:: PERCEPCIONES.
   Lo que tiene el valle en que vivo.

Por: Tobal.

Día domingo como cualquier domingo del año. Ver cómo mi pueblo se llena de vehículos y los cerros parecen huella de hormigas a hidrocarburos. Observar el detalle de tal impacto, de ese escape del ser humano por soledad en la busca de paz armónica con la naturaleza. En fin, vivir desdoblado toda una vida en la forma que actúas, por cumplir al mundo, y nada de lo que haces es real, nada parece tener y encontrar el gusto por la vida misma.

Me invitan a salir al río, ese que no se calla nunca, menos de noche, pero la gracia de esta invitación es que va una niña que sólo había visto un par de veces en mis cortos 18 años. Todo comienza con ir a buscarla con su vecina, que era mi amiga, nada mal para conocer a alguien más en este pueblo.

Ya en camino. Los tres como niños que descubren el patio de la casa y se encuentran con cosas que nunca piensas que están ahí. Llegar al lugar con el atardecer que recién
comienza, un poco aburrido de vivir la vida como obligación. Sentir que el río me trata de comunicar algo por el aroma que se siente y que llega a mi mente sin pasar por mi olfato, que el viento me habla de algo y yo no le entiendo porque no le presto atención. Llegamos al lugar determinado que es un secreto de los tres, nunca imaginé que existía entremedio de este valle, con un sauce que sólo aparece para contarte algo. Sentir que el viento es cómplice del atardecer. Empiezas a despertar porque esto no parece mentira y se aprecia que cada vez se torna más real.

Sentados los tres y yo con un cigarrillo en mi mano cerca del río. Nada parece cambiar la forma de ver el mundo o el infierno en que vivimos. Empezar a observar de nuevo de dónde estoy naciendo, como el Maipo con sus hijos, y ver a esa niña que no es mi amiga sino una desconocida, y ver su mirada tan llena de sinceridad y humildad que tiene en su alma. En su interior me trata de decir que me quiere preguntar de mi persona, yo tan cerrado como siempre. El sauce se movió como tratando de decir que es hora. Yo no sabía qué era lo que quería el sauce, si era porque el sol se estaba poniendo o porque le tapaba el cerro o porque quería vivir más. De pronto mi amiga me dice que va a dar una vuelta porque no aguanta más.

Volver a mirar sus ojos. Me dieron ganas de conocerla y envalentonarme y decirle vamos al sauce que me llama la atención, pero ella tomó la idea de mi mente y la pronunció con sus labios tiernos con una voz dulce. Yo acepté y llegando al lindo y viejo sauce algo triste por su amor que era el sol, al mirar sus manos mis manos se movieron hacia las suyas. Las sentí tan suaves, me dijo que las tenía heladas como si tocara mi corazón de piedra. Mirar de nuevo sus ojos, que me llamaron la atención porque eran cristalinos y trasparentes como el atardecer hermoso. Ella se empieza a acercar despacio como para apegarse a mi cuerpo, pero no, era su cara que se acercaba a mis labios. Sentir que mis piernas son más pequeñas y que el mundo pareciera que es muy grande, porque me estoy encogiendo. Ella me mira y empieza a cerrar sus ojos, y los míos llenos de miedo por sentir y conocer a esa persona también cedieron. Algo pasó, el tiempo se detuvo como una foto en blanco y negro, de esas antiguas, mi corazón me movía por completo en cada latido, el río al fin se calló como para observar algo muy distinto en su vida, el viento dejo de soplar y todo quedó quieto como la foto antigua de mis abuelos, mi cuerpo se tornó lleno de dulzura y el sauce me abrazaba como un hermano grande lleno de orgullo. Nuestras miradas se cruzaron y nuestras narices se acariciaron, el aroma tan especial de ese lugar inundó mi alma y en mi memoria quedó para siempre. La abracé porque el viento lo dijo en forma de frío. El río volvió a su trabajo de siempre y el sol se fue con un recuerdo para su esposa. Las piedras se reían por lo que vieron, como viejas copuchentas de este pueblo.

Volver a observar donde estoy, y encuentro a mi amiga a lo lejos. Me mira como diciendo volvamos a nuestras vidas porque el Maipo y el valle se quieren acostar. Todo esto sentir por un beso es como sentir la vida o como nacer y vivirla con más ganas, y el viento del valle me lo había dicho antes de que pasara y entendí que se llamaba Raco.