Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 59 - Año X, Verano 2012
TREN: PROYECTO AVE FÉNIX, ENTREVISTA
«...ESTE ES UN PROYECTO VIRTUOSO...»
MARTÍN MELLADO DÍAZ, DIRECTOR EJECUTIVO DEL PROYECTO AVE FÉNIX
(PARA LA RECUPERACIÓN DEL TRENCITO DEL CAJÓN DEL MAIPO), ENTREVISTADO POR CECILIA SANDANA G

C : Martín, ¿cómo comienza a involucrarse en el Proyecto Ave Fénix?

M : Lo primero es emocional. Tiene que ver con mi pasión por los trenes lo que me lleva a involucrarme. Un día, visitando a mi papá, que vive aquí frente a la subida a Lagunillas, mirando el cerro Licán, me mostró un artículo en la revista Dedal de Oro que hablaba de la recuperación de una locomotora color rojo, original del trencito. Muchas veces yo le había pedido a mi papá que me contara dónde estaba el trencito, que quería verlo para recordar aquellos viajes que alguna vez hicimos en una excursión, y él me decía mejor que ni lo veas, porque está botado y abandonado en un estado calamitoso; te vas a deprimir… Era el tiempo de cuando estaban todavía los coches botados en la estación de San José de Maipo. Entonces, cuando ese día veo el reportaje en el Dedal de Oro, con una foto de la máquina roja, fue impresionante, y le digo a mi papá, oye, ¿qué hacemos?, y él enseguida me responde, vamos a verlo al tiro…. Vinimos y no estaba Luis León, pero volvimos a la semana siguiente, el 22 de Mayo del año 2007. No me voy a olvidar nunca de esa fecha. Fue como una atracción a primera vista, donde se actúa motivado por el instinto. Después viene el cómo se empieza a juntar la parte emocional con la parte racional. Veo que aquí vale la pena hacer algo…., y en un tema que me gusta. Eso tuvo que ver también con Luis León, una persona con mucho empuje que me pareció franca y honesta, lo que ha confirmado ser durante todo este tiempo. Conocernos en esas circunstancias ha hecho que hoy nuestra relación camine por el plano de la lealtad y la amistad, las que se han ido cultivando paso a paso con el esfuerzo, con el trabajo, con el pensar, con el hacer, con el soñar. Es una amistad potente, que nace desde el trabajo, entonces es importante nuestra relación. Nos juntamos para trabajar en nuestros anhelos, invitando a todos aquellos que por sus propias motivaciones quieran sumarse. Esto no es en base a puras monedas, al contrario, nuestras motivaciones y recompensas, transitan por otras vías… de fierro…

C : Y el Proyecto atrae a otras personas…

M : Ayer, por ejemplo, estuvo aquí un jardín Infantil de un prestigioso colegio; más de ciento cincuenta niños, educadores y apoderados de la comuna de San Bernardo, y junto con ellos vino también su dueño, que es amigo mío. Este hombre está comenzando a interesarse por el Proyecto y nos ha prometido su apoyo, que estoy seguro se concretará. Entonces, ver a estos niños jugar, verlos andar en tren, siendo la primera vez para casi todos ellos... Juan Pablo, el Director Cultural del Proyecto, recogió varias impresiones de los niños, como que algunos pensaban que la locomotora empujaba el carro y después, al cambiar el sentido de la marcha, el carro empujaba a la locomotora. Los niños de ahora en Chile no están ambientados con los trenes, les cuesta mucho entender su lógica de movimiento, porque cuesta mucho ver un tren en movimiento…. Pero en la Estación El Melocotón, estos niños pudieron ver, andar y concebir lo que es un tren de una manera lúdica. Es la experiencia didáctica. Bueno, esto forma parte de la educación, sin que sea un propósito específico nuestro educar, es algo que aquí se da en forma espontánea… Se une lo ferroviario con la cultural, con lo educacional. Esto es fruto del esfuerzo que hemos puesto con Luis León, el Directorio del Proyecto Ave Fénix, y varios voluntarios. Eso le da sentido al Proyecto.

C : ¿Cómo ha sido la evolución del Proyecto Ave Fénix?

