Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 49 - Año VII, Invierno 2009
EVOCACIONES
GINO PALMA
EN LOS NÚMEROS 46 Y 47 DE DdO, GINO NOS HA CONTADO SOBRE LOS PROFESORES DE ESQUÍ EN LAGUNILLAS. AQUÍ NOS ENTREGA EL ÚLTIMO CAPÍTULO AL RESPECTO.

El año 1964 llegó a Chile, mejor dicho a Portillo, el gran Emile Allais, que había sido campeón de las dos disciplinas de la época, slalom y descenso, en los campeonatos mundiales de Chamonix en 1937 y había obtenido varias medallas en los Juegos Olímpicos. Estableció buenas relaciones comerciales con Enrique Planas, propietario de Casandina, casi la única tienda especialista en artículos de esquí. Muy pronto fue casi obligatorio el uso de esquís “Emile Allais” o” Val d’isere“. (Enrique era catalán, como muchos de los iniciadores del deporte en Chile.)

Emile había creado su propio sistema o “estilo”, que en lo básico establecía el esquí “paralelo”. Desde ese momento, la calidad de un esquiador se midió por lo cerradas que mantenía las colas de los esquís. Para ello, Emile Allais había introducido la fijación de “long lanier”, que amarraba todo el pie al esquí a partir del empeine, con lo que el peso del esquiador se desplazaba desde el pie mismo al centro de la espátula del esquí, alivianando las colas, lo que hacía más fácil el giro. La posición típica del estilo francés es la de una
 
UN JOVENCITO EMILE ALLAIS, SEGURAMENTE CUANDO GANÓ EL DOBLE CAMPEONATO EN CHAMONIX (1937). AÚN NO HABÍA INTRODUCIDO LAS FIJACIONES “LONG LANIER” Y USA TENSORES DE RESORTE.
persona normalmente sentada pero inclinada hacia delante.

El giro se efectuaba con rotación de hombros, que el resto del cuerpo debía seguir. El estilo no dejaba de tener su elegancia, pero muy pronto fue desplazado por el que impuso el gran campeón austriaco, Tony Sailer, y por la aparición de los zapatos en plástico y las fijaciones automáticas, que eliminaron para siempre la gabela de amarrar las famosas “long lanier” (55 años después, aún conservo las cicatrices que dejaron en mis muñecas las famosas correas).

La fiebre del estilo Allais dominó las canchas chilenas: André Bossonay y René Rionda en Farellones y el mismo Emile y sus ayudantes (incluido el negro Herrera) en Portillo. Lagunillas no se iba a quedar atrás. La gente del Sport Francés contrató a un profesor que resultó no ser francés, sino suizofrancés: André Thevenoz, que llegó a Lagunillas acompañado de su mujer, una rubia espectacular que nos puso turnios a todos. Cuando los franceses -movidos por un celo pacato increíble- se enteraron de que no eran casados, los pusieron de patitas en la calle, mejor dicho, en la nieve, y la pareja se refugió en el Andino para regocijo de esquiadores y admiradores de la belleza femenina.

Al poco tiempo, nuestro feo pero querido refugio se incendió. No sé en qué habrán parado André y su rubia. DdO

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