La 
palabra Grafología se descompone en dos grafemas: grafos, que quiere decir 
escritura, y logos, que significa ciencia; definiéndose etimológicamente 
como ciencia que estudia el grafismo.
La 
grafología comienza como paleografía, considerada una disciplina 
auxiliar de la historia, encargada de reconocer fuentes escritas y caracteres 
gráficos. Su finalidad era determinar cuándo, dónde y con 
qué características socioculturales fueron escritos, pero sólo 
evaluaba los grafismos desde una perspectiva comparativa, sin asignarle un trasfondo 
conductual al trazado.
Siendo 
la escritura de carácter único e irrepetible y después de 
muchos estudios científicos, se ha logrado la sistematización y 
metodología definida del sistema ideado por Camilo Baldo en 1620.
Reconociendo 
que existen muchas y distintas escuelas de aplicación de la grafología, 
esencialmente se fundamentan en dos principales: la de Hipólito Michon 
y la su discípulo Julio Crepeieux-Jamin, los cuales dan origen a la Teoría 
de las Resultantes, estableciendo la integración de los gestos gráficos, 
cuyo resultado es una nueva faceta de la personalidad del individuo.
Actualmente 
tenemos como aplicación práctica de la grafología el conocimiento 
conductual, orientada tanto al conocimiento del individuo como a ayudar a modificar 
sus conductas.
Algunos 
campos en donde se puede aplicar la grafología son:
- 
Laboral, especialmente en las áreas vocacionales y ocupacionales, cuyos 
fines son saber lo que al individuo le gusta hacer, o a quién se necesita 
para una labor determinada.
- 
Judicial, con el fin de ayudar a esclarecer casos dilucidando trastornos sicológicos 
o simples fraudes en las declaraciones de los inculpados o procesados.
- 
Terapéutica, tiene como objetivo ayudar a modificar falencias en las conductas 
del individuo.
 
 Todas estas aplicaciones nos explican una vez más 
que la Grafología es una técnica evaluativa y diagnóstica, 
descartando enfáticamente algún concepto esotérico.