Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 49 - Año VII, Invierno 2009
TREN: PATRIMONIO CAJONINO
VERDADERA FIESTA POPULAR

con aires de antaño….

El 31 de mayo -ocasión en que se celebró el Día del Patrimonio en Chile entero- se produjo espontáneamente, como por arte de magia, una verdadera fiesta popular en la ex estación del ferrocarril en el pueblito El Melocotón, Cajón del Maipo. Mientras en otras partes de la región y especialmente en Santiago los visitantes acudían a los lugares de valor patrimonial y a los edificios históricos abiertos al entusiasmo y al interés cultural del pueblo de a pie, en esta humilde estación ferroviaria se dieron cita inédita alrededor de un millar de almas en busca de satisfacer su sana curiosidad o dispuestas a entregar su solidaridad con un proyecto que se las ha jugado por recuperar en parte aquel ferrocarril que tantas historias protagonizó y tantos ensueños produce hoy en las personas que, en esta vida cada vez más frenética, aún saben soñar.

La mejor evidencia de éxito y respaldo que una iniciativa puede recibir es el reconocimiento espontáneo por parte de la gente común y
 
corriente -el pueblo y de la gente con poder de decisiones oficiales -las autoridades-. Este reconocimiento quedó en evidencia ese día. Los padres de familia se volvieron expertos por un momento para explicar a sus niños -que correteaban dichosos alrededor de los viejos carros y locomotoras- algunos conceptos ferroviarios y también el significado de la palabra “nostalgia”, que no siempre, pero sí a veces, está muy ligada al concepto de “lucidez”. Por ejemplo, esa luz que se adivinaba en los ojos de los más viejos paseándose por la estación, serenos e imperturbables, mirando el intrépido trencito que renace de las ruinas gracias a los sueños de unos hombres atrevidos…

Hubo un poeta que escribió sus versos allí mismo (ver recuadro «Hoy», abajo); hubo quien entonó el himno de los ferrocarrileros a capela mientras visitaba el carro fielmente restaurado -no “enchulado”, como algunos dicen-; hubo un organillero que recreó los tiempos felices en que las personas eran las dueñas de las calles -no los vehículos motorizados-; hubo mujeres que agotaron sus saladas o dulces artes culinarias en los paladares del pueblo; hubo la posibilidad de adquirir recuerdos y diferentes tipos de registros de la acción del Proyecto Ave Fénix -por ejemplo videos y revistas-; hubo cine gratuito, hubo visitas de autoridades municipales actuales y pasadas, y también hubo un despistado que entusiastamente preguntaba dónde podía comprar pasajes -para él y su familia- para ir a pasear en tren al tirante mi comandante...

Pero quizás su despiste no era tanto, pues hacia allá parece que se encaminan las cosas. El horizonte se abre mágicamente, como si el cielo estuviera con este proyecto. ¿De dónde llegan esas fuerzas? Parece que de la mística, de las ganas de hacer las cosas y -como dice la canción- del pensamiento mismo: “A los árboles altos / los mueve el viento / y a los enamorados / el pensamiento…”

Sí, se trata de los enamorados del tren. El amor es, sin duda, la fuerza más vertiginosa, la única capaz de concretar sueños. Si no lo cree, pregúntele a cada uno de esos mil y tantos visitantes que estuvieron en esa estación protagonizando una verdadera fiesta popular con aires de antaño, cuando las personas de carne y hueso eran el amo y señor de las calles -sus calles-, esas calles que hoy protagonizan más accidentes que buen vivir, más enfrentamientos que convivencia, más histeria que paz, la paz que, por ejemplo, gozaba la campesina que en su descanso se sentaba a la puerta de su rancho para ver pasar el tren de las montañas por unos rieles de acero que la sedujeron desde la infancia…

Redacción. DdO


«HOY»

Hoy treinta y uno de mayo
del dos mil nueve estamos
gozándonos gratamente
en la estación del soñar
El Melocotón donde vamos
mirando correr los sueños
del Lucho y su gran encanto
que es aquí el Ave Fénix
que veremos caminando
para alegráa del Lucho
y de su equipo solidario
que con tezón y cariño
van moviendo los carros
de la ensoñación que llevamos
los que fuimos pasajeros
de paseos al Manzano
saliendo del Melocotón
por la mañana temprano
llevados por la Panchita
y esos bonitos carros
que de Puente Alto venían
orillando el Cajón del Maipo
por esa angosta trocha
que aún muchos recordamos.
 
DON ERASMO DOMÍNGUEZ, SALMISTA PUENTEALTINO, CLUB DE LA TERCERA EDAD «RECUERDOS DE ANTAÑO».
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