Hola
amigos lectores del Dedal de Oro:
Soy la Yema. Nací un 26 de mayo de 1956. Tengo
a la fecha 49 años y me gusta mucho cantar. Siempre
fui, desde chiquitita, florerito. Fiesta que había,
la Yema cantaba. Les contaré que mi verdadero nombre
es Luisa del Carmen Flores Cuevas, pero mi madrina, cuando
me bautizaron por la iglesia, me puso Gema, aunque nadie
me dice así. Nací en Santiago, pero me trajeron
inmediatamente a este pueblo llamado Cajón del
Maipo, bello y hermoso.
Aquí
tuve una enseñanza buena. Cómo no recordar
a la Señorita Julieta Becerra Álvarez, a mis
primeras profesoras, la señora Ana Delgado, Nancy
Susarte, el profesor Mejías, el pelao Camus, la chica
Nora, la tía Judith, el profe Curilén (ahí
fue la única vez que el pueblo tuvo un coro polifónico)
y tantos otros que se me escapan de mi memoria. |
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Recordar
el pueblo como era antes, con sus calles de tierra (no soy tan
vieja). Recordar a esos personajes típicos de pueblo:
el Tachuela, que era un viejito que siempre pedía comida
en el sanatorio. Era chiquito, bien patuleco. El Negro Ventura
era un hombre de más menos 1,60 metros de altura, moreno,
que siempre andaba con un perro San Bernardo de color blanco
con manchas café claras, y que dormía donde hoy
está la población Algarrobo con otra cantidad
de perros. El maestro Chávez, un señor que era
bajito y era gasfitero y vivía frente al Campito en una
casa que tenía una especie de subterráneo. Al
Pin, cómo no recordarlo. Aunque corto de lengua, era
súper servicial, pero rebueno p'al copete. Ya cuando
estaba cocido se ponía a pelear con su sombra, y siempre
daba de puñetes a las murallas golpeando su sombra. La
Anita Pollo... y cómo no acordarse de Don Esteban y la
señora Carmelita. Siempre andaban con un burrito y siempre
sus paradas eran en la botillería de don Félix.
¿Recuerdan
ustedes qué hermosa era la plaza?. Juajuito con sus tacatacas
le daba vida. Había una pileta con forma de 8, al medio
tenía un puente y en los dos círculos una piedra
grande con colas de zorro, y muchos peces... Claro que antes
la gente cuidaba mucho las cosas.
Cuando yo
era lola me gustaba ir a bailar al "Colo-Colo, famoso restaurante
al cual llegaba todo el mundo, atendido por su dueño,
el Trompito, un hombre que llegó desde Francia, se enamoró
de este pueblo y se quedó hasta después de su
muerte. O si no bailaba en el Playa. Mi mamá siempre
me iba a sacar de ahí. Yo igual me escapaba, lo pasaba
chancho. O me iba a bailar al Káiser. O me arrancaba
en el tren o en automotor para los Queltehues a pololear con
unos minos que tenía.
¿Recuerdan
ustedes el sanatorio que había en el pueblo, y que ahora
es la Preventiva? Era un sanatorio para enfermos particulares.
O el sanatorio Militar, en Guayacán, que después
pasó a ser escuela militar de mujeres. Hoy no se puede
vivir de recuerdos. Luego nacieron mis hijos: Paola, Humberto
y Nelson. Hubo que batallar. Yo quiero mucho a mi pueblo, y
a pesar de todo aún sigue siendo hermoso. Cuando los
turistas se suben al bus ya empiezan a respirar aire puro. Comienza
el camino al llegar a la población Primavera, en Puente
Alto, y se comienzan a ver los cerros. A medida que se avanza
estos se acentúan mucho más. Por la orilla del
camino y a un costado de los cerros corre impetuoso el río
Maipo, el segundo río mas caudaloso de Chile. Cuando
alguien cae a éste cuesta mucho que lo entregue. También
tenemos canchas de ski, embalse para pescar, cerros para subir,
fauna para admirar...
Tenemos
grandes leyendas. Por ejemplo, La Pata del Diablo, La Calchona,
La Isidora, Los Jesuitas, La Laguna Negra, La Cueva de la Chancha...
Bueno, qué más les puedo contar de mi pueblo...
Que sigue siendo hermoso, que no me iría de aquí,
y también que ya no hay trabajo y que creo que en un
tiempo más será otro pueblo fantasma. Pero una
se las arregla. Actualmente, los sábados y domingos me
pongo en la plaza, en la cual vendo sopaipillas, empanadas y
una que otra cosa que yo hago. También le canto a los
turistas, y en la semana salgo esporádicamente a cantar
a los micros. A veces va bien, a veces va mal, pero, en fin,
sólo queda luchar y seguir viviendo.
Antes de
terminar mi párrafo, quiero rendirle un homenaje al loco
Carlos, ya que si no fuera por él la plaza estaría
peor de lo que está, y también al Simón,
que aunque tiene su defecto no es una persona floja y se gana
el pan mejor que los que estamos sanos. Además tiene
un don: siempre sabe cuando una persona muere. ¿Cómo
sabe? Sólo Dios es testigo.
Gracias
por leer mi historia llena de recuerdos de tiempos mejores,
aunque la vida sigue siendo bella. Sólo hay que saber
vivirla y disfrutarla, ya que solamente estamos de paso por
este mundo. Se despide de ustedes.
Yema.
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