:: CINE.
   El Silencio de los Inocentes.

Por Gastón Soublette Asmussen.

La película El Silencio de los Inocentes (El Silencio de los Corderos) dentro del género policial, es una de las creaciones cinematográficas más notables de la última década del cine norteamericano. Pero su contenido ideológico trasciende por mucho el formato de ese género. El director Jonathan Demme se ha basado en una novela para la elaboración del guión, pero en este comentario se hará referencia sólo a la película, como si la historia narrada en ella hubiese sido una invención del realizador.

Después de un riguroso examen de la secuencia fílmica de esta cinta, se puede concluir que el propósito con que ha sido creada va dirigido a desalentar en cierto sector de la juventud norteamericana el interés por la ideología nazi y el racismo que le es inherente. Paralelamente a esta orientación, el realizador ha pasado en su obra un mensaje feminista de gran envergadura al poner frente a dos monstruos de la patología delictual a un personaje del género femenino de estatura
pequeña, delgada y de apariencia frágil, llamada Clarise Starling (Jody Foster), quien a 1a postre demuestra ser la única fuerza efectiva que puede hacerles frente, poniendo en acción recursos psicológicos intuitivos (propios de la mujer) que superan por mucho la eficiente maquinaria masculina del FBI.

En lo que se refiere a la primera motivación, relacionada con el nazismo, para pesquisar esa orientación ideológica del filme es necesario observar en el manejo de la imagen y del texto hablado, ciertos aspectos que se exponen en 1a narración en forma encubierta, los cuales remiten a ciertas características de la doctrina del nacional socialismo germano.

El carácter policial y local de la historia narrada aleja toda posibilidad de que el espectador común perciba esas maniobras fílmicas subliminales, las cuales, no obstante, penetran en el inconsciente y condicionan nuestra mente de todas maneras.

La clave para penetrar en esos dominios del mensaje de la película aparece en una escena en que el asesino de mujeres llamado “Búfalo Bill” se aproxima a su cama y en fracción de segundo se alcanza a divisar que el cubrecama está enteramente bordado con cruces suásticas. Es un flash deliberadamente instantáneo y casi imperceptible cuya fugacidad misma acusa una intención... Una vez descubierto eso, es fácil entender por qué el famoso doctor Lecter, cuando se refiere a este delincuente, le dice a la madre de una de sus víctimas que es «rubio, de ojos azules, alto y muy fuerte». Otro detalle de la conducta delictual de este hombre es el hecho de que sus víctimas son muchachas de apellidos tales como Bihmel y Martin, nombres muy comunes en la comunidad judía de EE.UU. Pero él no se limita a matarlas, sino que las descuera, práctica semi ritual que recuerda otras semejantes realizadas por los SS en los campos de exterminio de judíos durante la segunda guerra mundial. Además deja en los cuerpos de sus víctimas una señal de su autoría. Una crisálida de la mariposa nocturna llamada «Calavera» por tener en su dorso una mancha blanca con pintas negras que se asemeja a los restos óseos de un cráneo humano. Con lo que se está aludiendo al emblema de la orden de la SS que dirigía Heinrich Himmler, que era precisamente una calavera.

Indirectamente se entiende que el genial y monstruoso doctor Lecter, a quien el FBI mantiene en una cárcel con muro de vidrio, es el maestro de Búfalo Bill, de manera que conversando con él Clarise Starling espera obtener una clave para atrapar al asesino de mujeres. Se trata de un psiquiatra de una inteligencia sobrehumana, y clarividencia, capaz de ver y entender a distancia. Asimismo, Lecter está dotado de una fuerza física irresistible y tiene la costumbre de devorar a sus víctimas. En esta línea de interpretación queda claro que se trata del «superhombre» de Nietzsche, creación del romanticismo filosófico alemán que mucho influyó en las políticas raciales del nacionalsocialismo hitleriano. Cabe recordar a ese respecto que Nietzsche dijo que el superhombre sería una “bestia rubia». Así, el mencionado doctor Lectre, como puede apreciarse, reúne las dos características de ese calificativo, pues el actor Anthony Hopkins, que lo caracteriza, es rubio de ojos azules. Esta semejanza de Lecter con el superhombre y el distintivo de la calavera que caracteriza la firma de autoría de 1os crímenes de Búfalo Bill, nos ponen en la pista justamente del creador de la orden de los SS, Heinrich Himmler, ya mencionado, pues durante el juicio de Nürenberg Himmler fue encerrado en una celda con muro de vidrio, y fue él quien tuvo a su cargo a este ejército de selección para el funcionamiento de los campos de exterminio. Es decir, Himmler era el maestro de los SS, como Lecter es el maestro de Búfalo Bill y otros de su especie. Lo que Himmler perseguía en el adiestramiento intelectual, psicológico, físico y militar de sus SS, era justamente la crianza racional del superhombre anunciado por Nietzsche.

Otro aspecto de la conducta delictual de Búfalo Bill es que pretendió ser un transexual, es decir, pidió que en una clínica le extirparan los genitales masculinos y le hicieran quirúrgicamente un genital femenino, con lo cual llegaría a ser, de hecho, un andrógino, lo cual los médicos se negaron a hacer. Ese aspecto de la película es el más tenebroso... En el sentido de que el emblema hebreo del Mesías es un símbolo andrógino (la estrella de David), acoplamiento del fuego y del agua (el espíritu y la vida, respectivamente) individuación perfecta del arquetipo humano. Con lo cual se deja en evidencia el anhelo del nazismo de cambiar al mesianismo hebreo por el mesianismo germano. Por eso Lecter le explica a Clarise Starling que el móvil determinante en 1a conducta de Búfalo Bill es la envidia...

Con estos antecedentes queda claro entonces quién es Clarise Starling, esto es la «Clara Estrella”, esa que según 1a Biblia anuncia al Mesías de los hebreos. Starling es nombre de pájaro, pero la palabra ha sido escogida sólo por su primera sílaba, «Star.» La única fuerza que, según Jonathan Demme, puede hacerle frente al monstruo…