imagen,
la de esa persona hablándome, exactamente lo que me provocó
la sensación de “antes vivido”. En otra vida, en Francia
-nos reímos, y continúo todo tal cual. Este es
un claro ejemplo, que me dejó pensando y me motivó
a investigar sobre este
tema.
Según
los científicos estudiosos de este fenómeno,
hay tres tipos:
- La sensación del “ya visto” o “ya hecho” (Déjá
Vécu). Fue lo que me pasó a mí. Es sentir
que lo que vemos o de lo que participamos ya ocurrió.
Generalmente sentimos que lo hemos soñado.
- Fenómeno del “ya sentido” (Déjá senti).
Es menos frecuente que el anterior. Sólo algunas personas
pueden dar fe de este fenómeno. Es como si en las primeras
etapas de la vida, niñez y juventud, experimentamos
por primera vez la partida de un ser querido. Al recibir la
dolorosa noticia notamos que la sensación de desgarro
en el corazón ya la percibimos antes, como si supiéramos
que esta persona iba a morir… sin que antes nos tocara vivir
una experiencia así.
- Y por último, el más interesante y poco común,
el llamado “ya visitado” (Déjá visité).
Si a usted le ha sucedido ponga mucha atención, ya
que muy poca gente tiene esta suerte. Es cuando vamos por
primera vez en nuestra vida a una casa, ciudad, localidad
o cualquier lugar, y sentimos que ya hemos estado ahí,
que en algún momento ya visitamos este lugar. Es más:
sorprendentemente sabemos orientarnos sin mapa y sin que nadie
nos indique el camino. Si es en una casa, sabemos la ubicación
exacta de las piezas o de la cocina o cuántas salidas
hay al patio.
Esa fue
la explicación científica. Ahora veamos el lado
místico. Del Déjá Vu se tiene antecedentes
desde la antigüedad, aunque se comenzó a estudiar
más seriamente sólo a partir de 1800. En escritos
antiguos de diferentes culturas ya figuraban relatos de personas
que afirmaban haber visto distintos hechos y sentir que lo
habían soñado. Fue en la época del oscurantismo
que se frenó la libre expresión de estas sensaciones,
cualquier individuo que dijera experimentar estos fenómenos
ya tenía una patita dentro de la hoguera.
Otras
explicaciones no científicas atribuyen esta experiencia
a una “profecía” o “visión” recibida a través
de un sueño o atribuida a una experiencia sufrida en
una vida pasada. Se dice que detrás de nosotros hay
una continuidad de vidas, en diferentes épocas, en
diferentes condiciones sociales, raciales y sexuales… Se dice
también que vamos vida tras vida de la mano de la misma
gente, que pueden ser nuestros parientes, parejas y amigos
cercanos, que el vínculo jamás se corta. Quizás
por lo mismo ocurre que a veces conocemos a alguien y sentimos
que ya lo conocemos de toda la vida y hasta nos sorprendemos
pensando las mismas cosas. ¿Será, entonces,
que estamos viviendo siempre, reencarnando y muriendo, reencarnando
y muriendo… arrastrando experiencias y también carencias
en lo más hondo del alma, que en determinado momento
salen a luz?
Será
por esto que a algunas personas nos pasa que al llegar a este
Cajón de las verdades ocultas, sentimos una familiaridad
con el paisaje, una necesidad de quedarnos aquí, cobijados
por estos cerros. Será que en otra vida ya vivimos
aquí o en un lugar muy parecido... Y ahora me pregunto
yo, con el Déjá Vu del El Volcán… ¿cuántas
cazuelas me habré comido yo y no me acuerdo?