:: ENCUENTROS.
   "Crear es regresar a la infancia".

Raúl Cuello, escultor residente en El Manzano, Cajón del Maipo,
escribió este texto sobre su quehacer artístico en base a un
cuestionario presentado por dedal de oro.

Cuando me preguntan en qué momento de mi vida descubrí mi talento como artista y, en particular, como escultor, siento que debo retrotraerme a mi pequeña infancia. Afloran recuerdos de esos días fríos de invierno, cuando la arcilla aparece frente a mis ojos como un fabuloso tesoro, cercana a esa casa de adobes con su típico brasero en el centro, que mitigaba el frío de nuestra pequeña humanidad. Es aquel momento de nuestra vida donde no percibimos el tiempo porque lo creemos infinito. Con mis compañeros de infancia y juegos, con nuestras manos partidas por ese frío y la humedad de la greda, ensayamos modelar mil y una figuras, a las que les espiábamos día tras día su lento secado, hasta que llegaba a su fin y se convertían en nuestros juguetes preferidos, con los que creábamos historias fantásticas de sueños y fantasías. Tal vez fueron esos sueños y fantasías las que me condujeron a tomar el arte como razón de vida.

El crear, hoy, es sin lugar a duda regresar a esa infancia. En cada obra, o en gran parte de ellas, está el niño que modeló la greda, en días de invierno, en los que imaginó mundos de caballos gigantes que se confundían con las montañas y seres que a la distancia flotaban en el aire. Es en aquel momento de mi vida cuando aparecen estos ancianos nobles y sabios que trabajaron sembrando la tierra, que me explicaron que este mundo es real, que esos caballos que yo veo a la distancia no son gigantes, que esas personas que vienen bajando o subiendo la montaña tampoco flotan. Son seres reales que, como todos, tienen sus defectos y virtudes.

Así pasaron los cortos años de mi niñez, en este gran amor por transformar la arcilla. Un día comprendí que este oficio tenía que servir para entregar testimonios. Esto me condujo a esas tierras morenas de nuestro Norte Grande, donde viven esas mujeres esforzadas, heroicas, de trenzas negras, y esos ancianos que trabajaron en las salitreras, hombres de manos y gestos nobles, curtidos por las sales y el viento del desierto. Fueron ellos mi inspiración y mi dedicación. Por contar su historia compartí con ellos once años de mi existencia. Las obras testimoniales del pasado y el presente de estos pueblos pude mostrarlas en gran parte de Chile, Argentina y Francia.

Al pasar este tiempo de arduo trabajo aflora la normal inquietud por el conocimiento. Esto me transportó a Francia, donde pude visualizar otra forma de enfrentar el arte y, en particular, la escultura; sintetizar de mejor manera los sentimientos, vivencias y conceptos que contienen el arte; respetar el oficio de crear: que el mensaje planteado en la obra sea reconocido y comprendido a través de la contemplación. También pude conocer, en forma práctica, la fundición a la cera perdida, que es la técnica que se utiliza para la fundición artística, la que ha permitido y permitirá que mis obras vivan y me sobrevivan en el tiempo.

Se piensa que la creación culmina con la obra escultórica, pero creo que no es así. La creación es más que el objeto: es reflexión, sentimiento, vivencia, amor por la vida. Por lo tanto, la escultura siempre se seguirá desarrollando y trabajando a través del tiempo. Esto quiere decir que una obra puede tener varias versiones en su contenido, pero no en su forma de ejecutarla.

El arte es expresión personal y terrenal, abrigando la secreta esperanza de que tenga algún significado trascendental. Será así en la medida que la obra logre expresar su contenido y, de alguna manera, traspasar el tiempo con el mensaje vital que cada creación artística debería contener. En esto el artista no tiene ingerencia, sólo entrega su obra. Quien la califica y valora es el observador.

En mi caso, realizar una obra me toma un largo tiempo de reflexión en torno al tema, de dibujos de maquetas y todo lo que conlleva su desarrollo técnico. También está esa parte sensible, que mortifica el espíritu en cada volumen que tus manos ejecutan y que hace jirones los secretos profundos de tu alma. Esto no es fácil de explicar, no es fácil de comprender.

Se dice y se cree que el artista es producto de galerías, exposiciones, reportajes, ventas más y ventas menos. Si bien esta gestión es importante porque permite realizar y sobrevivir, no determina el ser artista. Artista se es por talento, un talento que cristaliza a punta de esfuerzo, sudor, disciplina y, en muchos casos, privaciones. Por esto y por mucho más se puede deducir que en esta vocación, en la que tienes que cultivar tu talento, nada es gratuito.

Raúl trabajando en su taller
en el Cajón del Maipo.

"Conquista". (bronce)

"Cobijo". (bronce)

"Silla". (bronce)
- 1950: Raúl nace en Illapel, Chile.
- 1969: se titula en Dibujo Publicitario.
- 1986-1987: Beaux Arts, París, y perfeccionamiento con el maestro Maxime Rips.
- 1989: Estudios de fundición a la cera perdida con el maestro Gilles de Kerversau, Versalles.
- 1986-1989: Miembro Maison des Artistes, París.
- 1976-1993: Diversas exposiciones en Chile, Argentina y Francia.
- 2006: Exposición «Ritos» en Galería Isabel Aninat, Santiago-Chile. Las imágenes de estas páginas corresponden a esta última exposición.

Después de caminar gran parte de la extensión de mi vida, llego, me detengo en un lugar de montañas majestuosas plenas de formas realizadas por esta bendita naturaleza, un lugar llamado Cajón del Maipo, donde este espíritu y cuerpo cansados encontraron refugio. Es el privilegio de estar aislado de la gran ciudad, estar aislado, pero conciente de la realidad. Entre árboles y flores, heme aquí junto a mi compañera, ese ser que estabiliza y desestabiliza mi espíritu con sus palabras justas. Y mi hija, orgullo de su padre.También cuento en mi vida con el privilegio de tener junto a mí a seis amigos peludos de cuatro patas y tiernos ojos grandes que tranquilizan mi alma. Este cúmulo de situaciones que me rodean es la fuente de mi inspiración. Por ello y mucho más entrego en mis esculturas esas imágenes de lo invisible que nos rodea. Son recurrentes los temas de la naturaleza y el ser humano. Con estos elementos intento enviar un mensaje que sea imperecedero a través del tiempo.