:: TACONES LEJANOS.
   Una Tarde con Alfredo Jaar

Por: Por Nina Moreno Dueñas.

Chilena residente en Alemania hace 32 años.

Estuve en un encuentro con Alfredo Jaar y sus últimos trabajos, que tuvo lugar en la Facultad de Artes Aplicadas de Hamburgo. Pese a su importante obra, me era totalmente desconocido, lo que me avergüenza mucho. Por lo tanto, me parece que debo escribir sobre este compatriota en el extranjero, que pertenece a mi generación y que se ha mantenido fiel a los ideales que ésta perseguía.

Alfredo Jaar es un chileno multifacético: arquitecto, cineasta,
fotógrafo, pero por sobre todo artista. Vive en Estados Unidos y se mueve por el mundo, descubriendo, captando escenas y provocando reacciones a través de sus ideas materializadas según la ocasión lo requiera. Su objetivo es que la gente tome conciencia de los temas que a él le conmueven y que a todos deberían preocupar, como el genocidio y el sida en África, los inmigrantes clandestinos, los mendigos, casas y una iglesia abandonadas a la ruina en un país desarrollado, el racismo, una papelera en un país nórdico... Son temas muy variados y todos invitan a la reflexión. Se trata de que la gente despierte de la letargia en un tiempo en que la globalización y los medios de comunicación, con el constante bombardeo de información superflua, nos transforman en seres apáticos e indiferentes a los problemas realmente dramáticos.

No quiero explayarme más sobre su obra, que habla por sí misma. Recomiendo mirar su página web: www.alfredojaar.net. Allí me encontré, por ejemplo, con la foto de un letrero luminoso en un edificio, que muestra el contorno de Estados Unidos, y sobre éste las palabras “THIS IS NOT AMERICA”. ¡Este letrero está en una ciudad de U.S.A.!

Al finalizar la exposición, se podían hacer preguntas. Dos o tres personas lo hicieron, pero no hubo mayor participación, tal vez porque la charla era en inglés y todos nos sentíamos algo inseguros, conmovidos e intimidados por lo que acabábamos de experimentar. Luego, al enterarse de que entre el público había varios chilenos, nos mostró un proyecto realizado en Barcelona, en una plaza, en memoria de Salvador Allende, donde hay pizarras en colores azul, rojo, verde y amarillo, una especie de monumento. Él colocó papeles sobre esas pizarras y los niños podían pintar allí con colores que se pusieron a su disposición, lo que fue aceptado con entusiasmo por esos niños que aportaron su vitalidad y fantasía al evento. Lo que era un objeto para mirar, se transformó en un intercambio de expresividad. Después de esto, como no hubo más preguntas, nos trasladamos a otra sala a comer unas ricas empanadas con pebre, acompañadas de vino tinto y pisco sour, con lo que todos se relajaron, de forma que pudimos compartir más familiarmente y hacer algunas preguntas (por fin también en castellano) a nuestro invitado, que es una persona sencilla, simpática y abierta.

Todo el mundo quedó muy impresionado con la labor de este artista tan especial, que tiene sus obras en lugares como Chicago, Berlín, Estocolmo, Londres y en el museo de Arte Moderno de Nueva York. Además ha participado en bienales en Sao Paulo, Venecia, Johanesburgo, Estambul, Sydney y Kwangju (Corea del Sur). Con mis amigas aprovechamos de tomar un par de fotos junto a él, y luego me tuve que ir porque alguien había traído un enorme perro negro, que me ladró un par de veces con cara de querer morderme, lo que habría culminado en un trauma-evento. Así terminó una tarde que me dejó la impresión de que es importante abrir los ojos, participar de la vida y eliminar las cosas superfluas que nos aturden.