Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 46 - Año VII, Dic. 2008 -Enero 2009
PALABREANDO
  
Vania Ríos Molina
En más de una ocasión algún conocedor de mi afición por las letras me ha preguntado, casi reclamándome, que para qué sirve la ortografía, si al final -sea como sea siempre terminamos entendiéndonos. Según este punto de vista, para una misma grafía daría lo mismo usar una v o una b, una s o una c e incluso una z; tampoco tendría sentido la presencia de la h al comienzo de una palabra o en medio de dos vocales, pues si la llevamos a la oralidad, ni siquiera tiene sonido. Y en cuanto a los acentos (léase tildes)… ¡uf!... ¡qué dolor de cabeza! Todo sería, según su paranoide teoría, una confabulación enciclopédica que sólo busca complicar la existencia humana.
 


Pero este debate no es sólo asunto de unos simples mortales: en octubre de 1984 el colombiano y Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez escandalizó a muchos hispanohablantes (o, mejor, hispanoescribientes) diciendo que «habría que suprimir los acentos de la lengua castellana”. Coincidiendo con el galardonado escritor, Josep María Albaigès i Olivart, actual vicepresidente honorario de la asociación cultural Mensa, dedicada al estudio y fomento de la inteligencia, señala en su artículo “La nueba ortografia” que “el mantenimiento a toda costa de las convenciones ortográficas heredadas del siglo XV es uno de los saberes más inútiles pero a la vez más anclados en la conciencia «cultural» de muchas personas en nuestra época”.

Los defensores de la ortografía señalan, por su parte, que la fijeza en el grafismo de una palabra es condición necesaria para una rápida identificación y lectura.

Albaigès i Olivart propone, no sé si en broma o en serio - juzgue usted mismo-, una reforma ortográfica del castellano, que sea auspiciada por la Real Academia de la Lengua, que permita facilitar su aceptación y efectuarla coordinadamente, limitando así al mínimo el aludido problema de la identificación. De este modo, en unos pocos años podría llegarse a una ortografía fácil, racional y bella sin amargar la vida a los alumnos ni a los profesores de la actual generación escritora, habituada a las normas ortográficas de la RAE. A continuación, la propuesta íntegra de Josep María Albaigès i Olivart:

“El primer punto de ataque sería al aspecto más innecesario y por tanto más prescindible de la actual ortografía castellana: los acentos. No se comprende este afan por guiar tan minuciosamente la pronunciacion, especialmente si se acompaña de un desden tan notorio hacia la grafia. Ingles, aleman, italiano y tantos otros idiomas se pasan perfectamente sin estas molestas virgulillas, y como ellos hariamos nosotros, sin que nadie deje por ello de saber cual es la silaba tonica de una palabra.

El segundo año del Plan de Reforma Ortografica del Castellano (en adelante PROC) ya prodrian acometerse cosas de mas envergadura, eliminando de una vez la molesta h, salvo en la palabras extranjeras, donde abitualmente es pronunciada. ¡La erencia cervantina mas pesada, la pesadilla ortografica infantil mas orrorosa, eliminada al fin!

Como estos cambios abrian sido sencillos y bien acogidos, podria continuarse el año siguiente con la unificacion de las letras b/v a la primera, en la cual an conbergido ambas foneticamente, cosa que esperamos no bulneraria los sentimientos de quienes todabia opinan que debe distinguirse su pronunciacion.

En el cuarto año ya nos atreberiamos a empresas mayores erradicando la c y la q, ke serian substituidas, según los kasos, por la z o la k. Ay ke dezir ke, aprobechando la okasion, tambien se suprimiria la inutil x, ke se konbertiria en s, ks o gs, segun su pronunziazion. El grado de eksaktitud fonetika konseguida a estas alturas seria ya konsiderable.

Para deskansar un poko, el kinto año nos limitariamos a reformas pekeñas, ke kaerian komo fruta madura: se suprimiria tambien la y por innezesaria, i se simplifikarian las komplikaziones aktuales con las letras g/j. La primera sonaria siempre gutural oklusiba, sin nezesidad de u interpuesta, i la segunda frikatiba. Ninguna difikultad, ninguna gerra darian estas nuebas medidas, ke alijerarian ia kasi totalmente la lengua.

I, en fin, en el sesto año de la PROK entrariamos ia a fondo en la reforma. ¡Fuera los sinos inutiles! Las letras mudas serian suprimidas sin miserikordia komo antes se abia echo con la ache, i la grafia se adataria a la autentika pronunziazion. Palabras komo imbento, berda o argo podrian ofrezer un aspeto un poko estraño al prinzipio, pero pronto nos akostumbrariamos. Inkluso, con un poko de audazia, se podria aprobechar la letra c, ke abria kedado libre, para sustituir kon ella la atual ch, komo azen los italianos.

I asi, en un plazo tan brebe como seis años abriamos akabado disfrutando de una lengua senzilla i tanto o mas armoniosa bisualmente de lo ke pueda ser el antikuado kastellano atual, prisionero de kombenziones i lastres ke nos atan inutilmente al pasado, azen difizil el aprendizaje i perpetuan la bijenzia de kapricosas grafias, kiza balidas i mui respetables en otras epokas, pero cocas i bazias oi de sinifikado i utilidad para el pueblo”.

¿Qué opina usted? ¿Votamos por la reforma ortográfica o no? DdO

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