:: PREÁMBULO.
   Florecimiento.

Por: Juan Pablo Yañez Barrios.

En Noviembre de 2002 apareció Dedal de Oro Nº 1, con un tiraje de 3.000 ejemplares y 16 páginas. Ahora, en Abril de 2006, aparece el Nº 30, con 16.000 ejemplares y 32 páginas. Este último salto ha sido posible gracias al reconocimiento de MetroCultura, que distribuirá la revista en todos sus BiblioMetros, ocho en total, pero que serán diez en el correr del año, incluyendo Puente Alto. Agradecemos esta acción de MetroCultura. Creemos que se obtiene apoyo cuando se cumple con ciertos valores, y si hay uno que Dedal de Oro no ha descuidado, es la diversidad, palabra que habla de tolerancia, de pluralidad, de consideración, conformando uno
de los pilares fundamentales en que se ha levantado la revista. Otro pilar fundamental está conformado por los auspicios, que se materializan en forma de publicidad. Dedal de Oro también agradece sinceramente a quienes han publicitado en sus páginas y cumplido sus compromisos de pago.

Aprovechamos esta oportunidad para hablar una vez más de la flor Dedal de Oro, y del porqué esta revista lleva su nombre.

Hay Dedales de Oro amarillos, otros naranjas, y de vez en cuando se puede encontrar algunos blancos. En verano, cuando el sol pega fuerte, lo común es ver por los caminos, por los cerros, por los campos del Cajón del Maipo y otros lugares de Chile, alfombras vegetales de esta flor de oro. Complace verlas, y sorprende constatar que el sol hirviente no mata a esa pequeña y aparentemente frágil florcita. Por el contrario, ella parece revivir en la luz quemante cuando se abre a los rayos del sol.

La flor Dedal de Oro llegó a Chile desde California, hace muchos años. Allá se la llama La amapola de California, y, según cuentan, es una flor cultivada para la decoración. A Chile, dicen los que recuerdan, se la trajo con la intención de plantarla a lo largo de las líneas férreas, pues su raíz es tan profunda y vital que da firmeza al terreno en que crece. Y, en efecto, se la puede ver agitarse al paso veloz de la poderosa locomotora y los enormes carros del tren, para después aquietarse a los rayos del sol y la brisa. Es que la flor Dedal de Oro nunca muere. En invierno se esconde profundo en la tierra para revivir con el calor de primavera y verano. Aquí en Chile, la flor de oro arraigó y dejó de ser una florcita de decoración. Se hizo poderosa como el tren que quiere pisarla. Se hizo silvestre.

Se puede decir, entonces, que en nuestro territorio esta flor evolucionó en sí misma para hacerse resistente, creando su propia fortaleza, extendiéndose por los campos. Quizás sea esa la mejor prueba para demostrar sus propiedades intrínsecas. En efecto, la terapia floral dice que su esencia apoya con fuerza a quien la ingiere con el propósito de crecer, de comprender, de evolucionar, logrando que la persona se vuelva hacia sí misma y aprenda a escuchar su propio saber interior, de donde surge la construcción de una personalidad justa y vital, base para que el individuo despliegue todas sus capacidades creativas internas.

Dedal de Oro, la flor, simboliza así las pretensiones de Dedal de Oro, la revista: arraigo en la tierra y evolución del espíritu.