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   Homosexuales, somos lo que somos y a mucha honra.

Del archivo Libroteca DdO.

La homosexualidad es tan antigua como el ser humano y, por tanto, una constante en la historia de la humanidad. El vocablo deriva del griego homoios, que define lo que es igual o semejante, de modo que etimológicamente se refiere a quien tiene afinidad sexual con personas de su mismo sexo, hombre o mujer. Durante toda la historia la homosexualidad ha sido aceptada y perseguida, reconocida y rechazada, ya sea en el aspecto moral, psicológico, legal o científico. Como sea, se trata de una forma diferente de actuar, sentir y pensar, y una forma tan respetable como la condición de heterosexual.

En sociedades como la chilena, los homosexuales siempre han debido soslayar prejuicios y burlas generalizadas, sin considerar la libertad que cada uno posee de elegir en la vida. Un prejuicio, por ejemplo, dice que la homosexualidad es una perversión, ya que Dios habría hecho al hombre y a la mujer para que se reproduzcan, y que dos personas del mismo sexo no pueden hacerlo. Este prejuicio olvida que la atracción erótica pertenece al ámbito del amor, y que por eso el sexo cumple asimismo con el rol de unir a quienes se atraen y aman.

Científicamente se fundamenta cada vez mejor que la

Los gays parecen ser hábiles en percibir los significados emocionales. En la foto, el gran escritor Oscar Wilde.

homosexualidad no es una perversión, sino una determinación genética. La publicación chilena La Nación Domingo acaba de publicar un texto del columnista gay José Miguel Villouta, en la que informa que el Instituto Kinsey, el Instituto Karolinska en Estocolmo y el Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, han realizado estudios que significan un paso importante para probar esto último. El columnista escribe: Nuestro hipotálamo –la región del cerebro relacionada con el sexo- responde de distinta manera al olor de la testosterona emanada del sudor que un tipo heterosexual. En Chile, estos hallazgos, obviamente, son silenciados, sobre todo en un momento en que hemos decidido pelear para tener los mismos derechos que todos, entre ellos el derecho a casarse y a tener hijos. José Miguel Villouta, fundamentándose en otros estudios científicos, agrega: Murphy postula, entonces, que los gays seríamos más hábiles en percibir los significados emocionales. Me hace sentido, por ello, que los principales semióticos y filósofos sean gays. (...) Los primeros líderes espirituales eran gays: los indios americanos consideraban a los homosexuales como chamanes, sanadores espirituales de las tribus. Y termina diciendo: Así es que con una cultura que ha permitido que en países desarrollados –donde el catolicismo no domina la academia y los medios- aparezcan científicos que estudien por qué somos como somos, esto de ser homosexual, que durante tanto tiempo ha sido calificado como un defecto, pronto comenzará a ser visto como un verdadero regalo.


Como lo vengo yo sintiendo desde hace ya bastante rato.
Lo anterior, y también el hecho de que existan animales con clara orientación homosexual, permite comprender -a quien tenga su mente abierta- que la condición homosexual no es una perversión producida por la vida, sino una condición biológica de nacimiento, y que, por tanto, el destino del homosexual es vivir como tal por obra y gracia de la naturaleza. Al respecto, es de hacer notar –y esto vale para toda circunstancia atípica de la vida, no sólo para la homosexualidad- que hay puntos de vista filosóficos que consideran que el ser humano viene a este mundo por voluntad propia y con un plan de vida ya determinado, con la finalidad de evolucionar. Vista desde esta perspectiva, la homosexualidad podría ser un desafío que la persona se impone con el fin de aprender a autosuperarse a través de las dificultades que ese hecho le significa en su vida social.

Es importante señalar que entre niños y entre adolescentes se producen a veces contactos del mismo sexo sin que eso implique una condición homosexual. La masturbación mutua e incluso una atracción física entre jóvenes del mismo sexo que pueda llevarlos a un cierto contacto corporal, responde a una cierta indefinición, normal a esas edades, en la identidad sexual. Una persona no define en forma definitiva su sexo hasta que no alcanza una cierta madurez síquica. Se puede decir, incluso, que esa indefinición es necesaria para que la persona se vaya formando con verdadera integridad.

Es de hacer notar que si bien en la sociedad occidental la homosexualidad masculina produce rechazo, el lesbianismo es una verdadera vergüenza y tabú, lo que en la práctica significa que las lesbianas deban vivir en una clandestinidad cruel, de la cual muchos hombres gays son capaces de liberarse a pesar del rechazo social. Felizmente, poco a poco, sobre todo en los últimos tiempos, esto va cambiando en sociedades rígidas como la nuestra.