabriel, una Historia Olvidada.

Por: Cecilia Sandana Rodriguez.

Agradezco la disposicion de la señora Gabriela Farías y de don Doroteo Martínez por abrir sus recuerdos y compartirlos con nosotros.

San Gabriel, ubicado al interior del Cajón del Maipo, a 70 kilómetros de Santiago, se presenta circundado de telúricos, abruptos y empinados cerros, que mantienen en ellos diferenciada vegetación. En la parte bañada por el sol se ven matorrales espinosos, flora típica de la zona cordillerana central, y en la ladera de umbría están los cipreses de cordillera. En invierno la nieve lo cubre todo y se transforma en un atractivo turístico, mientras que en verano la atención se centra en los ríos Yeso y Volcán, afluentes del río Maipo, que con sus fríos torrentes, producto del deshielo, permiten refrescarse del calor cordillerano. Hoy esta comunidad alberga a numerosas familias que viven en el sector. Varios de ellos llevan muchos años aquí y recuerdan con nostalgia ese tiempo pasado, duro por las inclemencias del tiempo y la lejanía, pero también con la impagable tranquilidad de vivir en la más sensible serenidad, la que solo puede entregar la cordillera y su vida rural.

En tiempos inmemoriales la zona estuvo habitada por los indígenas Chiquillanes. Vestigios de ellos aún quedan en las faldas cordilleranas, como los que recuerda Don Doroteo Martínez: Habían campamentos de indios en esta cordillera. Dejaron unas piedras agujereadas donde hilaban la lana, parece, eran livianitas, como piedras volcánicas... Más a la Argentina había un campamento muy re grande, había un corral y piezas donde vivían, parece. Y por aquí cerca, en una quebrada, habían otras cosas, pero parece que lo ocuparon por poco tiempo... Vestigios arqueológicos como los mencionados se hallan en el sector, permitiendo identificar claramente a estos antepasados habitantes de nuestro Cajón del Maipo.

En 1813 se sucede la fundación del pueblo, seguramente con la intención de reunir a los hombres que vivían dispersos en la zona, que trabajaban en la extracción de minerales y en la ganadería, tal como lo hace su población hoy en día. El pueblo no debió ser más que un montón de caseríos por mucho tiempo, ya que los recuerdos de Don Doroteo y su esposa, Gabriela Farías, así lo evocan en la primera mitad el siglo XIX. El nombre del poblado se debe al Santo Gabriel, que aparece esculpido en el cerro “San Lorenzo” o “Morro de las Cabras”: La gente dice que ahí en las piedras, ahí arriba, cuando bajaba el sol, se veía el santito, se veía su figura y por eso se llama San Gabriel”, conmemora Don Doroteo.

Él y su señora son padres de catorce hijos, varios de ellos nacidos en la casa con la ayuda de parteras. Yo de varios me mejoré en la casa y de los otros en el hospital. Había una partera que se llamaba Rosa Gálvez, y otra era la señora Carmen Evaristos. Mi mamá también me ayudaba. Eran señoras que sabían. Después de tener la guagua a una la cuidaban más que en el hospital, nos daban sopita de gallina y agüita de malva; no nos dejaban ni bañarnos. Esto es lo que comenta la señora Gabriela, quien nació también en San Gabriel y cuyos padres también eran de la zona. Recuerdan con nostalgia la vida pasada, las calles de tierra, la góndola que los traía a San José y el trencito que recorrió por años hasta el Volcán, único medio de transporte por ese entonces. En el año 24 la gente iba a San José a caballo y en mula a comprar la mercadería. El camino pasaba por arriba del túnel Tinoco. Mi papá me contaba que las carretas, cuando pasaban, tenían que subirlas tiradas por yuntas de bueyes. Pero eso yo no lo viví, mi padre me contaba, dice Don Doroteo. Señalan que la luz eléctrica sólo vino a llegar por el año cuarenta, porque antes era a la luz de los chonchones que se alumbraban la noche. El agua no era potable, indica la señora Gabriela: El agua era de “sequia” no más; había agua potable pero aquí no. El sector de San Gabriel por esos años estaba mas bien despoblado: Por aquí no había re ni una casa. Estaba la casa de la señora Laura y otras casitas más, como la de los Baeza; estaba el retén de carabineros y unas rucas que ya se caían, aquí había puro monte, no había ni un potrero, nosotros labramos toda esta parte con mi padre, se acuerda Don Doroteo.

Este sector es un reducto de minerales que nos entrega la cordillera de los Andes, y entre sus cerros se ubican pasadizos hacia Argentina, usados por los hombres desde antes de la llegada de los españoles, y posteriormente empleados por los arrieros que circulan hasta hoy por senderos conocidos sólo por ellos, en la soledad cordillerana.

Este año San Gabriel cumplió 191 años desde su fundación, y esto fue celebrado por su comunidad. Se trata de gente esforzada, que vive en estos parajes manteniendo la sencillez y el calor de una vida enmarcada por las montañas y su entorno rural, inmóvil en el tiempo.

DdO