M : Pasado el primer encuentro, pasé de lo emocional a lo racional, reconociendo que aquí encontré lo que me gusta. Y encontré también gente idónea para trabajar, como Luis León y sus seguidores. Entonces dijimos, démosle a esto una estructura de Proyecto. Había ya un esbozo, definimos etapas y una misión, la cual es "la recuperación del tren patrimonial del Cajón del Maipo", y a eso debe apuntar todo. Esto nos permitió trabajar en forma clara para planificar las etapas que, originalmente, eran tres. Hoy agregamos una cuarta, porque el Proyecto evoluciona también, no son cosas rígidas. Se plantearon las cuatro directrices, que eran: lo ferroviario, lo patrimonial, lo cultural y lo turístico, y con ello pudimos empezar a trabajar en las etapas. La primera era poner en marcha el tren dentro de la estación, entonces ahí se cumplieron una serie de cosas. Primero, se recupera y rescata el material ferroviario que estaba botado en la estación de San José, en la plaza, y también material que estaba mejor resguardado, en el Estadio Militar, y todo eso fue posible traerlo acá con la acción de dos entes, la empresa TENSOCRET, que facilitó personal especializado y consiguió grúas, y con el apoyo logístico del Ejército, a través de sus camiones. Después, el Ejército también nos facilitó sus camiones para el traslado de los rieles desde Antofagasta, que nos donó el ferrocarril Antofagasta-Bolivia, FCAB. Estos rieles, que vinieron desde el desierto, tienen la misma edad que nuestro ferrocarril, son de 1906 a 1909. Los dieron de baja y a través de diferentes gestiones se pudieron conseguir. Junto con ello, Gonzalo Mardones, desde Yumbel, nos donó los durmientes. Entonces, los durmientes vinieron desde los bosques del sur y los rieles desde el desierto. El movimiento de tierras lo aportó el señor Ortiz y TENSOCRET dirigió todas las faenas con personal especializado. Los señores Oliva, Lamilla, Cubillos, todos del Cajón del Maipo, aportaron los áridos en diversas cantidades. Así, con esas donaciones y con nuestro trabajo, nosotros reconstruimos la línea, y así la Estación El Melocotón se transforma y renace como estación de trenes, porque cuando llegamos acá era un pequeño potrerito, y la reconstrucción de la vía férrea la recupera como un espacio ferroviario nuevamente. Ahora es ya una estación, los rieles los colocaron voluntarios amigos de Luis León que habían estado involucrados con el ferrocarril, por lo tanto conocían el oficio de colocar rieles. Este equipo lo encabezó Sergio Flores, que en el regimiento de ferrocarrileros de Puente Alto tenía el cargo de caminero mayor, tenía a cargo la mantención de toda la línea. Y estaba feliz, porque no sólo estamos rescatando objetos, sino rescatando oficios, entonces ellos se reencontraron en las labores que hicieron toda su vida. El poder rescatar personas y oficios es importante. Entonces, se cumplió el objetivo de hacer andar el trencito dentro de la estación, con la locomotora que echó a andar Luis León y con uno de los coches restaurados que rescatamos de San José de Maipo. Nos demoramos quince meses en su restauración, financiada casi por completo por TENSOCRET, y en el intertanto del rescate, el Consejo de Monumentos Nacionales declaró monumento a todo el material rodante. La primera etapa concluyó con el trencito en marcha dentro del recinto de la estación, dándonos la posibilidad para que en un viajecito de siete minutos podamos recrear con maniobras de patio, que ofrecemos al público, lo que era este trencito hace cuatro décadas. Es un hecho importante, por tanto, decirle a toda la comunidad, no solamente al Cajón del Maipo sino a todo el país, que estamos recuperando un ferrocarril que, de haber seguido funcionando, habría cumplido, en estos días, cien años de vida. Por tanto, es algo que vale la pena, algo que estuvo enraizado en esta comunidad. Es decirle a la comunidad que hay que pelear por lo de uno. Nosotros no sólo estamos recuperando un objeto, también brindamos a la comunidad entera la posibilidad de ser la beneficiaria de esta iniciativa. Es muy potente trabajar en este Proyecto.

C : Durante este trabajo, hay momentos de mayor evolución…

M : Como en todo acto humano, existen altibajos, pero tenemos un proyecto bien estructurado, y eso nos permite utilizar muy bien los recursos que paso a paso vamos consiguiendo, porque cuando son donaciones se depende de muchas cosas. Lo otro importante ha sido la colaboración de los voluntarios, que entregan su trabajo de distintas maneras. Por ejemplo, hay gente que viene a hacer aseo a la estación, o nos apoya con labores de construcción de la vía, o aportes voluntarios de profesionales, como arquitectura e ingeniería para la restauración de la Estación. Tenemos ahora aportes importantes de otra empresa, es decir, ya no va a estar sólo TENSOCRET, sino también Villalba Aceros. Ellos también tienen una vocación de colaboración con iniciativas culturales que han practicado desde sus inicios. Ambas tienen una convicción de que la cultura es algo que verdaderamente hace progresar a un país entero, y por ello, estas empresas se comprometen con iniciativas como éstas. Villalba Aceros ha comprometido los mayores aportes para la restauración de la Estación y la creación en ella de la Sala Cultural Fidel Sepúlveda Llanos.

