:: CRÓNICA DEL CAJON.
    El fuego.

Por: Juan Carlos Edwards Vergara.

A medida que nos adentramos en el otoño, entre montañas que muestran las primeras capas blancas, innumerables columnas de humo reflejan la vida humana en cada rincón habitable del Cajón. Son las cocinas, chimeneas, salamandras y otros artefactos de leña que acompañan el diario vivir de sus habitantes.

El fuego está tan asociado al ser humano que hace con él una “simbiosis” sin la cual pareciera condenado a perecer. Hablo del fuego como generador de calor, o sea, también son “fuego” todas las otras formas de energía que nos dan abrigo y otros
servicios, tales como cocinar, alumbrarnos, movilizarnos en vehículos diversos, comunicarnos y tantas otras cosas. Pero creo que nos debilitan físicamente.

La mayoría de “estos fuegos” están consumiendo el planeta a una velocidad vertiginosa, en una progresión geométrica. Esto me preocupa. Poco por mí porque me quedan, tal vez, algunos pocos años de vida, pero mucho por mis hijos, mis nietos y todos esos niños que juegan y balbucean sus primeras palabras en brazos de sus padres y que tienen el derecho de vivir una vida normal. ¿No habrá un error programado astutamente que lleva en forma consciente a una ventaja coyuntural para dejar a los que vienen el Apocalipsis mientras unos pocos lucran y se divierten?

Voy a ser sincero. Creo que el Apocalipsis somos nosotros desgastando la Tierra, sumados a misiles atómicos o asteroides; todos juntos agrediendo nuestro ecosistema. Somos los artífices de nuestro Destino. Las demás interpretaciones que hablan de Demonios y Ángeles, Vanes y Ases, etc... enfrentados en peleas entre Inmortales, se las dejo a otros, respetando su opinión, en la esperanza que respeten la mía.

Volvamos al Fuego. En lo que respecta a la generación de calor he descubierto que podemos vivir sin estufas, ni salamandras, o sea, sin Fuego. Lo he comprobado en días de frío, con nieve, con viento. Otra cosa es la cocción de nuestros alimentos; ahí se necesita, aunque conozco a muchos que comen la carne sólo con limón, por lo que tampoco es “indispensable”. Pero aceptemos esta antigua costumbre.

“El Jefe”, el perro de la parcela, duerme bajo un pino rodeado de nieve como sus primos del Ártico y mojado por la lluvia circula a cualquier hora. Otras veces se enrolla en un rincón despreciando su casa perruna que tiene en una parcela vecina. Jamás ha comprado una estufa ni cortado leña para una chimenea que no necesita. Y así lo hacen los zorros, los pumas, los ratones, los quiques, los cóndores, los gusanos y los peces, a manera de ejemplo. El gato Micifuz es más “humano”. Sin salamandra encendida: soy su estufa.

Nosotros también podemos tener energía propia, cuando queremos. Cerrando bien las junturas por donde entra el viento, el peor enemigo del calor. Abrigándonos y tapándonos, ojalá con un plumón, y verá que solo (mucho mejor acompañado) el calor que genera es mayor que el de la estufa.

Creo que lo importante es la alimentación. Las calorías son nuestra calefacción natural. Alimentando y abrigando a nuestros hijos salvaremos al mundo de la destrucción que están haciendo las petroleras consumiendo la sangre de la Tierra (como decía la madre de Nicanor Parra). Nuestra sangre es la mejor energía.

Tal vez Ud. crea que estoy loco, haga la prueba y verá que no tanto. Y para alternativas inteligentes, la energía eólica, solar, de las mareas, hidráulica, por ahora.

San José de Maipo, 16 de Mayo de 2006.