:: PELOTAS.
   La Roja de todos "entre Copas y copas".
Por Vania Ríos Molina.

La Copa “se mira pero no se toca”. Así versa el popular dicho que, como una bofetada, nos recuerda una y otra vez que el fútbol chileno -al menos el que pasa por los pies de la selección adulta- está lejos de triunfar más allá de nuestras fronteras. No es que yo sea fanática del balompié, pero no puedo dejar de pensar en la frustración de miles de hinchas de la tricolor que en vísperas de cada campeonato se ilusionan con una escuadra supuestamente “llena de estrellas” y finalmente terminan masticando la amargura de la derrota. ¿Qué será lo que ocurre con nuestros jugadores que no responden a las expectativas que ingenuamente depositamos en ellos? Tenemos un equipo que como pocas veces –según afirman los entendidos tiene figuras con talento para jugarle a
cualquiera de igual a igual. Entonces, algo está fallando. Ineptitud del técnico de turno sostienen algunos, escaso profesionalismo de los deportistas, señalan otros. En mi opinión el asunto va por lo último: no existe un verdadero compromiso con la camiseta por parte de los miembros de la Roja. La molestia surge al comprobar que estos muchachos reciben millonarios sueldos por representar a nuestro país, viajan por el mundo vistiendo los colores patrios, y en lugar de entregarse por entero a la práctica del “deporte rey” derrochan su tiempo armando escándalos y festejando pequeños e inservibles triunfos. El resultado de la juerga: masacre en el marcador, eliminación y temprano regreso a casa con el rabo entre las piernas.

Con la llegada del sobreexpuesto Marcelo Bielsa la cuestión nuevamente parece tomar buen camino, la población futbolera vuelve a emocionarse y a jurar que ahora sí estamos para grandes cosas, porque - sea como sea- este argentino viene de la tierra de Maradona, para muchos el mejor futbolista de todos los tiempos. Pero a no confiarse. Mientras “la Roja de todos” siga creyendo que jugar fútbol consiste únicamente en pegarle bien a la pelota, y no atienda al desarrollo emocional e intelectual de los jugadores, de muy poco servirán la disciplina y estrategias de juego impulsadas por el advenedizo técnico trasandino.

El escaso cultivo del intelecto, reflejado sobre todo en las últimas presentaciones del equipo adulto en el extranjero, me ha llevado a pensar que tal vez, si los torneos y trofeos en el fútbol no tuvieran nombre de recipiente para licores, a nuestra querida selección le iría mucho mejor. Copa Libertadores, Copa América, Copa del Mundo… En medio de tanta copa, y considerando la limitada instrucción de muchos de nuestros seleccionados, es probable que más de alguno haya confundido estas importantes citas deportivas con tentadores cócteles etílicos, y en lugar de salir a jugar por Chile y ganar la Copa, haya creído que el asunto consistía en que el que tomaba más copas de ron, piscolas o whiskys ganaba el campeonato.

¿No sería bueno –digo yo- desvincular al fútbol de tanta alusión copera y empezar a denominar de otro modo a justas y galardones? En tenis se premia a los campeones con Ensaladeras, en fútbol americano se juega el “Súper Tazón”…utensilios que ante una posible confusión sólo podrían inducir a los atletas a alguna sobredosis de verduras o, a lo más, a una intoxicación por chocolate caliente. ¿Irá por ahí la cosa?