PUEBLITO EN SUIZA, CAMINO A LOS ALPES
DIBUJO DE YAMILA RUBILAR S. (10),
5º BÁSICO, ESCUELA EL MELOCOTÓN, AÑO 2010


GALA EN EL GIMNASIO DE SAINTE CROIX. JUAN HACE SU PRESENTACIÓN
DIBUJO DE DIEGO MELLADO PEÑA (9),
3º BÁSICO, ESCUELA EL MELOCOTÓN, AÑO 2010


JUAN COMPARTE CON MÚSICOS DE NEPAL.
DIBUJO DE EDUARDO SOLÍS C. (10),
4º BÁSICO, ESCUELA EL MELOCOTÓN, AÑO 2010


EN UN RESTAURANT DE SAINTE CROIX, EN UNA CENA DE DESPEDIDA A LOS MÚSICOS DE NEPAL Y RUMANIA
DIBUJO DE DIEGO VALDÉS M. (11),
5º BÁSICO, ESCUELA EL MELOCOTÓN, AÑO 2010


EN UN RESTAURANT DE SAINTE CROIX, EN UNA CENA DE DESPEDIDA A LOS MÚSICOS DE NEPAL Y RUMANIA

C : Y mirando hacia el futuro, ¿cómo se ve el Ave Fénix?

M : Con mucha ilusión. A mí, como ingeniero, me ha tocado siempre planificar, pero ya sea en las cosas humanas o profesionales los planes se distorsionan, surgen imprevistos, por eso a mí me gusta más moverme a través de propósitos. Hay que tener un plan, obviamente, y en el caso nuestro es el Proyecto mismo, pero nosotros funcionamos de acuerdo a los recursos que se van obteniendo. Cuando hablo de esta gran ilusión, es eso. Nuestro propósito inmediato es la restauración arquitectónica de la estaciones El Melocotón y San Alfonso. Hemos logrado acordar vínculos de colaboración, en San Alfonso, con la familia Astorga, para que participen. Ellos lo hacen con fines turísticos. Para nosotros es muy bueno, porque esa parte ellos la hacen muy bien y tienen gran experiencia, la misma que nosotros tenemos en el plano ferroviario. Ellos se van a dedicar a la restauración de la estación y nosotros a recuperar el espacio ferroviario, entonces ambas cosas tienen que potenciarse recíprocamente, y eso es darle espacio a otras empresas de la zona.

C : Cuénteme sobre los premios obtenidos a través de Monumentos Nacionales.

M : Para TENSOCRET, y para mí en especial, fue una de las cosas más gratas que nos ha tocado vivir en nuestra vida empresarial, ser reconocidos por el Consejo de Monumentos Nacionales y obtener el Premio de Conservación, hace ya tres años, en las ruinas de Huanchaca en Antofagasta. Ser agasajados por el Ferrocarril Antofagasta a Bolivia… Tuve la ocasión de estar allí con Luis León, con mi papá, con mi señora. Siempre nosotros disfrutamos en familia, y no olvidemos que ese mismo año, mi hermano Claudio encabezó un proyecto de restauración que le devolvió el sonido a las campanas de los Carmelitas en Viña del Mar. Por todo aquello, fue muy importante el premio, y también un aliciente, porque son reconocimientos que no buscas, sino que encuentras.

C : ¿Quiere decirle algo a la gente, en general?

