Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 46 - Año VII, Dic. 2008 -Enero 2009
LINTERNA-TURA

Rolando Naveas Leiton

-Cuando no me encuentro en casa, me han dicho que mis dos perros a las ocho en punto de la tarde comienzan a ladrar primero y luego a aullar. Esto, durante algunos minutos. Mis perros son muy importantes, no los puedo dejar solos. Están acostumbrados a que les dé de comer todas las tardes a esa hora. Si no estoy a tiempo, se decepcionan y se echan por ahí y ya no me esperan. Entonces tengo que llamarlos. Se hacen los indiferentes. “¡Temuco, Colina!”, los nombro. Se aproximan como si me hiciesen un favor y comen de sus ollas en silencio. Pero cuando estoy en casa, a esa hora ya están junto a la puerta de la cocina acezando alegres. Ahí aparezco yo con sendos tachos. Todos los días, ya sea verano o invierno, haya sol o lluvia, voy al restaurante de Rubén a retirar los desechos del día para alimentar a mis perros. El alimento para canes no es barato, así es que hay que compensar. Mis perros son muy tiernos, pero también muy esclavizadores.

-¡Oh!- dice ella. Están sentados uno junto al otro en el sofá. Ella ha apoyado su cabeza en el hombro de él. El toma una de sus manos. De pronto se abrazan y se dan un largo beso. El prosigue:

 


-Como te digo, son muy tiernos. Temuco, por ejemplo, recoge el diario de la puerta de mi hogar todos los sábados y domingos. Colina, por su parte, me alcanza mis pantuflas de descanso, y así. Me acompañan, con ellos converso y paseo por los alrededores. Hay dos casuchas en el patio frente a la ventana de mi dormitorio. Allí duermen y suelen despertarme con sus ladridos nocturnos. Colina es más chillón y agudo, Temuco no tanto. Les grito “¡cállense!”. Me escuchan a través de la muralla y callan… Tener un perro es muy bueno, pues te cuida la casa y espanta a otros seres indeseables.

-Son lindos los perritos -dice ella-, pero en mi departamento no puedo tener uno, están prohibidos. Aunque algunas ancianas de los otros pisos tienen dos y hasta tres gatos-. Luego vuelve a abrazarlo y lo besa con fruición: ¡shup slurp! El le corresponde, luego se separa inclinándose un poco, se toma ambas manos y, sonriendo, agrega:

-Colina es descendiente de boxer, es mestizo, lo recogí de una perrera. No es un quiltro, pues por sus venas corre sangre fina y además tiene dueño. El perro boxer originalmente se utilizaba en la caza del oso, después como cuidador de rebaños, posteriormente reemplazado por el ovejero alemán, y en la actualidad se usa como vigilante y cuidador de la casa-. Nuevo arranque de amor de ella, que deja caer sus zapatos a la alfombra dejando sus pies desnudos. Lo abraza, mueve los dedos de sus extremidades, lo besa con fruición: ¡slurp schlop!, saliviento. El responde. Un mechón de cabello cae por su frente. Vuelve a separarse, se acomoda el pelo y continúa:

-Por Temuco también corre sangre fina, pues es una mezcla de Collie con Foxhound, esto, por el lado de su madre, así que es terriblemente afectuoso con los de la familia. Me lo regaló mi tía Carmen, quien no aprecia mucho a los perros, pero quería darle compañía a Colina, por eso es que me lo regaló. ¡Estoy feliz con ellos, me tienen dichoso…!

-Amor…

-¿Sí?

-Abrázame.

- El la mira con ternura y luego estrecha su cuerpo recostándose sobre el sofá y deposita un ósculo en su cuello. Ella busca sus labios, recoge sus piernas, se desabrocha la blusa y le ofrece un seno. Besos y manoseos furibundos. Tanto, que resbalan del sofá y terminan revolcándose en la alfombra. Jadean y sudan, mas él no toma mayores iniciativas. Se para con dificultad, ayuda a su compañera, quien se arregla el vestido, y retornan al sofá. El vuelve a recoger el mechón de cabello que le cuelga en la frente. Suspira. Ella le toma las manos, se queja mañosita.

-Como te iba diciendo -dice él-, mis perros son encantadores, muy buenos amigos entre ellos. Me falta una perrita. ¿Podría ser una hembra cuica, digamos una Labrador? Una Labrador Retriever, ya la veo, pura ternura. Su cara de sonrisa, sus orejas protectoras del frío, con su pelaje corto y denso, espeso, apretadito, ¡aaah! Mis razas de perros también preferidos son el dócil Dálmata, el Doberman de muslos musculosos, el Fox Terrier, salonero y cazador. ¿Qué tal? Al Lebrel Italiano no lo soporto con esas ancas caídas, hay mucho quiltro parecido en las calles de Santiago, son miserables, y del Rottweiler ni hablar, son simplemente guerreros asesinos. Fíjate que en la norteamérica gringa, hubo o hay una línea de buses, llamada Greyhound, que llevaba en sus costados el dibujo de aquel flaco y amoroso perrito, cuyos orígenes provienen del antiguo Egipto. -¿Y te agradan los perritos de aguas? -¿Los Caniches? ¡Nooo, esos son para las ancianas jardineras y de buena posición económica!- Ella se acurruca en él y comienza nuevamente con sus besitos. El le corresponde. Ambos como Batman y Robin: ¡shup, slurp, agggh, jem, frot...! Estamos pronto… Desde fuera de la casa se escucha un ladrido de perro seguido por varios aullidos. El se retira, mira la hora en su Rolex imitación con cara de preocupado, se arregla el pelo, ordena su ropa y exclama: “¡Chupallas, son más de las ocho, mis perros me están llamando! Debo ir a alimentarlos, cariño, tengo que irme. Se dirige hacia la puerta.

El: Eres exquisita, mi amor, luego te llamo. No, mejor llámame tú.

Ella (suspirando): Está bien, no te preocupes. Adiós.

Una vez sola, se dirige a su computador y escribe en una página de Internet: Me metí con un saco de weas... DdO

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