Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 45 - Año VII, Ocubre y Noviembre 2008
CAJON DE VERDADES OCULTAS
Marisol Larenas Navarrete

En el sector de la Posta Central, en la calle Portugal, vivía, en la entrada de un supermercado, un perro amarillo de gran tamaño. Pasaba sus días acostado en la entrada del supermercado como guardia sin uniforme. Estaba bajo los cuidados de un joven indigente. Era muy conocido por los vecinos del sector, quienes lo bautizaron de distintas formas, aunque el apodo de Carita de León era el más apropiado debido a su linda melena dorada.

Era normal verlo dormir plácidamente al término de las escaleras de la entrada del local mientras las personas entraban y salían. Hacía honor a su nombre, echado cual león, como esperando a que las hembras le trajeran el alimento. Era uno de esos detalles cotidianos que tanto llaman la atención cuando desaparecen.

Y fue así que un día ya no estaba durmiendo plácidamente como todos los días. En su lugar había velas encendidas y carteles con su foto. Personas del sector conversaban en voz baja a un costado de la entrada del supermercado, que dice conocer a sus clientes. Se mezclaban vecinos de los edificios junto a las personas que duermen en los alrededores de la posta, además de miembros del grupo Animalistas en Acción. Todos preguntándose qué había hecho el perro, que ya estaba en trámite para ser adoptado, para merecer la muerte.
 





Un día de agosto Carita de León comenzó a botar sangre por su hocico y fue llevado de urgencia a la Clínica San Cristóbal por su dueño Carlitos y vecinos del sector. El diagnóstico fue categórico: al perro le habían dado alimento envenenado y había que dormirlo a la brevedad. Fue así como se selló el destino del animal. No tardó en salir a la luz el rumor de que había sido personal del supermercado el responsable de la muerte de la mascota del joven Carlitos. Era un secreto a voces y las personas comenzaban a notar la falta del animal y a reclamar en el mismo establecimiento. Cuatro sábados seguidos se realizaron velatones, se juntaron firmas, se pusieron reclamos en distintos medios.

Finalmente, el día 12 de septiembre, se entregó una carta a la administración del supermercado solicitando una respuesta. El supermercado se comprometió a averiguar si la muerte de Carita de León era responsabilidad de algún trabajador del establecimiento. Apelando al slogan que reza… el Supermercado te conoce.

¿Conocerá realmente a sus clientes como para no darse cuenta que con actos de esta naturaleza lo único que se logra es una imagen lejana y autoritaria, que atenta con el aura amigable que quiere demostrar este establecimiento? ¿Que habría pasado si al momento de darle el alimento con veneno al viejito Carita de León, también lo hubieran consumido los perros de los clientes que quedan amarrados en la entrada mientras realizan sus compras al interior del local? Son varias las interroga ntes que quedan sin respuesta. Pero queda una sensación de impotencia entre los vecinos del sector. Todos nos preguntamos hasta dónde llega el poder de las empresas y del dinero, y hasta dónde afecta nuestras vidas.

Vecinos y animalistas se están organizando para erguir una animita en recuerdo del animal y así evitar que el caso sea olvidado y demostrar que los clientes no somos sólo entes que van tras lo más barato. Que no se nos subestime. Detrás de cada cliente hay una historia y no basta con tener alimento de mascotas en los pasillos principales del local.

Ya no hay leoncito en Diagonal Paraguay con Curicó, pero si muchas interrogantes y... un sabor muy amargo.

(Email: caritadeleon@gmail.com)