:: TRENES
    Estación de Metro La Moneda, todo puede ser.

Por: Sylvia Díaz Araya.

Reflexiones en torno a los murales del pintor realista Guillermo Muñoz Vera que alberga el interior de la Estación La Moneda del Metro y que le dan una dimensión diferente a cualquier otra estación de metro a nivel mundial. Se trata de 180 metros cuadrados repartidos en 14 obras realizadas en España por la Fundación Arte y Autores Contemporáneos en Chinchón y dispuestas en la referida estación por la Corporación MetroArte.

Los pasajeros, algunos se hallan dentro del tren al igual que yo, otros están afuera, en la movilidad de un mismo viaje. Cuántos viajes, cuántos pensamientos, cuántos rostros han pasado frente a nosotros sin prestar atención alguna. Sin embargo hoy, al llegar a la Estación La Moneda, de alguna forma creo que coexiste la dimensión de tiempo y espacio personal consciente, junto con la cotidianidad de la trayectoria. Y basta un par de segundos para que las imágenes de nuestro Chile produzcan efecto en algún pasajero. Ciertamente estas imágenes me provocan, provocan el surgimiento espontáneo de recuerdos y sueños. ¿Cuántos momentos vividos se hallan en estas imágenes? ¿Cuántos otros llegarán a ser? Se cierran las puertas del tren, y, ya en marcha, la visualidad de aquellas imágenes queda atrás. Mas éstas persisten en mi pensamiento y alma, pues no concibo abandonar mis sentidos que me llevan a explorar, y me aventuro. Impetuosa energía que alimenta mis ganas.

Esta vez he querido tomar el tren en la estación La Moneda, para explorar las imágenes. Una vez en el lugar voy observando mi entorno. Puedo advertir que la nueva perspectiva acentúa mis sentidos. Ya no son sólo mis recuerdos y sueños, se suma mí interés por la mirada del autor del Chile de Hoy, como se titula esta exposición, así como mi curiosidad por los pensamientos de las personas. Mis pasos me conducen hasta el texto resumen de la obra y comprendo en qué contexto fueron creadas las imágenes. Mas, mi curiosidad está en descubrir la intencionalidad del autor, más allá de su mirada del Chile de Hoy. Cuando observo la globalidad de la exposición y veo cada una de las
imágenes, pienso y concluyo que la intencionalidad del autor está en dar un enfoque atemporal a su obra, lo cual es coherente con el título. Pero, principalmente, mi conclusión se sustenta en que el artista ha fundido el pasado y el futuro en el hoy. Sea cual sea el tiempo, la relación entre las imágenes y nosotros será vivida en tiempo real. Quizás este equivocada. Ignoro si su obra la habrá creado en completa libertad, pero sí puedo decir que tengo completa libertad de pensar y sentir sobre la obra.

Las personas se pasean, algunas se detienen frente a la enorme araucaria para su mirada, otros llegan a los témpanos de hielo del fin del mundo, y yo quisiera ser un águila para sobrevolar ese cordón montañoso de Los Andes. Me pregunto: ¿qué sentirán estas personas al fijar sus miradas en las imágenes? Sus rostros dejan escapar ciertas expresiones limitadas por una capa de seriedad. Noto cierta tensión muscular en algunos rostros ¿Cuántas preocupaciones atormentan nuestro existir? Debe existir mucha tensión, miedo y abandono para no relajarse con el tamaño de las imágenes. O será que soy incapaz de percibir las limitaciones de las personas para expresarse, ya que éstas sí lo están haciendo en el instante que las observo. Entonces, sólo me he detenido en lo exterior.

Se abren las puertas del tren y reinicio mi viaje. Y creo que quienes miren o vean dichas imágenes hallarán identidad en más de alguna... Me impresiona que un simple respiro provocado por la naturaleza logre en mí tal bienestar. Una se siente más liviana, y por un momento dejo de estar en este mundo exterior. Las imágenes me acogen en un mundo interior, en mi mundo interior.

Mientras viajo me distraigo escuchando a un par de mujeres decir acerca de sus planes de vacaciones. Una protesta, que no aguanta un día más en Santiago, que necesita respirar, y la otra coincide y agrega que está estresada. Es curioso, que estemos necesitados de “vacaciones” para estar cerca de la naturaleza, o que éstas sirvan de pretexto. Cuando, en realidad, se puede estar en conexión con lo natural al hacer una “simple” pausa. Definitivamente, para ello, debemos tener determinación.

Todo lo que digo no intenta restar importancia ni mucho menos invalidar nuestras acciones frente a las exigencias impuestas y autoimpuestas. Por el contrario, veo en los desafíos una constante batalla por sobrevivir, además de ser éstos necesarios e imprescindibles para nuestra existencia y crecimiento. Por eso creo que buscamos, en forma consciente e inconsciente, estar en lo natural. ¿Cómo olvidar que somos parte del universo si cada átomo de nuestra existencia revela la conexión cognoscitiva con la naturaleza? ¿Será posible liberarnos? Tal vez se pregunten: ¿liberarnos de qué? Entretanto, los invito a cerrar los ojos en busca de una imagen placentera, dejando a voluntad los sentidos... iniciando un viaje: su propio viaje a explorar.