Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 47 - Año VII, Febrero y Marzo 2009
ANTONIO GIL
La leyenda, el mito, la tradición, la historia, ¿en qué se diferencian a la larga?, ¿cuál es su límite?, ¿qué demonios importan ya sus fronteras en esta orilla del tiempo? Bueno pues, esos decires vagos, señalan con insistencia que el Paso de las Pircas fue nada menos que el llamado «Paso del Fraile», tan profusamente utilizado por el guerrillero popular Manuel Rodríguez en sus muchas idas y venidas a través de la cordillera de los Andes, rumbo a Cuyo, vestido de mocho franciscano. Pero no fue el único. Hay informes epistolares que indican que el paso Piuquenes vio pasar a otro
 
SAN GABRIEL, NOVIEMBRE 2008 - J.P.Y.B.
gran protagonista de la Independencia Americana: José de San Martín. después de las duras y heroicas acciones emprendidas en Chile y Perú. Serían estas sus últimas visiones de este intenso Continente suyo y nuestro con sus intensas montañas, las que se llevaría en la retina y quizá soñara con ellas muy lejos ya que de allí, una vez llegado a Buenos Aires emprendería su viaje al mundo de las nostalgias en su forzado exilio de Paris. Paseando por los bosques de Bolonia recordaría el prócer nuestros ásperos cerros, las cascadas, los cabreríos, las vegas y el mate amargo gustado junto al fuego de yareta en compañía de los suyos.

Más rigurosa es sin duda la información historiográfica que afirma que estos cajones cordilleranos, por esos mismos días, sirvieron para realizar una potente acción distractora a las fuerzas realistas. Un mínimo contingente del Ejército Libertador pasó a Chile ostentosamente por el Portillo de Piuquenes y lanzó una acción militar contra las fuerzas realistas apostadas en el por entonces importante poblado de San Gabriel, logrando una victoria abrumadora. Se trató de una más de las decenas de simulaciones imaginadas por ese estratega eximio que fuera San Martín. ¿Fue tras el triunfo patriota que alguien atisbó en el cerro la imagen alada y protectora del Arcángel Gabriel? Eso ya forma parte del misterio. De la insondable belleza del misterio que reina en estas serranías, y que no tiene propósito alguno exhumar del ayer. Dejémoslo pues, simplemente, en la vaporosa dimensión de aquello que se narra junto al fogón. Aquello que tanto puede ser como no serlo, y que enriquece el alma de estos cerros y quebradas a la hora en que el sol se pone y los espectros bienhechores del ayer se sientan junto a nosotros con su silenciosa plática que ruge como las llamas lamiendo la grisura de un tronco de espino, lenta y ceremoniosamente. Cuando las ánimas escuchan a los vivos sus largas cantigas, sus sueños, sus bromas y sus embustes. De todo aquello se acordaría San Martín caminando a orillas del Sena y Manuel Rodríguez al caer abatido en Til Til por el plomo de los traicioneros, fijos los ojos en las primeras estrellas que tiritan en el firmamento. DdO

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