:: TACONES LEJANOS.
   Peña chilena en Alemania

Por: Por Nina Moreno Dueñas, desde Hamburgo.

Este año, la Peña Violeta Parra festejó su veinteavo aniversario de existencia en  Hamburgo, Alemania. Esta tradición reúne a chilenos de todas las generaciones, oportunidad en que pueden reencontrarse con amigos y conocidos, a quienes rara vez tienen oportunidad de ver, disfrutando de buena música, comida y vino. Es una reunión multicultural, donde todos van con parejas o amigos de cualquier parte del mundo, y se repleta. Siempre anda de paso, visitando a su familia, algún chileno que se alegra de poder hablar castellano después del obligado claustro idiomático, habiendo atravesado medio mundo, perdido en aeropuertos gigantescos, con altoparlantes en idiomas bárbaros. Entonces la Peña es el oasis donde pueden comprobar que no hay nada como el propio idioma. Los alemanes que van por primera vez se fascinan con todo lo nuevo y quieren aprender castellano o tocar guitarra. Muchos logran interpretar con gran destreza nuestros instrumentos tradicionales y cantar. Es muy entretenido llegar y empezar a descubrir caras conocidas e intercambiar novedades. Los mayores ya tenemos canas, los niños se van transformando en lolos o adultos y te sorprende ver cómo se desarrolla una nueva generación de gente muy linda.

Conversando hace poco con el Cónsul de Chile, quien en su
larga trayectoria ha estado en diferentes países, me comentaba que le sorprendía el hecho de que aquí los chilenos no formaran un grupo unido, como en otros países.

Al parecer, en Hamburgo la gente se ha integrado más al lugar de residencia. Una lástima que él no hubiese podido asistir y constatar que existe mucha armonía entre nuestros compatriotas y que, pese a las diferencias, hemos aprendido a ser tolerantes.

Como siempre, los organizadores se esforzaron sobremanera para que el evento resultase todo un éxito. Lo lograron dando cabida a diferentes grupos musicales, estando presente el floklore, el jazz, lo clásico y lo moderno, representado por el grupo Conexión Musical, jóvenes talentos que se mandaron unos raps críticos y revolucionarios y que finalmente invitaron a la gente a bailar una rumba, lo que fue acogido con gran entusiasmo. El grupo Resistencia, fundador de la Peña, saludó el aniversario con «La Mañanitas». ¡Muy emotivo! Lo culinario tampoco dejó nada que desear, pues había empanadas, unas de las mejores que he probado, hechas por uno de los organizadores. Además había tortas exquisitas y otras cosas que no probé por culpa de las sensacionales empanadas.

El vino estaba muy bueno, lo que motivó a un buen amigo mío a beber más de la cuenta, transformándose en el espectáculo de la noche, por lo menos para mí, que lo tenía al lado. No había cómo hacerlo callar, y no era muy amable lo que vociferaba, porque le vino la mona odiosa: ¿Cómo se llama el negro que toca el bombo? ¿La señora es ciega y lee poesías en el escenario? ¡Cómo se te ocurre cantar “Y va a caer”, huevón, ná que ver! Se dice que los curados y los niños dicen la verdad. La cosa no tiene nada de inofensivo: ellos saben bien lo que hacen y les importa un comino. Me sorprendió que la gente reaccionara tan tolerantemente. Aparte de cosechar miradas críticas, nadie lo sacó a patadas del local, aunque yo temía que terminara como en la cueca del Guatón Loyola. Parece que los chilenos en Hamburgo estamos bastante alemanizados, lo que en este caso es un halago.

Con todo lo pasé muy bien, y hasta mi emparafinado amigo me confesó su emoción al escuchar antiguos temas musicales, interpretados con tanto sentimiento y maestría como lo hace el grupo Mariposa, en que sus integrantes, incluyendo a dos chicas alemanas, se lucen con la fuerza de la guitarra, zampoña, quena, bombo y el charango genial de Hugo. Como siempre, fue grato y refrescante haber estado en la Peña, y pienso que, en algún lugar, la Violeta se alegra y está orgullosa de que en su nombre se realice un trabajo tan constante y positivo.