:: NUESTRA HISTORIA CAJONINA / 2.
    en los tiempos de la Compañia Minera Merceditas.

Por: Patricia Valenzuela Jeldes.

La actividad minera es bastante diversa y depende del recurso explotado, lugar geográfico donde se encuentre y tamaño de dicha explotación. Con relación a esto último, el minero Francisco Astorga nos comenta que: "(…) la pequeña minería contempla una explotación de hasta 600 toneladas al día. De 600 a 1200 toneladas diarias sería mediana minera; y de 1200 hacia arriba sería la gran minería, como la de Chuquicamata, La Escondida o La Disputada". Además de esto, habría también una cuarta división, la llamada minería artesanal, comúnmente confundida con la minería de 'pirquén'. Siguiendo a Don Francisco, la diferencia entre ambas estaría en que una está referida a la forma de extracción y la otra al tipo de relación que se da entre los mineros y el administrador de la mina, de modo que la minería artesanal es aquella realizada manualmente, trabajada con pala y picota, y la de pirquén es una forma de contrato de trabajo, mediante el arriendo de una mina. Vemos entonces que una mina podría ser tenida por un grupo de mineros por pirquén y trabajarla artesanalmente.

De todas maneras, no fue ese el caso de El Volcán en los tiempos de la Compañía Minera Merceditas (CMMe), que explotó las minas del lugar desde el año 1933 hasta 1976. Si bien el desarrollo de dicha compañía fue satisfactorio hasta el año 1939, las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial para la explotación minera en nuestro país fueron nefastas. Por ello, mediante un préstamo se abrió un nuevo socavón, pero dicha producción no fue suficiente para evitar la paralización de la compañía Minera Merceditas en 1945. Si bien la actividad minera después de estas fechas se reactivó, el terremoto de 1958 y la dictadura militar ocurrida en nuestro país en 1973 generaron el cierre definitivo de la compañía y la casi d e s a p a r i c i ó n d e l p o b l a d o , convirtiéndolo en un caserío con escasas ofertas laborales y una baja calidad de vida por parte de sus habitantes.

No obstante, esta situación era completamente distinta a la de antaño, pues en aquel período de esplendor la actividad minera era realizada gracias al trabajo de varias centenas de hombres, los que no sólo trabajaban en la extracción si no que se desempeñaban también en la planta donde se faenaba el material. Estos hombres, solos o junto a sus familias, que llegaron al poblado en su mayoría sin dinero o techo bajo el cual dormir, provenían en gran parte de la zona de San José de Maipo, aunque muchos otros provenían del norte o sur del país. Si bien algunos tenían tradición y conocimiento minero, otros venían a probar suerte. No obstante a su experiencia, los pobladores de El Volcán nos hablan de un promedio de 800 a 1000 trabajadores que se asentaron en este lugar en el período de la Compañía Minera Merceditas, y que trabajaban distribuidos más menos en partes iguales entre la operación de la planta y la extracción del mineral. En 1949 Mauricio Folchi escribe: "Las minas funcionaban en dos turnos, de lunes a sábado de 7 a 23 horas, mientras que la planta de concentración laboraba de lunes a domingo las 24 horas del día, durante todo el año. Diariamente bajaba un tren cargado con sacos de concentrado de cobre hacia el puerto de San Antonio." (Folchi, Pág. 24)

