extranjeros, pero referidas a los acontecimientos políticos de los años setenta. La recuperación de la memoria histórica del cine chileno incluyó la exhibición en nuestro país del denominado cine del exilio. Películas de Claudio Sapiaín, Orlando Lübbert, Luis Vera, Sergio Bravo, Sebastián Alarcón y Sergio Castilla fueron exhibidas por primera vez en nuestro país, en un programa destinado a la recuperación de la memoria cinematográfica nacional.
Este aporte inédito fue logrando que paulatinamente el festival se instalara como un evento especializado y único en su género en Hispanoamérica. Curiosamente, el festival hizo un camino inverso a lo habitual. Partió sustentando su base financiera con la empresa privada y a poco andar logró obtener fondos concursables, primero del Fondart y luego del Fondo de Fomento Audiovisual del Consejo del Arte y la Industria Audiovisual creado por la nueva institucionalidad cultural. También el aporte del Gobierno Regional de Valparaíso se convirtió desde fines de los años noventa en un aliado estable, lo que ha permitido ampliar las exhibiciones a comunas como Casablanca. Los socios estratégicos del festival han sido el Goethe Institut de Santiago de Chile y el Duoc UC de Valparaíso -Viña del Mar, mientras que el domicilio jurídico ha sido la Corporación Cultural María Graham.
Hitos del festival han sido los simposios autorales que entre 1998 y 2004 fueron dedicados a directores clásicos y luego fueron seguidos por el módulo académico denominado Observatorio de Cine Chileno. Haciendo un seguimiento a la memoria del festival consignamos que a lo largo de una década hemos exhibido una completa retrospectiva del director chileno Patricio Guzmán como igualmente los documentales que el colectivo alemán Heynowski y Scheumann hizo de los acontecimientos políticos derivados del golpe militar de 1973, la serie televisiva Chile-Impresiones del español José María Berzosa y los filmes de ficción sobre Chile hechos por el director alemán Peter Lilienthal. Unido a esto hemos exhibido Viva Crucis, fragmentos de un largometraje inconcluso de Patricio Kaulen y dos largometrajes del director Sebastián Alarcón hechos en la ex Unión Soviética y que después pasaron a integrar el acervo de la Cineteca Nacional del Centro Cultural Palacio de La Moneda. Este archivo fílmico nacional se une a la Cineteca de la Universidad de Chile, la Fundación Chilena de las Imágenes en Movimiento y la Cinemateca del Pacífico como activos proveedores de materiales de colección.
El festival también se ha caracterizado por contribuir a la formación de audiencias, principalmente estudiantes universitarios y cinéfilos adultos, al rescatar obras pertenecientes a la memoria histórica del cine mundial. Cada película que se exhibe va acompañada por la correspondiente presentación. De igual manera, hemos pasado de la organización de los simposios autorales (desarrollados entre 1998 y 2004) a la creación del Observatorio del Cine Chileno, módulo de exhibiciones y paneles de análisis orientados a darle valor estético e histórico a obras cinematográficas marginadas de la tradición comercial. Este programa debutó el 2006 con una retrospectiva del director Cristián Sánchez, muestra que logró actualizar la filmografía desconocida del autor chileno. También en los últimos años el festival ha enfatizado el concepto técnico de restauración fílmica, trayendo a Chile a archivistas internacionales de primera línea, quienes han participado en la sección Joyas de Archivo Fílmico. Tratándose de piezas restauradas del período mudo, en muchos casos la exhibición ha sido acompañada de música en vivo.
En estos trece años hemos vivido la impresionante transformación del paisaje cinematográfico, cuyo impacto supera con creces al paso del mudo al sonoro. Por casi cincuenta años el cinematógrafo disfrutó del monopolio de la imagen en movimiento. La televisión abierta, por cable, satelital y digital, el video electrónico y luego el DVD, abrieron camino a la creación de un universo multimedial que a través de la cibernética ha convertido al cine hecho en celuloide en un auténtico dinosaurio. Ante la irrupción de las micropantallas de ordenador y celular, las antiguas salas de cine vislumbran su extinción. Los nuevos desafíos del Festival de Cine de Valparaíso tienen que ver con este nuevo mundo audiovisual. La tarea para los próximos años es ofrecer a un espectador agobiado por la marea de imágenes mediáticas un espacio para evocar la ritualidad clásica del cine primitivo. Lo que se traduce en una actitud vital cercana a la contemplación estética de las formas y figuras que se agitan en un encuadre. DdO