:: PREÁMBULO.
    Navidad y Equilibrio.

Vísperas de Navidad. Otra vez la gente se prepara para celebrar. ¿Celebrar qué? ¿Quizás el nacimiento, en Belén, a principios de esta era, de alguien que vino a predicar las tan manoseadas palabras paz y amor? ¿O quizás, haciendo regalos muy costosos, celebrar el éxito económico del año que se acaba? ¿O tal vez algo mucho más sencillo: celebrar sólo la oportunidad que da el calendario de celebrar algo, olvidando los “rollos” de la vida cotidiana? Francamente, esta última posibilidad es la más probable. Somos olvidadizos. Independientemente de si se es creyente, laico o ateo, e independientemente de cualquier iglesia, la estrella de esta fiesta -Jesús- está relegada a un rinconcito de la mente, o, en el mejor de los casos, a una esquina del corazón. El regalo caro, el “carrete” que arde, interesan más que el motivo, que es un símbolo de sencillez. Los valores solidarios que representa Jesús se olvidan cuando se hacen regalos tan costosos y fiestas tan “regadas” que pierden el carácter simbólico que podrían tener.

Los regalos de Navidad representan cierto trato entre las personas, y el concepto de lo que es un buen regalo varía. Hay quienes hacen grandes gastos para demostrar su sentir a través de lo material, y hay otros a los que, probablemente sin dinero, no les queda otra que expresar su afecto con humildad. Tal vez el mejor regalo es el que está hecho con las propias manos y el propio esfuerzo, y que nada o poco tiene que ver con lo adquirido en las competencias del consumo, que siempre invita a gastar, a derrochar a través de ofertas que terminan con el ingenuo en las arenas movedizas del encalillarse.

La fuerza para superar cualquier problema está en la voluntad. Además de voluntad, se necesita claridad y definición de objetivos, y en ese sentido son numerosas las metas que uno puede proponerse enmarcándose dentro del ánimo de unas fiestas navideñas en su espíritu original y como guía para una vida psíquica saludable. Cada cual debe pensar sobre el significado de Navidad. Aquí estamos proponiendo participar en esta celebración con la intención de ser equilibrado y modesto, lo cual no es fácil cuando se vive en una sociedad competitiva como la nuestra. Para ser equilibrado se debe empezar por estar conforme con uno mismo, que es la única forma de comenzar a estar bien con los demás. Estar bien con los demás -familiares, amistades, vecinos, colegas, jefes y subordinados- sólo es posible si la autoestima es alta. La salud mental depende de nuestro grado de autoestima.

Sería bueno hacer un poquito más amable nuestro mundo, y en eso cada cual tiene la posibilidad de pensar por sí mismo, de reflexionar e imponer su voluntad con el fin de balancearse psicológicamente. Una sociedad cuyo principal valor es el consumo, no importando la destrucción del medio ambiente ni el desequilibrio psíquico de su gente, es una sociedad que va preparando su propio derrumbe. Toda persona que se considere tal debe buscar los medios que le permitan equilibrarse: es el mejor regalo de Navidad que uno puede hacerse a sí mismo, y, además, dentro del espíritu original de esta celebración. Se podría decir que es la mejor oferta que a uno se le puede ofrecer, aunque, por cierto, no la más tentadora.

J.P.Y.B.