Revista Dedal de Oro N° 61
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 61 - Año X, Invierno 2012
CINE
"PERSONA", DE INGMAR BERGMAN
KERRY OÑATE NAVARRETE

REALIZACIÓN, PRODUCCIÓN, GUIÓN, ADAPTACIÓN Y DIÁLOGOS: INGMAR BERGMAN. INTÉRPRETES: BIBI ANDERSSON, LIV ULLMAN, MARGARETHA KROOK, GUNNAR BJÖRNSTRAND, JÜRGEN LINDSTROM.

En "Persona", Ingmar Bergman pone en relieve la toma de posición del artista en relación con su arte, el disgusto que le causa el hecho de vivir como un parásito de la realidad y sus dudas en cuanto a su aptitud para llegar a su público. El realizador revela una profunda desconfianza respecto a la palabra y la imagen. Pero esto no concierne solamente al artista: la proyección del filme tiene un propósito más bien universal. Acentúa despiadadamente nuestra soledad, nuestro aislamiento y nuestra incapacidad para entrar mutuamente en contacto. Se puede distinguir además la creencia en una fe, una misión que da un sentido a nuestra vida. Las interrogaciones bergmanianas prosiguen ahora en otra dirección: si tienen una razón de ser las terribles exigencias que nos fijamos en materia de sinceridad, o si podemos vivir verdaderamente sin la menor concesión a este tema, sin aceptar mentiras y malas excusas.

Nunca Bergman se había expresado con tanta simplicidad, tan clara y directamente. Él adopta una libertad total, se dirige directamente a la cámara, sin recurrir a las convenciones cinematográficas habituales. Bergman había amado siempre los primeros planos, pero acá va más lejos. Mezcla los personajes sin esperar que las personalidades se penetren la una en la otra. Por último, ya no son personajes sino estados de alma. El filme es una realidad y el juego que ejerce Liv Ullmann, y sobre todo el de Bibi Andersson, ya no es un juego. Los personajes viven.

Más allá de las claves sicoanalíticas, Bergman propone aquí una vez más, pero hasta las últimas consecuencias, el tema del doble, del intercambio o la transferencia de personalidad, sobre lo cual se ha hablado mucho y que aparecen acá como simples corolarios de ese vampirismo social que caracteriza el último período de Bergman, puesto que si el individuo aparece en sí o fuera de sí, doble, es porque socialmente lleva una máscara sobre su cara. Según Bergman, ése es el tema de Persona, las máscaras que usa la gente.

En la antigüedad romana, "persona" era una palabra latina que designaba las máscaras con que los autores ocultaban su rostro, término que con el tiempo sirvió para referirse al personaje mismo. En la obra de Bergman hay una insistente y obsesiva presencia de rostros que aparecen arrancados del tiempo y el olvido, tal vez con la intención de hacerlos surgir de la oscuridad para obligarlos a decir sus secretos. En "Noches de circo",
el rostro maquillado y patético, fantasmal y doliente, del payaso, testigo mudo del drama de los otros y del suyo propio, constituye el testimonio de su humillación y sufrimiento. En "El séptimo sello", el rostro pálido e impenetrable de la Muerte acecha implacablemente a los personajes en su viaje desde el fondo de la noche hacia la verdad final. En "Persona" se asiste a una confrontación entre dos rostros, una especie de diálogo entre una voz y un silencio. Dos personas con una realidad o un espíritu diferentes, o bien, dos seres fusionados en uno mismo.

Desde el punto de vista de la forma, "Persona" implica una renovación de Bergman en esa época. Parece que el realizador se desembarazó de la elegancia de expresión que confería a sus reacciones más violentas un cuadro e equilibrio estético y de autodisciplina. De hecho, fue éste su filme más experimental en que las pasiones siguen libremente su curso. Su riqueza no le hace perder, no obstante, el punto de vista que se ha propuesto. El resultado es impresionante. Desde todo punto de vista, hay aquí una aproximación al cine de Antonioni, contra el error de aquellos que han creído que el autor de "La aventura", "La noche" y "El eclipse" es prisionero de una visión puramente subjetiva y únicamente individualista de los problemas que aquejan al hombre de nuestra época. Mediante la excepcional aventura de dos mujeres al borde de la alienación casi patológica, Bergman propuso aquí una reflexión profunda y lúcida sobre las angustias del mundo contemporáneo.

Con raras excepciones, para Bergman el cine no ha consistido en jugar con imágenes, sino que en una forma de plantear, con la seguridad y profundidad de una prédica, una especie de confesión. Como Tolstoi, Bergman se ha interrogado sobre el sentido del arte, sobre sus designios y sus posibilidades de dar satisfacción al hombre por un tiempo; él ha llegado a plantear más interrogaciones metafísicas que nadie, sobre todo acerca de la existencia de Dios o de una autoridad suprema sancionadora y absolvente. También ha dicho que el hombre moderno ha sido incapaz de resolver el simple problema de la coexistencia con sus semejantes. Es posible que en un porvenir más feliz, los problemas tratados por Bergman sean considerados sin importancia, pero nadie podrá dejar de reconocer que su obra simboliza una época...

Viña del Mar, septiembre de 2005.

 

Volver al artículo anterior. Ver Artículo Siguiente
Volver a Inicio
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.