Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 46 - Año VII, Dic. 2008 -Enero 2009
ANTONIO GIL

El notable novelista peruano Ciro Alegría nació el año 1909, en Huamachuco, región en la sierra norte del Perú. La misma tierra que viera nacer al gran poeta César Vallejo, de quien Alegría fuera ocasionalmente su alumno en la escuela primaria, siendo aún muy niño. A los cinco años se traslada con su familia a Marcabal Grande, hacienda de propiedad de sus abuelos paternos, a orillas del impetuoso río Marañón, afluente del Amazonas. Su primera novela, La Serpiente de Oro, retrata esos parajes abruptos y mágicos, por donde discurre el gran río tutelar hacia las selvas impenetrables. Hay quienes afirman que Teodoro Alegría, su abuelo, era un hombre generoso y de muy amplio criterio. Un masón y librepensador que influyó notablemente en el carácter y la forma de ser del niño.

Fue en Marcabal Grande donde Ciro Alegría conoció a Manuel Baca, peón de la hacienda de su abuelo, quien habría sido un extraordinario narrador oral. Un hombre del campo dotado de ese don maravilloso, como los hay en todos los países de nuestra América. De esa fuente bebió el futuro novelista el profundo sonido de la tradición que, de boca en boca se pierde, bajando en la noche de la sangre y la tierra y el olvido, como
 
una raíz, buscando lo más hondo de nuestra identidad escondida. Esa voz sería crucial en toda la obra de Alegría.

Rebelde por naturaleza, además de hijo de un tiempo turbulento de nuestro Continente, colaboró Alegría en variados periódicos revolucionarios como «El Norte» y «La Industria». Entre 1931 y 1933 fue encarcelado dos veces en la cárcel de Trujillo y en la Penitenciaría de Lima y, por último, fue desterrado a Chile.

En nuestro país daría forma definitiva a La serpiente de oro, la que obtuvo el primer premio de un concurso convocado por la histórica e inolvidable editorial Nascimento, en 1935. Rota su salud a causa de las muchas persecuciones y encarcelamientos sufridos, debió ser internado en el sanatorio de San José de Maipo, donde permaneció por dos años y donde escribió su segunda novela: Los perros hambrientos, con la que ganó en 1938 el segundo premio del concurso de la editorial Zigzag.

En San José de Maipo da también inicio a su más conocida novela: El mundo es ancho y ajeno, relato con el que ganó el primer concurso de novela latinoamericana convocado por la casa Farrar and Reinhardt de Nueva York. Ya no volvería a la literatura, centrando de allí en adelante su labor en el periodismo y la cátedra universitaria. Fue el Cajón del Maipo, como vemos, una llama, un fogonazo de inspiradora energía para este importantísimo autor peruano, quien abandonó este mundo en Lima en 1967. DdO

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