intensamente, sin lograr, salvo excepciones, el reconocimiento que merecen. De hecho, aun en los países más progresistas la remuneración de la mujer, por el mismo rendimiento, es más baja que la de los hombres.
A los hombres en su profesión se les incentiva, se les perdona los pequeños errores en posiciones bajas y los grandes errores en las altas. A las mujeres se les pone trabas en el camino, se espera que cometan errores y rara vez se las perdona. En la jerarquía de puestos van quedando atrás y tienen que luchar el doble si quieren alcanzar una posición importante. Las mujeres que a pesar de todo alcanzan sus metas se lo deben a una constelación de situaciones favorables y a una mayor capacidad en todo sentido. Hoy es muy popular poner un número significativo de mujeres en puestos políticos claves. Claro, los votos femeninos son también importantes y hay que ser equitativos en la repartición si se quiere representar un partido progresista. Así ellas han logrado demostrar que su capacidad no es menor que la de sus colegas varones.
Como Jefas de Estado, ellas lo hacen tan bien o mal como sus colegas masculinos. Tenemos los ejemplos de Catalina la Grande, Reinas Elizabeth I y II, Indira Gandhi, Golda Meir, Margaret Thatcher, Aung San Suu Kyi.
También brillan como compañeras de grandes hombres, complementando la tarea de estos, incluso alcanzando más popularidad que ellos, como Jacqueline Kennedy o Lady Diana. Ronald sin Nancy Reagan no habría sido presidente. Se sabe que detrás de cada hombre poderoso existe una mujer fuerte. En Alemania hay una canciller, y aunque ella no se veía ni carismática ni brillante, ningún hombre le hacía el peso. Hubo, en general, una especie de vacío de personalidades apropiadas. Luego aumentó su popularidad enormemente, pese a la difícil situación mundial actual y a que los problemas que se vienen arrastrando de años no tienen soluciones rápidas.
Me alegro mucho de tener a Michelle Bachelet en Chile y creo que ningún otro posible candidato lo hubiese hecho mejor. Los chilenos mostraron una claridad y amplitud de criterio enorme al elegirla presidenta de mi país. El mismo criterio que mostraron los norteamericanos al nombrar presidente al primer hombre de color. ¿Significa eso que tal vez estemos entrando a una etapa más sabia y humanitaria?
¿Son los hombres más ambiciosos, más capaces, más perseverantes o es la sociedad patriarcal la que impone las reglas del juego? ¿Se intenta mantener a la mujer en el hogar para que funcione la sociedad? Pero no hay vuelta atrás. En todo el mundo la natalidad ha disminuido en forma alarmante y se teme que a corto plazo la cantidad de ancianos supere con creces la de jóvenes. ¿Se solucionaría ese problema si la mujer abandonara su trabajo para dedicarse al hogar? ¿O hay que crear nuevos conceptos para una nueva sociedad con iguales oportunidades de trabajo para todos, con facilidades de estudio, con guarderías infantiles, donde el dinero retorne a su papel de medio de adquisición y remuneración y no sea un valor de por sí, como lo es ahora?
Es perverso que una firma exitosa con millones de ganancias tenga que despedir gente para pagarles ese excedente a los accionistas y mantenerse fuerte dentro de la competencia en un mundo globalizado. El cesante no consume: millones de cesantes ponen en peligro el funcionamiento del sistema. ¿Es posible abandonar este camino inhumano y mejorar el estándar de vida de todos? ¿Tendremos finalmente una sociedad sana y justa, sin diferencias de raza, sexo y origen, o nos vamos a precipitar en el caos que ya se está viendo?
Una época de grandes crisis exige una mente amplia y valiente para afrontarlas. Esto afecta a toda la humanidad, hombres y mujeres de todas las razas y creencias religiosas. Siempre hemos sabido lo correcto, lo aprendimos hace mucho: Amor, Respeto y también Libertad, Igualdad y Fraternidad. El futuro necesita mujeres. Olviden sus prejuicios y reconozcan nuestra capacidad, fuerza, belleza, generosidad y sacrificio, sólo así tendremos un mundo mejor. Eso también lo sabemos. DdO