Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 47 - Año VII, Febrero y Marzo 2009
PREAMBULO

En diciembre, el día de las elecciones de alcaldes y concejales, después de votar, me quedé dando vueltas por la plaza de este viejo y querido pueblo -que podría ser declarado zona típica (ver página 6) - esperando los momentos en que se abrieran las urnas. No pasó mucho tiempo antes de darme cuenta de quién sería el nuevo alcalde. Los resultados, para mí, eran clarísimos, incluso cuando aún nadie parecía reconocerlo, ni el mismo candidato a punto de triunfar, con quien intercambié un par de palabras casi casuales cuando me crucé con él.

Su persona me causaba una buena impresión. Cuando él era concejal lo había recogido en mi auto al reconocerlo cuando pasaba por La Obra hacia San José. Entonces conversamos y lo vi
 
CALLEJONCITO MÁS ALLÁ DE UNA CAÑADA
transparente, la mejor cualidad que puede tener un político. Me impresionó muy positivamente cuando me contó que él no sabía conducir. “Tomo la micro”, me dijo. Más que tomar micro, lo que me gustó es que no supiera manejar y que lo dijera, pues en este país el 90% de los conductores que dice saber manejar no sabe hacerlo ni tampoco sabe reconocerlo.

Tuve una segunda oportunidad de compartir con Luis Pezoa Álvarez cuando nos tocó almorzar en la misma mesa al coincidir como invitados, hace poco, estando él ya como alcalde en funciones. La impresión que ahora tuve de él fue la misma que la de entonces: transparente, asequible. Parece no prometer en falso. “Se hace lo que se puede”, dijo él, empeñoso.

¿Pero por qué estas líneas son encabezadas por el título “El misterio más allá de las Cañadas”? Se debe a unas palabras que cruzamos en esta última ocasión. Le dije, medio en broma, lo útil que sería poner a personas con carritos recogiendo la basura de las calles. Lo dije porque he estado en el Valle del Elqui, en Puerto Varas, en Frutillar, y llama la atención cómo cuidan sus calles. Aquí, incluso algunas de las mismas personas que ofrecen servicios al turista ensucian los muros de los pueblos del Cajón con carteles promocionales, al más puro estilo tercer o decimomundista. El alcalde me respondió que cómo no, que de noche ya se estaban limpiando las calles. Sí, el pueblo se ve más limpio. Entonces, le hablé de lo sucio que está el callejón entre Calle Comercio y Camino al Volcán, que delimita el terreno en que se encuentra la oficina de esta revista. Comenté de escombros y ratones. Su respuesta fue directa: Sólo se limpia entre Cañada Norte y Cañada Sur, de modo que el callejoncito en cuestión queda fuera. A esas alturas, la conversación derivó hacia otros horizontes junto a los demás comensales.

La tertulia, pues, quedó en el aire. Y yo también. Me pregunto qué pasará más allá de las Cañadas. ¿Se limpiarán esos sectores al menos una vez al mes? Eso sería novedoso y provechoso, pues, de los años anteriores, tengo memoria de que sólo una vez, quizás dos, se limpió aquel callejón, por donde mucha gente pasa… ¿Qué acontecerá, pues, más allá de las Cañadas, territorio en el que también vive gente, que también es pueblo? Misterio. Como toda historia que se precia, estas líneas quedan en suspenso…

Aprovecho para reiterar al alcalde y a los concejales los deseos de éxito, tal cual se dijo en estas mismas páginas en la edición anterior… y agregar: si queremos un San José declarado zona típica, empecemos - todos - manteniendo la limpieza más allá de raras fronteras…

J.P.Y.B

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