¿Y qué hay? Hay una cultura
del tener por acumular, de la ambición, de la categórica
diferencia institucionalizada entre los ingresos de pobres y
ricos. Todo esto, al presente, sazonado con las elecciones municipales
ad portas y las próximas presidenciales.
Se echan de menos vientos más armónicos. Se
echan de menos vientos fraternos.
Ayer alguien me dijo: Al menos, quedan algunas buenas cosas
para leer, para mirar, para escuchar. Sí, las culturas
humanistas siguen existiendo. Hay literatura, artes plásticas,
música selecta, tradiciones populares, patrimonios,
claras disciplinas y conductas humanas de toda índole
para crecer... A las personas que se miran por dentro, que
leen, que ven, que escuchan de verdad -y a todos los que nos
acompañan o nos han acompañado a lo largo de
estos seis años- se les agradece el aliento y el camino
recorrido.
Esta publicación es un laboratorio cultural, es una
instancia en la que se puede compartir, es un sitio que recibe
el saber de otras latitudes (cercanas o lejanas) y entrega
lo propio de la zona, es un vaso comunicante para entender
mejor lo que significa la condición de ser persona
en un mundo diverso, de ser individuo capacitado para solidarizar
y tolerar, para entregar y recibir algo que queda resumido
en dos palabras: cultura esclarecida. Cuando se habla de cultura
esclarecida se habla del arte de vivir respetado y respetando.
Esto es importante. Por ejemplo, es algo que no se puede perder
de vista cuando se va a marcar la crucecita a un candidato.
De esa marquita dependerá en parte la vida cotidiana
de cada uno de nosotros, esa que se expresa en nuestra forma
de pensar, hablar y actuar según nuestros deseos, nuestros
temores y goces, nuestras necesidades del pasar individual
y colectivo expresado en conductas sociales libres y adaptables.
Esperemos que esta primavera nos traiga muchas flores.
J.P.Y.B