:: CINE.
   Ojos que ven.

Por Gastón Soublette Asmussen.

Película espectacular, de producción multimillonaria, pero que difícilmente puede ser considerada como una creación cinematográfica. La historia que narra trata de una tragedia oceánica: el choque sorpresivo del mejor y más grande barco del mundo con un iceberg en 1912 con el consecuente naufragio. Todo lo demás es un pretexto para enhebrar un guión cuya progresión apunta a un desenlace ya conocido por el público. El dilatado preludio de la tragedia cumple así dos funciones, primero la del suspenso progresivo, y enseguida el aprovechamiento de la narración sobre el acontecer ordinario de la vida a bordo para pasar mensajes subliminales mediante secuencias analógicas hábilmente manipuladas.

El elemento narrativo más relevante del guión es el encuentro y romance de Rose, hija de una lady inglesa, con Jack, un joven de origen irlandés, hijo de un obrero norteamericano. Este encuentro introduce en la narración el fuerte contraste de un self made man de baja extracción, aventurero de gran vitalidad y coraje, con los usos y costumbres de una decadente aristocracia europea. Esta historia de amor tiene algo de banal y no alcanza a darle a la película la calidad de una creación cinematográfica, lo cual provoca también un fuerte contraste entre los magníficos efectos especiales para dar una impresión de realidad vívida del naufragio por una parte y la historia acaecida entre los personajes por otra. Fellini, con la décima parte del presupuesto de Titanic, logró realizar un trabajo mucho más creativo con su célebre filme Y La Nave va.
El siguiente comentario de esta película no pretende ser una “crítica” en el sentido que se entiende por tal en los medios de difusión escritos, sino simplemente una investigación sobre los mensajes ocultos que se pasaron en el guión de TITANIC.

La banal historia de amor de Rose y Jack, en verdad, no está ahí solo de comodín. Ha sido urdida con la intención de magnificar el self made man norteamericano de baja extracción, símbolo de EE.UU, frente a una Europa aristocrática considerada decadente y en riesgo de suicidarse culturalmente por el peligro del comunismo y del nazismo. Tal es el significado del intento de suicidio de Rose (quien no soporta que la casen por obligación con un millonario para mejorar el rango económico de su familia arruinada). La escena del intento de suicidio tiene lugar en la popa del barco, donde está escrito el nombre del puerto de Liverpool, la cual mira hacia Europa. Rose esta vestida de rojo en ese momento. Jack, que la ve en ese trance, interviene y hace el intento de disuadirla de saltar al mar, para lo cual le dice algo totalmente insólito, pero de gran agudeza psicológica: “Si usted se lanza al mar yo tendría que lanzarme también”. El acaba de conocerla y no tiene por qué ejecutar un acto suicida para salvar a una loca desconocida. De modo que sus palabras ocultan otro sentido en relación a la simbología de ambos personajes. Esto es, EE.UU., como nación e historia, esta afiliada a la cultura europea, y si esa cultura es destruida por el comunismo o por el nazismo, EE.UU correrá fatalmente la misma suerte. El comunismo es aludido por el color rojo del vestido de Rose, y el nazismo por el iceberg con que choca el Titanic, cuyo naufragio simboliza la segunda guerra mundial. El símbolo del iceberg como representación del nazismo proviene de la doctrina de los hielos eternos del Ártico, donde fue engendrada, según la mitología nazi, la raza aria, considerada superior a las demás razas.

Esta interpretación correría el riesgo de ser una mera fantasía si no hubiera otra escena equivalente que la confirma, la cual ocurre en el extremo opuesto del barco. Declarado el romance entre Rose y Jack, éste lleva después a la muchacha a la proa y la hace pararse justo en el ángulo, con los ojos cerrados. Luego le dice que abra los brazos y mire el panorama que tiene al frente. Rose abre los ojos y exclama que está volando a la gloria. El significado de esa secuencia es obvio: el barco navega hacia EE.UU… (Rose con los brazos abiertos es el águila del escudo norteamericano). El hecho de que Jack le repita más de tres veces que no se suelte de su mano, es la invitación que EE.UU. le hace a Europa a seguir el american way of living como su única opción salvadora. Para confirmar el simbolismo de la escena, al comienzo de la película se muestra a Jack en la proa mirando a la lontananza y también gritando de júbilo, porque según él, en el horizonte creía ver ya La estatua de la Libertad…

Como si fuera poca confirmación lo ya analizado del simbolismo político de la película, el director agregó un epílogo post-película para homenajear a la pareja protagónica, según lo que declaró después. En esa escena se ve a Jack vestido de obrero en el descanso de la escala de honor de hall del Titanic, mirando hacia el reloj y dando la espalda a todos los demás actores y extras. Esto es, EE.UU da la espalda a la vieja Europa porque ve que ha llegado la hora de ser el amo del mundo. Por eso es que la escena violó las reglas de la caballerosidad tradicional, obligando a Rose a subir las escaleras al encuentro de Jack. Esto es, EE.UU. acoge a la Europa en desgracia y la reconstruye.

El hecho de que en el naufragio Jack muera congelado por salvar a Rose, significa que para EE.UU. la segunda guerra mundial hizo desaparecer el tipo medio del norteamericano de los años treinta y cuarenta para gestar otro tipo humano con una visión más universal por el conocimiento del mundo que la guerra significó para un pueblo entonces de estrecha mentalidad, satisfecho con su romanticismo de music-hall y su paraíso capitalista.

Este epílogo, además, es una sugerencia en el sentido de que Jack muere, pero de hecho reaparece en el cuadro vivo y triunfante, a la par que Europa aparece subordinada y agradecida.