HAY
UNA PRESENCIA TRAS LAS ROCAS Niña
ven a saludarme ven a dar el quiebre a esta lentitud saca a pasear a “La
Pantruca” y dime que no es mala hora para escapar. Juguemos
un secreto entre las sábanas una luna llena es lámpara furiosa
y su luz presagio de futuro mejor. Ven
al parque a conocer estos gatos que son tantos estoy de cumpleaños
y el viento quiere decir sueños. Niña
ven a saludarme haz de esto indómita morada la sed del cangrejo
al atardecer. Guayacán
es precisamente “el lugar”. Una canción de Congreso viene a
decir: “Volador, volantín de plumas chirihue, chirihue cantor”. Presiento
que un beso es algo necesario y parecido al encuentro del jazmín. Hay
olor a sahumerio y se caen las llaves por el barranco.
Niña no arranques por el cielo todo se ha vuelto sombra en San
Gabriel y esta noche solo vivo el capricho negro del cognac.
Esta
vez he nacido nuevamente a los pies de la cordillera y tu amor es algo
así como la huida de las aves desde esta serranía. Niña
iniciemos un viaje a La Obra antes que el ventisquero sepulte mi chaqueta
sucia en Las Vizcachas. Eres
joven y te queda mucho tiempo más para escoger. Y
si te condeno a amarme sin tu consentimiento es porque las mañanas
son menos tibias y el regreso más frío que de costumbre. Eres
joven y aunque no me conozcas te seguiré. INVISIBLE
Ahora
que vas por las calles y sientes que todo lo que ocurre lo habías
vivido en otro instante similar a éste.
Cuando los basureros son delicia indecible para felinos minuciosos.
Ahora
que sabes que nada solucionará todo lo malo de improviso. Eres
invisible y voraz. La
escarcha desaparece y los ojos lentamente se cierran.
La oscuridad se inmiscuye resbalando por los árboles y todo el
frío es semejante a lo fortuito del reloj de arena en el closet
de la residencial.
Como
extrañamente se vacían los bolsillos las tardes se alejan
delineadas por el enfermizo rubor de los vasos. Los
muebles ya no te reconocen y los lápices desangran el delicado
error de la muerte.
Esta lluvia rebota en las puntas de las rejas caseras como un devenir
inaudito y terminal.
Es
algo solamente triste cuando las mascotas te miran con sus ojos humedecidos
pidiendo el arrastre del concreto y la solución a este mar de hojas
sumergidas.
Sólo un cable eléctrico puede saber de tus sensaciones.
Todo
es común y corriente nadie es hoy algo genial todos son cosas escupidas
al olvido y tú no eres más que el pasto seco de una
plaza en donde sólo juegan los hijos que alguna vez soñaste
o creíste soñar. El
banco de la plaza es nublada dulzura.
Tú escoges con cuidado la bolita de cristal para la tetera.
Las
ratas se esconden y
en las nubes crees encontrar la materia idílica de tus sueños. CAMINO
AL INGENIO Los
niños van a la iglesia porque los padres van a la iglesia esta
mañana hace el frío de los mil demonios y mi abrigo se escarcha.
Acudo
al comienzo de esta carretera. Se
silencia la vida se enmudece. Un automóvil acercándose. Alguien
en algún lugar me espera.
Todos arrancan y enloquecen los caballos, los niños, los ancianos
el pintor del barrio enloquece.
Esta
tarde ha llegado el hombre de las cadenas. Son
sólo dos minutos pero tiembla fuerte.
Un cóndor vuela raudo por los Andes se escapa.
Este
cóndor que nadie ve es la flecha de la muerte.
Los momentos se instalan en el living de la casa.
Todo
se marchita. Mi
cuarto me abandona en un silencio egoísta. Envejezco. Y
soy un mismo sonar entre los árboles. Todo
es brisa en el Cajón del Maipo. Me
voy por ahí impávido en la quebrada. La
tarde se añora sin ese viejo nadar entre los pastos. Los
libros se abren. Nada
me refleja. SILENCIOS
Es esta
nueva forma de sentir la que encierra gestos entre el amarillo de las
tardes y las cortinas. Vas
recogiendo papeles que algún día olvidarás en el
velador añejo de tanta ceniza de cigarro. Un
incendio en el cerro imita el crepitar de nuestros corazones y acomodas
tu vestido y presiento.
Es este cuarto gris el que no permite que me alumbres con tus hombros
de neón
¿acaso
fuimos un tropiezo en bicicleta? Algo
silba sobre los árboles y nadie sale a comprar esta noche.
Y si cayeran en el techo los vidrios quebradizos no escucharías
los suspiros que brotan por aquí.
Un
abrazo leve se esfuma tras la puerta. Tu
voz -igual que ayer- es un mensaje puro que viaja entre los libros
y la ropa. |