Por la cantidad de personas que trabajaron en este período y por los adelantos tecnológicos alcanzados en el área económica y social, los actuales pobladores de la localidad recuerdan con mucha nostalgia los tiempos en que la CMMe desarrolló su actividad productiva en la zona, pues es en este momento cuando el poblado ya constituido ofrecía una buena calidad de vida para sus habitantes. Por ejemplo, con el fin de obtener mayor productividad, se lograron varios adelantos tecnológicos, que junto a las buenas ganancias obtenidas, permitieron la constitución de un poblado que ofreciera a sus habitantes una buena calidad de vida. De estos adelantos tecnológicos podemos destacar el término de la construcción, en 1914, del ferrocarril Militar Puente Alto - El Volcán, que comenzó a cimentarse en el año 1904. Si bien dicho ferrocarril se construyó con el fin de mejorar la productividad minera, es necesario reconocer que aportó enormemente al desarrollo económico y social no sólo del poblado sino de todo el Cajón del Maipo, convirtiéndose en el medio de transporte utilizado por los pobladores de El Volcán y otras localidades y los numerosos turistas que visitaban la zona, aumentando el desarrollo de la actividad turística y social en el poblado: "El ferrocarril llegaba hasta aquí. El día sábado, día festivo, día domingo era negocio acá hasta que se iba el automotor a las seis de la tarde, cualquier gente. Si el negocio y la estación estaban ahí, así que cruzaban para acá no más, toda la gente llegaba a almorzar, a cualquier cosa. No teníamos tiempo. Teníamos pensión. Llegaba más gente los fines de semana. Era la tradición de la gente subir en ese tren automotor." (Sra. Adriana. "Yo soy Adriana". Carolina González.)

Como la última estación del ferrocarril se encontraba en El Volcán, había toda una construcción destinada a su limpieza y mantenimiento, como boletería, lugar donde se limpiaba y arreglaba, un silo donde se guardaba la carga y una casa donde dormían los militares encargados del tren. En el presente sólo quedan las bases del suelo de donde se limpiaba el tren y el silo donde se guardaba el material.

No sólo el ferrocarril fue el único adelanto tecnológico que mejoró las ganancias obtenidas en esta producción minera a través del abaratamiento de los costos de traslado. Igualmente en este período "se construyó una planta de beneficio propia, con capacidad para tratar 50 toneladas diarias y que constituía una de las mejores del país en su categoría…" (Mauricio Folchi, pág. 26)

Paralelamente, es en este período cuando El Volcán comienza a transformarse en poblado, pues "se construyó un campamento y cocina para los obreros y casas para los ingenieros, se instaló agua potable y levantó una cantina, una pulpería y un garaje….Se construyeron vías para camiones hacia las minas y un andarivel que sustituyó definitivamente el uso de mulas para el traslado de minerales. Consecuentemente, se obtuvieron las mejores utilidades en toda la historia de El Volcán… se mejoraron las habitaciones de los obreros… En 1953 los obreros recibieron aumentos remuneracionales, junto a diversas regalías…" (Mauricio Folchi, pág. 25)

Pese a todos estos adelantos tecnológicos, hubo dos grandes problemáticas que nunca se pudieron dejar atrás: los cotidianos accidentes laborales y la silicosis. En relación a los accidentes laborales, podemos mencionar que ellos se producían por los derrumbes o explosiones. Y si bien el trabajo con explosivos requería de una persona que tuviera no sólo un conocimiento teórico sino también práctico, ello no evitaba dicha situación. Para el caso de El Volcán, podemos reconocer como tal a Don Juan Borque, minero experto en explosivos y caracterizado igualmente por su "desprecio a la muerte", convirtiéndolo en un minero muy respetado. A pesar de la diversidad de trabajos realizados por los mineros, lo común entre ellos no era sólo el "desprecio a la muerte", como ellos mismos reconocen, sino también el destino obligado de dichos trabajadores: la silicosis, enfermedad que, como mencionan los mineros, se debe a:

"El silicio es el que entra en los pulmones. La perforadora es un máquina que tiene una roca con una punta de diamante que va golpeando y dando vuelta a la vez. Cuando una persona perfora la roca respira el polvo, y esto es lo que hace que se quede en los pulmones. Ahora a la maquina se le introduce una manguera con agua que bota el polvo, pero como barro. Esto ya no produce la acumulación de silicio. La silicosis no tiene remedio, pero si hay tratamientos para controlarla… Todos los que tienen silicosis eran hombres grandes, fuertes, pero hoy los que no han muerto están flacos, están mal... Casi todos los viejos que trabajaron aquí se enfermaron". DdO