:: MUJER.
   Tacones Lejanos.

   De repente me da miedo regresar a Chile.

Por: Nimodu.

Impresiones de una chilena residente en Alemania desde hace 32 años.
Cuando se fue estaba viviendo en el Cajón del Maipo, y hoy, conocedora
de esta revista y de su página web, quiere hablarnos de sus experiencias y valores.

Vengo llegando de un cumpleaños de una amiga a quien aprecio cada vez más. Su departamento estaba repleto y todo el mundo trajo comestibles y bebidas, pues mi amiga tiene muy pocos recursos. Había pie de limón, strudel de manzana y diferentes tortas, salmón ahumado, quesos, melón con jamón, toda clase de ensaladas y cosas para picar. Estaba todo riquísimo y conocí gente muy simpática. Nos reímos a gritos y lo pasamos estupendo. Mi amiga estaba a punto de que la echaran de Alemania, donde estudió diseño gráfico, porque sólo puede trabajar en su profesión y no, por ejemplo,
de vendedora en una tienda, para eso no le dan permiso. El consejero que le tocó en la oficina del trabajo era muy paleteado (cosa bien excepcional) y le dijo que por qué no se casaba con un alemán, que así solucionaría todos sus problemas. Pero mi amiga, romántica como es, no lo aceptó. Entonces él le propuso que estudiara. Mi amiga tiene como 45 años y se puso a estudiar en la escuela de arte especializado (Kunstfachhochschule). Tomó un tema sobre la gente que vive fuera de su país, lo que interesó mucho a los docentes. Ella ya editó un libro sobre la simbología del poncho mapuche. Ella no tiene un peso y como estudiante puede trabajar en lo que quiera o pueda. Así, ella se las arregla haciendo aseo, cuidando niños y viejitos, y trabajando en la guardarropía de un gran hotel. Vive en Ependorf, barrio elegante, en un departamento encantador pero de módico de precio.

Eso se puede hacer en Alemania, y nadie te mira en menos y nadie tiene complejos de inferioridad. Es algo muy bueno que los latinos podrían aprender de Europa. Otra amiga trabaja en el consulado de su país y hace aseo en una tanguería, donde también baila tango. Mis amigas trabajan duramente y bailan tango , salsa y hacen deporte. Casi todas son solteras o divorciadas, algunas tienen hijos. Todas tienen energía para regalar y son encantadoras. De repente hay algún evento y nos juntamos y vamos conociendo más latinas o alemanas con sus parejas y el círculo se hace cada vez más grande. Desde que estoy cesante he conocido cualquier cantidad de gente interesantísima. Cuando trabajaba de diseñadora gráfica mi vida pasaba en la oficina y regresaba a casa a medianoche, agotada, y el fin de semana me encerraba a descansar. Estar cesante no es muy bueno, pero a mí me ha hecho bien. Estoy pintando de nuevo, cosa que no hacía desde hace años, y pienso que si junto muchas pinturas podría hacer una exposición.

De repente me da miedo regresar a Chile definitivamente, miedo de no acostumbrarme. Es cierto que allá tengo a toda mi familia y la quiero mucho, pero voy a extrañar a este país, donde me siento libre y donde puedo andar en la calle a cualquier hora de la noche sin más riesgo que el que tendría a mediodía, donde nadie te va a ver como una mujer fácil o te van a descalificar porque vas sola a bailar a una salsoteca, donde la homosexualidad no es tabú ni motivo de chistes en la televisión, cosa que en Chile me choca mucho. Y esta es una sociedad multicultural, con gente de todo el mundo, y, aunque hay problemas de racismo como en todas partes, me siento segura. Espero volver a Chile sin tener que prescindir de mis libertades, sin sentirme extraña y sin tener que partir de cero, como lo hice al venir a Europa.