Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 45 - Año VII, Ocubre y Noviembre 2008
PALABREANDO
  
Vania Ríos Molina

Que nuestro himno nacional es el segundo más bello del mundo… Que alguna vez la bandera chilena fue distinguida como la más hermosa del planeta… Que somos los “ingleses de Sudamérica”… ¿Habrá algo de cierto en tan conocidas afirmaciones?

Del concurso de himnos nacionales no hay certezas, no se sabe dónde ni cuándo se realizó, lo único cierto es que después del francés –La Marsellesa- cada país se vanagloria de poseer la letra y melodía más hermosas en su canto patrio.
 

En cuanto al reconocimiento de nuestra bandera, siempre pensé que se trataba de una invención popular, pero me encontré con que ciertamente el concurso existió, llevándose a cabo en lejanas tierras belgas en el añ o 1907 y que, efectivamente, Chile se alzó con medalla de oro.

Y eso de que somos los ingleses de Sudamérica… Nunca me ha convencido del todo. Seducida por el estereotipo, siempre he mirado al inglés como a un caballero distinguido, refinado, puntual, correcto en la pronunciación de su idioma; características y conductas - para qué estamos con cosasdesacostumbradas en la especie homochilensis. Algo hay de cierto, eso sí, en esta arraigada creencia asimilatoria; un claro ejemplo podríamos encontrarlo en las carreteras, donde muchos compatriotas dejan salir al inglés que llevan dentro al insistir en conducir por la izquierda y adelantar por la derecha. En segundo lugar –y en este punto centraré el Palabreando de hoyestá la cuestión del idioma. En este sentido, la incesante concurrencia de vocablos ingleses a nuestra lengua hace que el apelativo de ingleses de Sudamérica no nos parezca tan desafortunado y nos lleve a preguntarnos hasta qué punto podremos mantener un filtro y seguir conservando con orgullo nuestra lengua.

La simpatía hacia la influencia extranjera en nuestro idioma tendría, entre otras explicaciones, la aparecida en el artículo “El español de Chile: lengua y cultura”, de Teresa Ayala, profesora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. La autora relaciona la incorporación de extranjerismos, principalmente anglicismos, con el aislamiento geográfico de nuestro país, que nos haría mirar con cierta apertura y benevolencia lo que está más allá de nuestras fronteras: “El chileno admira lo que está afuera, por lo que no tarda en hacer suyos usos y costumbres provenientes de otras culturas”, señala Ayala. Además, el ingreso de tecnologías foráneas introduce también un vocabulario y terminología asociados a éstas.

Mi explicación -mucho menos ortodoxa que la de la profesora- me lleva a pensar que la inclusión de neologismos o la sustitución de vocablos castellanos por anglicismos es percibida por muchos como un signo de sofisticación y modernidad, y refleja un síntoma de siutiquería, de querer subirle el pelo a lo sencillo, lo que sin darnos cuenta nos ha llevado a desechar aquellas palabras que ya nadie pronuncia y que lamentablemente terminarán por desaparecer. Veamos un claro ejemplo del fenómeno en el siguiente texto, extraído de un correo que llegó a mi bandeja de entrada hace algún tiempo:

“Desde que a las insignias las llaman “pins”, a los autoadhesivos “stickers”, a los maricones “gays” y a las comidas frías “lunchs”, Chile ya no es el mismo, ahora es mucho más moderno. Antes los niños leían revistas y no “comics”, los jóvenes hacían fiestas en lugar de “parties” y los empresarios, negocios y no “bussines”. En la escuela muchas veces hacíamos “aerobics” creyendo que eran clases de gimnasia y guardábamos nuestras pertenencias en un casillero y no en un “locker”. Cuando estudiábamos una noche entera decíamos “estoy hasta la chucha”, ahora “estamos a full”. Si parábamos un ratito a comer un sanguchito hacíamos un “break” y ni lo sabíamos… Ahora no salimos al centro comercial, vamos de “shopping” al “mall”. Nuestros hijos no andan en monopatín sino en “scooter”, que es mucho más veloz. Ya no tenemos sentimientos, hoy tenemos o no tenemos “feeling” con alguien. Si vamos a la farmacia debemos sacar un “ticket” y esperar nuestro turno. Ahora escuchamos “compact disc”, hacemos “footing”, “treeking” y cuando carreteamos lo hacemos en “pubs”… adiós al boliche de la esquina. Después del trabajo nada mejor que una hora en el “gym”. Desde hace algún tiempo los tipos importantes son “VIP”, los puestos de venta “stands” y en el cine comemos “pop corn”… ¡cagaron las cabritas! Y por supuesto que ya no pedimos perdón, decimos “sorry”. Para terminar, ¿sabe cómo se llama la máxima cita de nuestro deporte criollo, el rodeo? ¡El Champion!… Para reflexionar, ¿no?

See you later! DdO