:: BELLO VIEJO CAJÓN.
   
  La capilla de El Manzano.

En esta quinta entrega sobre el patrimonio arquitectónico de
San José de Maipo, el arquitecto y ex concejal de la comuna,
Humberto Espinosa Poblete, nos acerca a la Capilla de El Manzano,
centro actual de diversas actividades culturales.

Ubicada a “ borde de camino”, la Capilla de El Manzano fue, y continúa siendo, un hito importante en medio de los potreros tendidos a cada lado del antiguo camino de tierra que conducía a San José de Maipo y al interior del Cajón. Su roja torre se divisaba desde lejos al entrar a la “recta” de El Manzano. Eran los años en que el Trencito Militar, cuya estación se situaba a unos 100 metros al poniente, llevaba y traía a vecinos y a los fieles que asistían a las misas en aquel histórico edificio, cuya construcción se remonta a más de un siglo y medio en la historia. Emplazada sobre una extensa planicie agrícola entre el río Colorado y el estero de El Manzano, su silueta sigue recortándose hoy contra los cerros nevados y el cielo azul del Cajón del Maipo. En la actualidad, la pequeña Iglesia es lugar de encuentro para actividades organizadas por la Junta de Vecinos, la comunidad Cristiana, artistas y artesanos, realizándose en ella, además de misas y oficios religiosos, exposiciones y reuniones culturales, el mercado de las pulgas y otras convivencias. A partir de los ochenta, pasaron bajo su techo la Orquesta Filarmónica de Santiago, el Cuarteto de Clarinete de la Universidad de Chile, los Coros de Cámara de Brasil, de la Universidad de Buenos Aires y de Mendoza, el de la Universidad de Lima, y el Coro Municipal de Puente Alto. Conjuntos folclóricos, arpas y guitarras le han devuelto vida a este histórico inmueble, para regocijo de vecinos y turistas que han vibrado a la par con los altos muros de la vieja Capilla, bajo sus aleros, entre los pilares de sus corredores.

Avanzado el siglo XX, en la década de los setenta, el fundo fue subdividido por la Reforma Agraria, quedando la Capilla, la casa del capataz y algunas bodegas, como “bien común para el uso de las doce familias campesinas favorecidas por la parcelación establecida por la CORA” (Corporación de la Reforma Agraria). En ese período se realizó también una de las reconstrucciones de la Capilla, deteriorada por el paso de los años y los inviernos del Cajón. Con la expropiación del fundo se interrumpieron las actividades litúrgicas tradicionales, y la atención religiosa comenzó a realizarse de manera más esporádica por el cura párroco de la Parroquia de San José de Maipo, situación que se mantiene hasta hoy. No se puede dejar de recordar y mencionar a sacerdotes como los Padres José Pineda, Alfredo Álamos y Clemente Farías, de la Congregación Agustina, quienes sobresalieron por sus sabios mensajes y su acercamiento a la comunidad. Tampoco se debe omitir la activa participación que ha tenido la Madre Josefina de las Escolapias de San José de Maipo.

La casa del capataz y las bodegas representan la típica arquitectura colonial tradicional de la zona central de Chile. Se caracteriza por volúmenes horizontales rectos, de un piso, cerrando hacia el Camino al Volcán el patio que comparte con el volumen de la Capilla. Su techumbre a dos aguas, de pendiente pronunciada, previendo las nevadas de la zona, está cubierta por tejas “pierneras” de arcilla cocida que descansan sobre la estructura de cuartones, tablas y barro con paja. Separa el volumen de la casa y bodegas un corredor porticado hacia el patio interior provisto de pilastras de madera que descansan sobre basas de piedra. La Capilla, más estilizada, lleva el porticado por ambos costados de su única nave, con pilares más esbeltos, que alcanzan su doble altura. La nave, de base rectangular, es alargada en proporción 1:5. Los muros de la Capilla, la casa y bodegas, son de adobe de 0,70 metros de espesor.

La construcción tiene una expresión austera, sin mayores ornamentos, tanto en exteriores como interiores.

Originalmente la Capilla tenía un piso entablado más alto en la zona del altar, el que fue reemplazado más adelante por un pavimento de ladrillo chonchón tendido. En el extremo nororiente de la cubierta, sobre la cumbrera de la Capilla, se levanta una torrecilla de madera, de planta cuadrada y chapitel (techo) piramidal de cuatro mantos de empinada pendiente. Semejando un bacón corrido, sus caras llevan una baranda sobre crucetas entre sus ocho pilares de madera. En el centro, un núcleo central tragado con vidrios altos le sirven de linterna sobre el presbiterio. En otra época la torre guardó en lo alto dos campanas de bronce que llamaban a los fieles con un agudo tañer. Desaparecidas éstas, fueron reemplazadas por otras más pequeñas, que también terminaron por desaparecer. Antiguamente y bajo la misma torre, había un acceso por la fachada nororiente, que fue cerrada después de una de sus restauraciones.

Por aquellos días la Capilla, la casa y sus bodegas sobresalían entre el paisaje, al estar más solas en medio de los verdes campos. Mas allá, seguían las pircas de piedra y zarzamoras que encerraban el camino, junto a álamos y eucaliptos, el silo y algunos corrales.

Actualmente, aún conservando su techumbre original y sus aires coloniales, la casa del capataz y lo que queda de la bodega (el resto se derrumbó hace un tiempo) son ocupadas por Iván Bustamante, artesano en alabastro, y su familia, quienes por años han resguardado este patrimonio cultural del Cajón del Maipo. A principios de los noventa, cuando Iván dirigía la Junta de Vecinos, unidos preparamos el expediente y la petición al Consejo de Monumento Nacionales para que el conjunto de la Capilla fuera declarado Monumento Histórico.

La Capilla es una de las construcciones más antiguas del sector, junto a la Aduana, ubicada casi al frente, y la Estación del Ferrocarril, más al poniente. Ellas forman un importante núcleo de valor patrimonial de la Comuna San José de Maipo, que nos habla de esos particulares años tan ricos en historia y tradición. Hoy, estas tres construcciones ostentan la calidad de Monumento Histórico y siguen a la espera de financiamiento y la voluntad política de las autoridades locales para su restauración y puesta en valor. Es de esperar que estas notas despierten su sensibilidad ahora, cuando aún es tiempo, antes que los adobes, las tejas y los viejos maderos de la Capilla y de otros edificios patrimoniales del Cajón del Maipo pierdan su solitaria batalla contra el paso del tiempo y el olvido.