:: PREÁMBULO.
   De fósiles, indios originarios y amor.

16 de Julio de 2006: Aniversario Nº 214 de San José de Maipo

Por: Juan Pablo Yañez Barrios.

Estoy sentado bajo un ciruelo, quieto como estatua. Siento latir mi corazón y la sangre recorrer mis venas. Pensamientos inconexos cruzan mi mente. Es tarde, el silencio cae sobre el valle maipino y se oye el rumor del río cercano. No hay luna, todo está oscuro. Estamos en el año 2006, a pesar de que dicen que el tiempo no existe. Por lo menos sé que es relativo, porque percibo cerca de mí un pasado remoto, hace milenios de milenios, cuando lo que hoy es el Cajón del Maipo, Pirque, Puente Alto, era sólo mar y más mar. Entonces había por aquí caracoles marinos, peces, mariscos. Y no había montañas. Pero hoy, el que se aventura cordillera adentro puede encontrar fósiles y otras formaciones de esos tiempos sin tiempo. Hay gente que ahora vive de la venta de esos seres perdurables que hace millones de años nadaban, flotaban, vivían. Millones de años. Millones de años unidos por la rueda de la vida y la muerte. Si alguien mantiene uno de esos fósiles en sus manos, generalmente no piensa en el tiempo, en la historia, en la evolución contenidos en ellos.

Desde el momento que escribo estas líneas, falta poco más de un mes y medio para que San José de Maipo celebre su aniversario número 214. El 16 de Julio de 1792 Ambrosio O’Higgins fundó la Villa de San José de Maipo. Años, siglos de historia humana en el Cajón del Maipo, historia de ejércitos, de tropas españolas, de tropas libertadoras, de guerrilleros patriotas, de indios autóctonos... Se mataban entre sí, se
mezclaban, y terminaron formando un pueblo único por medio del mestizaje. En definitiva, en todo el mundo ha sucedido lo mismo a través de la historia. En definitiva, el hombre y la mujer -la atracción, los magnetos- arrasan con los patriotismos, con los discursos, con toda circunstancia. En definitiva, el amor es lo que perdura. El amor es el fósil más sólido.

Cierro los ojos. En medio de la noche oscura siento surgir ante mí los desfiles del próximo 16 de Julio de 2006, cuando los militares, los carabineros, los colegios, los bomberos, las juntas de vecinos, las agrupaciones de cualquier tipo -todo lo imaginable que pueda desfilar- pasen frente a la Plaza de Armas del pueblo saludando a las así llamadas autoridades, encorbatados ellos, con sus mejores prendas ellas, encaramados en una tribuna especialmente instalada para la gran oportunidad. No todos los días se celebra un aniversario. Los escolares tiritarán muertos de frío. Irán en camisa, apenas abrigados. Es pleno invierno, pero así lo exige la ocasión. Las marchas militares estruendan en vivo entre las montañas. Y el discurso también, cómo no. Se repiten los aplausos de rigor. Algún quiltro recibe una patada y se escabulle con la cola entre las patas entremedio de los uniformados de la banda de música. Desde que era chico he asistido innumerables veces al festejo. Cambian los que desfilan, cambian los rostros de las así llamadas autoridades, cambio yo, pero el espectáculo es el mismo, como una perdurable película de Buñuel. Perdurable como un fósil. Perdurable como el amor.

De indios y españolas y de indias y españoles afanosamente inventando el mestizaje, surgió el progreso, y hubo un ferrocarril que hoy -¡oh, inteligencia humana!- es historia, así como lo son las minas de oro, de plata y de cobre, agotadas por la ambición. Pero aún tenemos nueces, compatriotas, y almendras y abejas para la miel, también un poco de ganado, y los grandes producen agua potable y electricidad explotando los recursos naturales. También se intenta cultivar el turismo. Habría que empezar hermoseando, recogiendo la basura, pintando las fachadas, haciendo veredas, que no sólo nosotros los paisanos, sino también los turistas van a pie... Tampoco estaría mal pensar en los ciclistas.

Eso sería. Quería escribir sobre el aniversario de San José de Maipo. Salen, más bien, impresiones. Es de noche. Estoy bajo un ciruelo. Siento latir mi corazón y la sangre recorrer mis venas. ¿Habrá algo realmente nuevo en éste, nuestro querido Cajón, en el próximo aniversario? Un día seremos fósiles, o, como toda historia humana, sólo una buena película de amor, de amor de la gente por la gente, de amor de la gente por su tierra, de amor.