Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 50 - Año VIII, Primavera 2009
EN TORNO AL PRIMERO DE NOVIEMBRE
MÁS QUE LA MUERTE, LA SOLIDARIDAD
JOSÉ COLLAO RODRÍGUEZ
Así como hay situaciones que los humanos buscamos porque nos resultan placenteras y agradables, también las hay de aquellas en que el dolor y la pena pueden retorcer nuestro espíritu y hacer flaquear nuestras fuerzas físicas y espirituales. La partida de un ser querido es un drama que a todos nos ha correspondido vivir, sufrir y, por cierto, superar (la vida continúa). Ese designio que para nosotros es la “Voluntad de Dios”, para otros no es tal. Así como llegamos a esta tierra, así también debemos partir, con las manos vacías, dejando un maltrecho cuerpo, presa de la descomposición para posteriormente pasar a ser tierra, como lo ordena el designio
 
bíblico: “Polvo eres y polvo serás”. Pero, a nuestro juicio, no es tan así. Algo queda, al menos por un tiempo seremos recordados con afecto y cariño y seremos añorados por las cosas buenas que hicimos por los demás.

Me niego a aceptar que en mi vida sólo he sido una casualidad o capricho de la naturaleza; me niego a aceptar que sólo estuve aquí cumpliendo un rol en una cadena ecológica o una cadena de los alimentos o qué sé yo, algo sólo y meramente natural.

Algo o alguien estuvo detrás en este devenir. Llamémosle Dios, Creador, Gran Arquitecto, Yahvé o Jehová… A estas alturas, ¡qué importa el nombre! Lo que importa es que esa fuerza positiva, por cierto, domina con su aura especial los acontecimientos; y uno de ellos, personalísimo y único: nos ha dado a cada uno un rol en este espacio llamado Tierra. A mi juicio es una oportunidad hermosa, llena de audacia, del Creador.

Lo importante es saber y conocer o, mejor dicho, descubrir ese rol para el que hemos sido creados o para el que hemos nacido. Usted, yo, todos, tenemos un papel que jugar en el escenario terrestre. Busque, investigue, debe hacer un acto de reflexión serio. Quizás descubra que está jugando el partido equivocado, que está en un escenario en donde usted no tiene rol que representar. Pero busque, seguramente encontrará su vocación, su rol en la vida. A partir de ahí, recuérdelo, la felicidad se acercará a paso firme hacia usted y, cuando haya dolor, la fuerza y el convencimiento de estar en el lugar y el momento adecuados, la solvencia y la calidad para tomar las mejores decisiones, le permitirán hacer frente a lo que le ocurre.

Todo lo anterior es para dar una mirada a los acontecimientos tristes que se viven en el seno de nuestra y de toda comunidad y que dejan lecciones que debemos aprender: No somos dueños de la vida ni propia ni de los otros; el trabajo es un derecho al que debemos optar y si está en nuestras manos ayudar para que se concrete, es bueno ayudar, eso ennoblece el espíritu; brinda tu mano al que lo necesite, mejor aún si es de tu comunidad; la solidaridad y la misericordia son bienes inapreciables; y, finalmente, desea el bien y lucha por él. DdO

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