M : Que la invitación a participar está abierta. Pero, lamentablemente, vivimos en una sociedad desconfiada. Recuerdo haber leído un libro, hace muchos años, que se llama "La sociedad de la confianza", que exponía cómo aquellas sociedades en que apuestan a las relaciones de confianza, a la capacidad creadora, a la innovación y a la responsabilidad de los seres humanos, avanzan y se desarrollan mucho más que aquellas en que la desconfianza es lo que prima, liberando a hombres y mujeres de las "inevitabilidades" del destino natural. Desgraciadamente, eso pasa aquí en Chile, prima la desconfianza. Eso hace que, curiosamente, la gente también desconfíe en lo que nosotros estamos haciendo. Llevamos cinco años en esta labor de progreso, pero aún hay gente que tiene dudas. No son capaces de darse cuenta que aquí hay un círculo virtuoso. Justamente a eso debería apuntar nuestra acción futura, a que la comunidad se vaya dando cuenta de lo bueno y positivo que sería si el trencito volviera a funcionar por lo menos de aquí a San Alfonso, o hasta el Volcán, porque esto sería de tal atracción, que esto le brindaría beneficios a todo el Cajón del Maipo. Es cosa de ver al trencito solamente funcionando aquí dentro de la estación… ¡la emoción que produce! Aquí hemos tenido más de dos mil personas cada vez que se celebra el día del patrimonio cultural a fines de mayo. Cuando la comunidad se dé cuenta de que esto es beneficioso, vamos a poder llegar a San Alfonso y vamos a poder cruzar el túnel el Tinoco. En la vida yo prefiero confiar, si no, es imposible avanzar. Tampoco hay que entregarse en forma torpe. La confianza también tiene reglas, la confianza nace del mirarse a la cara. Esto de Internet, donde la gente no se conoce… Es distinto mirarse a los ojos, hay cosas que te hablan más allá. La intuición es algo que los seres humanos deberían usar con mayor frecuencia, algo que tiene que ver con la confianza. Tú intuyes que puedes confiar. Y dentro de esta confianza se enmarca mi relación con Luis León y los directores del Proyecto. Y aquí, en forma especial, quiero referirme a la señora Angélica, esposa de don Luis y su rol. Con qué amabilidad se prodiga por todos y por mí en especial, con esa pailita de huevos de su casa… a primera hora… Eso a ella la retrata, junto al apoyo que siempre brinda a su marido Luis León. Tiene la mejor voluntad para atendernos a todos. Nosotros nos hemos propuesto que cada persona que viene a trabajar, ya sea remunerado o voluntario, tenga ganado su almuerzo, como el punto de reunión de todos. Hemos sido visitados por muchas personas, y a la hora de almuerzo no se hace distinción. Eso nos da una mística. Y ese almuerzo lo prepara la señora Ánglica, siempre con cariño.

C : ¿Qué dificultad principal hay para llegar hasta San Alfonso?

M : Llegar a San Alfonso significa recuperar la faja-vía original del tren, es decir, lugares que hoy están ocupados. Si esa ocupación, hoy en día, es legal o ilegal, en eso no me voy a meter. Pero recuperar esa faja podría ser algo impopular si la gente no está convencida de lo que va a significar el tren directa o indirectamente para el Cajón del Maipo. Es algo que nosotros debemos trabajar. Por eso ahora nos hemos concentrado en este Centro Cultural, acá en la Estación del Melocotón, para que ojalá, antes de que llegue el invierno, tener la Sala Cultural funcionando y con la gente de todo el Cajón del Maipo participando en todas las actividades que pensamos realizar. Hay proyectos muy bonitos para presentar en la sala. Pero ojo, sin perder nunca de vista que ésta es una estación de trenes, y que podemos hacer todo, pero sin que pierda su identidad como tal y con el trencito funcionando.

C : ¿Algunas palabras finales?

M : Expresar que para mí esto ha sido de lo mejor que me ha ocurrido en la vida. Cuando apareció el trencito, era el momento en que tenía que aparecer. Las cosas suceden cuando tienen que suceder no más. Porque si mi padre, ante mi insistencia, me hubiese llevado a la Estación de San José de Maipo para mostrarme el tren quince años antes, yo no habría tenido ninguna posibilidad de reponerme a ese impacto. Sin embargo, el tren llegó en el momento preciso, cuando había posibilidades de dedicarle tiempo y recursos. El trabajo está marcado por las relaciones de conveniencia, pero aquí en el Ave Fénix trabajamos a escala humana, dándole espacio a las relaciones afectivas, disfrutando de cada paso que damos. Este es un Proyecto virtuoso, y eso promete un futuro y es lo que me hace feliz. Y, finalmente, algo anecdótico, significativo de acuerdo a antiguas leyendas ferroviarias, fue el conseguir semillas de dedal de oro y arrojarlas con el trencito en marcha desde la locomotora con la mano al viento de su maquinista para así sembrarlas en el espacio ferroviario de la Estación El Melocotón… y ya comenzaron tímidamente a florecer.

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