:: EL CAJÓN DE LAS VERDADES OCULTAS.
   El carnaval del patrono San Antonio de Padua
Este Carnaval, que acaba de realizarse en su versión número 15, es el resultado del esfuerzo de un grupo organizador y de muchas comparsas que con constancia y compromiso han sabido llevarlo adelante. Aquel grupo organizador es la Compañía de Teatro La Empresa, dirigida por nuestro amigo y amante del Carnaval Latinoamericano Ernesto Bravo. La fiesta celebra al Patrono San Antonio de Padua, ya que fue aquella parroquia ubicada en Carmen con Maule, en Santiago centro sur, la que abrió su espacio para albergar a La Empresa y a su Escuela de Carnaval Pitamba para comenzar a realizar el Carnaval santiaguino en el año 1992. Sin embargo, este evento no tiene un carácter netamente religioso, sino que apunta más al ámbito popular, es decir, que para muchos la «devoción» es hacia el Carnaval en sí, como tradición popular humana, festiva, alegre, crítica a los patrones culturales establecidos por los aparatos de poder, y por supuesto hacia su esencia comunitaria. La historia del Candombe en este Carnaval se remonta a su inicio, y la comparsa candombera que en ese entonces participó se llamaba Lonjas del Uruguay, comparsa fundadora del Candombe en Santiago; luego, esta comparsa cambia su nombre a Candominga, una vez que se amplía a más chilenos que ingresan a formar parte de ella. Posteriormente la Candominga, por razones que muchas comparsas han vivido desaparece, y de los integrantes que quedan nace la Sociedad Candombera Catanga, formada por niños y niñas, jóvenes y adultos de nacionalidad uruguaya, chilena y argentina, que se reparten funciones al interior de lo que implica una comparsa candombera: tamborileros, bailarinas, vedettes, personajes y figuras arquetípicas, banderas, confección de vestuarios y estandarte identificatorio.

Por: Marisol Larenas Navarrete.

Santiago, ciudad dormida que a ratos asemeja a un gigante descansando a los pies de la cordillera de los Andes, pocas veces despierta a la música y alegría de un carnaval callejero. Este mes de octubre fue la excepción…

Contadas son las ocasiones en las cuales los ciudadanos participan con tanto entusiasmo -y que no terminan con destrozos, detenidos, ni el infaltable basural- como es el caso del Carnaval de San Antonio de Padua (Fondart, con auspicio de La Ilustre Municipalidad de Santiago, además del apoyo de la División de Organizaciones Sociales) que, a pesar de tener mas de 10 años de antigüedad, no cuenta con cobertura mediática o grandes marcas auspiciadoras, factores que probablemente van de la mano.

Es el Barrio Bogotá -lugar que comprende las calles Ñuble, Maule, Lira y alrededores- el epicentro de este alegre pero organizado y tranquilo carnaval en honor a San Antonio, honrado en la Iglesia del sector. En la versión correspondiente a este año la fiesta reunió a decenas de grupos juveniles de baile, canto, batucadas, candombe, malabaristas y artistas en general que llenaron de color y danzas las calles sorprendiendo no sólo a los habitantes del sector, sino cada vez a más personas, ya que con el paso del tiempo va sumando más publico. Fueron tres días de una fiesta que pasó de tener carácter de barrio a convertirse en el Gran Carnaval Metropolitano de Santiago.

Se inició el día viernes 12 de octubre con la llamada de los tambores por distintos barrios de la capital. Al caer la noche del día siguiente se celebró la Gran Noche Latinoamericana con murgas provenientes de Uruguay y Argentina, y contó, además, con la presencia de artistas locales. Finalmente, el domingo 14 se dio por finalizado el Carnaval en la plaza Bogotá con el homenaje a una artista que ha contribuido al desarrollo y difusión de la cultura popular. Este año fue el turno de la actriz y directora Rosa Ramírez -La negra Ester, estrenada el año 1988 bajo la dirección del recordado Andres Pérez-. En años anteriores se ha contado con la presencia de Gabriela Medina -Coronación, La fiebre del loco, además de su amplio trabajo teatral-, Maité Fernández -actriz de gran trayectoria que en 1993 creó la compañía de Teatro La Ventana- y Margot Loyola, premio Nacional de Artes 1994.

El carnaval del santo casamentero nos deja, además de colores, ritmos y algarabía, un ejemplo de lo que se puede lograr con esfuerzo y tesón. Una clara muestra de que mediante esfuerzo conjunto se puede difundir la cultura latinoamericana.

Esperamos, entonces, hasta el próximo año por una nueva versión del Carnaval de San Antonio de Padua, para que otra vez inunde de color y música las calles del Barrio Bogotá. Ojalá se unan cada vez más comparsas y algún día se extienda al resto de las comunas de Santiago… ¿Y por qué no?: Imitemos la iniciativa en El Cajón del Maipo.

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