de
los pilares fundamentales en que se ha levantado la revista.
Otro pilar fundamental está conformado por los auspicios,
que se materializan en forma de publicidad. Dedal de Oro también
agradece sinceramente a quienes han publicitado en sus páginas
y cumplido sus compromisos de pago.
Aprovechamos
esta oportunidad para hablar una vez más de la flor
Dedal de Oro, y del porqué esta revista lleva su nombre.
Hay Dedales
de Oro amarillos, otros naranjas, y de vez en cuando se puede
encontrar algunos blancos. En verano, cuando el sol pega fuerte,
lo común es ver por los caminos, por los cerros, por
los campos del Cajón del Maipo y otros lugares de Chile,
alfombras vegetales de esta flor de oro. Complace verlas,
y sorprende constatar que el sol hirviente no mata a esa pequeña
y aparentemente frágil florcita. Por el contrario,
ella parece revivir en la luz quemante cuando se abre a los
rayos del sol.
La flor
Dedal de Oro llegó a Chile desde California, hace muchos
años. Allá se la llama La amapola de California,
y, según cuentan, es una flor cultivada para la decoración.
A Chile, dicen los que recuerdan, se la trajo con la intención
de plantarla a lo largo de las líneas férreas,
pues su raíz es tan profunda y vital que da firmeza
al terreno en que crece. Y, en efecto, se la puede ver agitarse
al paso veloz de la poderosa locomotora y los enormes carros
del tren, para después aquietarse a los rayos del sol
y la brisa. Es que la flor Dedal de Oro nunca muere. En invierno
se esconde profundo en la tierra para revivir con el calor
de primavera y verano. Aquí en Chile, la flor de oro
arraigó y dejó de ser una florcita de decoración.
Se hizo poderosa como el tren que quiere pisarla. Se hizo
silvestre.
Se puede
decir, entonces, que en nuestro territorio esta flor evolucionó
en sí misma para hacerse resistente, creando su propia
fortaleza, extendiéndose por los campos. Quizás
sea esa la mejor prueba para demostrar sus propiedades intrínsecas.
En efecto, la terapia floral dice que su esencia apoya con
fuerza a quien la ingiere con el propósito de crecer,
de comprender, de evolucionar, logrando que la persona se
vuelva hacia sí misma y aprenda a escuchar su propio
saber interior, de donde surge la construcción de una
personalidad justa y vital, base para que el individuo despliegue
todas sus capacidades creativas internas.
Dedal
de Oro, la flor, simboliza así las pretensiones de
Dedal de Oro, la revista: arraigo en la tierra y evolución
del espíritu.