raíces
logran llegar a ser la simiente de tal esplendor de colores,
maravillar a muchos, dar utilidad a otros. Inconscientemente
vivimos influenciados concientemente por los colores, en
una permanente división de lo que es real e irreal,
del día de la noche. Entonces, creo que nuestras
emociones vendrían a ser las raíces de los
árboles, por estar éstas ocultas y distantes,
pertenecientes al espacio interior. Un lugar lleno de misterios,
al igual que el universo.
Nuestros
pasos por esta biosfera adquieren distintos sentidos o
rutas según nuestra voluntad, pero la dirección,
nuestro norte, parece estar dado por una energía
suprema que condiciona indirectamente los hechos de nuestras
vidas. Lo cual me recuerda la siguiente frase: La libertad
es uno de lo más preciados dones que a los hombres
dieron los cielos, según El Quijote. Porque la
vida es libertad, la libertad es un llamado a la vida.
Y como un llamado a la vida es este collage de árboles
que no pretende ser, pero es. La simpleza de su manifiesto
es un viaje a mi reminiscencia, a un espacio y tiempo
en que logro reencontrar valores y esperanzas pérdidas
que no quiero dejar, pero debo dejar. Desde algún
recodo interior escucho una voz que dice no abandones...
sí, debes seguir y recordar, recordar. Y como el
árbol, que a pesar de la tempestad se resiste abandonar
su lugar, me encuentro aquí para permanecer hoy
y siempre.
Cada
dibujo tiene un nombre y cada nombre un alma que se comunica.
Tal comunicación utiliza un lenguaje que para muchos
es imperceptible. Tal vez se deba a nuestra carencia y
censura emocional. Entretanto, estamos limitados a escuchar
el sonido de las raíces al caminar desde la paciente
morada, el grito de un brote que está naciendo,
la música del amanecer y del ocaso. ¿Cuántos
sonidos por escuchar? Feliz el que puede escuchar, inocente
el que quiere escuchar.
Dejando
atrás el collage continúo mi viaje con aire
fresco y pasos firmes, y, sin embrollos, me desplazo por
el vagón del tren para luego sentarme y descansar
un poco. De esta forma cierro el círculo y avanzo
al encuentro de nuevas experiencias. Hacer una pausa revitaliza
el alma y equilibra las energías. En este sentido,
la tierra requiere de continuas pausas para equilibrar
sus funciones. Los desastres naturales son, de cierta
forma, esa pausa. Que la naturaleza se encargue de liberar
energía es sencillamente incomprensible a nuestro
parecer, además de aterrador.
Para
mi Hermana, lazos de amistad.
