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Humberto Espinosa, arquitecto y ex concejal de la Comuna de San José 
de Maipo.
  
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Junio del 2005... Terremoto grado 7.9 (M) en el norte de Chile... Sus coletazos 
llegaron hasta la capital. Una seguidilla de temblores mantuvo por varios días 
en alerta a sus habitantes. El sismo arrasó con varios pueblos del Norte 
Grande, los que guardaban un valioso patrimonio histórico no sólo 
de Chile, sino también de La Humanidad (1): iglesias y poblados del Altiplano 
que indefensos cayeron de rodillas entre las piedras y arenas del desierto... 
De adobe, piedra y paja brava, estaban ellos tan perdidos en las lejanas quebradas 
del territorio andino como en la historia de nuestros pueblos originarios.  Para 
conocer su valor histórico-arquitectónico debemos remontarnos a 
fines del siglo XVI, época en que llegaron los primeros misioneros españoles 
que enfrentaron, junto a los conquistadores, el desafío de evangelizar 
a los pueblos de raíces Aymará, Inca, Quechua y Tiahuanaco, que 
poblaban el Altiplano compartiendo las inmensidades del desierto. Fueron construyendo, 
en los pueblos y los más lejanos rincones de nuestro norte andino, pequeños 
templos de diseños similares a las viviendas existentes en la zona, construidas 
según técnicas que se conocerán como el estilo “Mestizo Andino”, 
el que obedecía a los requerimientos del clima y ubicación geográfica, 
y a la cultura y organización social de sus habitantes. Esto, sumado al 
uso de materiales locales, les permitió crear una arquitectura espontánea, 
única y de origen popular que se prolonga por siglos. Conservando 
como eje las actividades culturales de cada localidad, algunas de estas iglesias 
y templos tenían un carácter sólo ceremonial, por lo que 
eran abiertas únicamente para las fiestas y ocasiones especiales. Con mayor 
razón era así en poblados como Isluga, que permanecen deshabitados 
todo el año, “abriéndose” sólo para las fiestas tradicionales 
y conmemoraciones, a las que los lugareños acuden masivamente con sus cantos 
y bailes tradicionales llenado el templo de vida y colores antes y después 
de la procesión que precede a las ceremonias y rituales.Cultura 
e historia se derrumbaron con aquel terremoto de Junio de 2005. Fue una de las 
más grandes pérdidas masivas de nuestro patrimonio, dañando 
tradiciones y sentimientos. Rápidamente se tomaron medidas para socorrer, 
en primer lugar, a sus habitantes, derrumbados moralmente, para luego abordar 
a través de organismos del Estado la difícil tarea de reconstruir 
las históricas iglesias, lo que fue más lento de lo que hubiésemos 
querido. 
 La Dirección de Arquitectura del MOP fue uno de los organismos 
especializados que asumió el desafío. El Departamento de Patrimonio 
Arquitectónico, donde trabajo, con su experiencia y capacidad profesional, 
venía abordando desde hacía años el Programa de Recuperación 
de Iglesias del Altiplano, y en base a sus catastros y estudios se pudo evaluar 
los daños con exactitud y rapidez e iniciar los proyectos para la reconstrucción.
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 Iglesia de La Tirana, pueblo tranquilo de menos de 600 habitantes. Según 
la tradición, el lugar fue una posada en el camino, administrada por una 
bella y despótica mujer llamada «La Tirana». El poblado comenzó 
a formarse hacia 1839. La Capilla tomó su actual forma antes de 1879. El 
pueblo cobra vida durante la fiesta de la Virgen del Carmen, entre el 12 y 18 
de Julio, cuando llegan mas de 80.000 personas y la explanada frente a la iglesia 
se llena de música y algarabía traída por las Cofradías 
de Bailes Religiosos con sus trajes de colores y mascaras maravillosas.
  Iglesia de Matilla. El terremoto rompió como a mordiscos la albañilería 
de piedra y concreto.
  Figuras en madera policromada de los apóstoles en la última cena, 
tamaño natural, en la iglesia de Pica
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En medio del desierto, entre 
coirones y bofedales, desde los adobes y piedras derrumbados, el viento ha arrastrado 
también el lamento de las iglesias y templos caídos, como Santa 
Magdalena de Chiapa, Sotoca, Illailla, Jaiña, San Lorenzo, Parinacota, 
Isluga, Llocuoma, Aravilla, Esquelga, Mulluri, Achauta, Caraguano, Cotasaya, Mauque, 
Sotoca, Huasquiña, Usmagama, Huaviña y muchas otras, cuyos poblados 
ni siquiera aparecen en los mapas y que sólo nombrarlos llena de dolor 
a su gente. La 
“emergencia cultural” impuso grandes desafíos, como el de auto imponerse 
el debido respeto y consecuencia histórica en la reconstrucción 
y restauración, de manera de rescatar, al menos en parte, el valor patrimonial, 
la historia y las tradiciones contenidas en los muros y torres de estas iglesias. 
El otro gran desafío apuntaba a conseguir el financiamiento necesario para 
llevar a cabo esta meta, el que bordeaba inicialmente los M$ 3.000.000 (US$ 5.000.000), 
monto correspondiente a la recuperación sólo de 22 iglesias y 3 
conjuntos patrimoniales de un total de 72 iglesias en cinco comunas dañadas 
(lo que corresponde sólo a un tercio del total de iglesias catastradas). A 
la fecha, gracias al apoyo financiero de las Mineras Cerro Colorado y Doña 
Inés de Collahuasi, se han financiado los proyectos y la reconstrucción 
de las iglesias de Parca (terminada), Iquiuca (terminada) y Mamiña (por 
iniciarse). San Lorenzo de Tarapacá ya esta restaurada y pronto se iniciarán 
las obras en las iglesias de Matilla, Pica y otras entre una veintena de proyectos 
estudiados. La Universidad Arturo Prat, la Corporación del Patrimonio y 
varias otras instituciones se han sumado también en este gran esfuerzo 
de recuperar este patrimonio arquitectónico e histórico del Altiplano También 
este desastre motivó la creación, en la Universidad Técnica 
del Norte, de una Escuela Taller, financiada por CODELCO, orientada a la capacitación 
de jóvenes lugareños en las técnicas constructivas propias 
de las iglesias y viviendas del Altiplano, con el fin de que ellos puedan trabajar 
en su reconstrucción. Es éste además un importante medio 
para traspasar a las nuevas construcciones y nacientes poblados esta arquitectura 
ancestral de sabiduría y múltiples valores, proyectándola 
en el tiempo y permitiendo seguir acogiendo en ella las tradiciones y la historia 
de los pueblos del Altiplano. (1) 
Las Iglesias Altiplánicas fueron incluidas por el Estado Chileno en la 
Lista Tentativa de Postulación de Patrimonio Mundial en 1998, entre los 
18 Bienes Culturales de Chile, postulados como Sitios de Patrimonio Mundial / 
UNESCO.
 FUENTE: 
Archivos Dep. Patrimonio Dirección de Arquitectura MOPConsejo de Monumentos 
Nacionales.
 Enero 2007.
 
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