Revista Dedal de Oro N° 62
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 62 - Año XI, Primavera 2012

HISTORIAS DE UN HUASO ARRIERO

CACERÍA DE PUMAS
VIEJO RECUERDO DE MI PUEBLO: HUMBERTO CALDERÓN FLORES
Ilustración de un Puma

En innumerables oportunidades me han preguntado qué recuerdo yo de mi pueblo, San José de Maipo, de mi niñez. Entonces brotan las remembranzas tratando de hilvanarse en el tiempo transcurrido, pero es muy probable que no tengan un tiempo cronológico. Igual tienen validez, porque son imágenes imborrables a pesar de la cantidad de años que han pasado. Las ideas llegan, huyen, se escabullen en torbellinos. ¿Por dónde comienzo? Lo haré por algo que me marcó por el miedo de niño.

En el sector de Los Rulos Moreninos, correspondiente a los faldeos de cerros que quedan detrás de la Cruz Roja por el Estero San José hacia adentro, hasta lo que es el nacimiento del Canal de la Palita, entraban a pastar en el invierno las yeguas, caballos, potros y potrillos de don Rosendo Moreno, manada formada por 100 o más animales. Debe haber sido en el invierno de 1936 o 1937, que llegó a invernar también allí una pareja de pumas con dos crías grandes (leones, como se les dice acá), los cuales encontraron en el lugar potrillos para alimentarse. Era un sitio que les daba buenas condiciones de guarida, pero, ¿cómo llegaron allí?

Se supo en San José el perjuicio que estos leones estaban haciendo en esos caballares. Los vecinos se alarmaron. Tenían temor por lo cerca que estaban del pueblo, podían bajar en las noches a comer carne fresca en alguno de los potreros de alrededor. En vista de aquello se organizó una masiva concurrencia para ir de cacería de los pumas. En esos años la caza no estaba tan reglamentada. Recuerdo que los participantes, entre ellos mi padre, salieron de amanecida y regresaron en la tarde en caravana por la Calle del Medio (hoy calle Comercio). Dieron una vuelta completa al pueblo portando las armas en la mano, con tres mulas de tiro llevando la carga: en cada una de ellas un puma sobre su lomo. El cuarto puma se escapó. La caravana llegó hasta los galpones Moreninos, que hoy corresponde a la manzana comprendida entre las calles Volcán, del Río, 3 y 4 Sur. Allí los dejaron para faenarlos. Al día subsiguiente, con asistencia de muchos vecinos que concurrieron a este extraño festín, se hizo un asado de los pumas, según me relató mi padre. En los años posteriores supe de otras jocosas anécdotas de aquel histórico asado. Yo recuerdo haber comido de esa carne, pues mi papá llevó un trozo a casa. Esta era muy blanquecina, firme pero no dura, de buen sabor, parecida a la carne de cerdo en su aspecto, según recuerdo.

Esta cacería produjo un hecho. Según relataba mi padre, yo quería acompañarlo a todos lados, pues me tenían caballo y montura. Si no lo hacía me aparecían lágrimas y gritos de decepción. Esa vez mi padre tuvo la ocurrencia de decirme: Hoy no te puedo llevar, vamos a cazar al león. Cuando mi padre relataba yo recordaba la impresión de aquella caravana con hombres armados pasando por las calles, ver la carga que llevaban… Eso me producía miedo y me quedaba en casa sin asomo de ganas de acompañarlo. Así pasó largo tiempo, que con los años sirvió para que yo fuera receptor de bromas al respecto.

Un hecho que me relataron y que fue motivo de risas, fue sobre un grupo grande de cazadores que iba subiendo por los costados de la quebrada Los Nogales. Con gritos y perros llegaron a un lugar con muchos arbustos tupidos y… de pronto la gran sorpresa: salió la manada de pumas en carrera vertiginosa y dando rugidos que asustaron y paralizaron a todos. El susto debe haber sido mayúsculo, produciendo tal efecto en varios cazadores, que ese punto de la quebrada quedó bautizado como "el rincón de los waters". ¿Por qué? Saque conclusiones.

Otro hecho que recordaban era sobre un peñasco alto rodeado en su base con matas de maqui. Encima de la piedra se encontraba un cazador con escopeta en la mano y abajo un puma dando vueltas entre las matas, por la base de la piedra. El hombre sobre la piedra daba vueltas al mismo tiempo que el puma, diciendo: Si se me tira lo mato. El puma huyó a otro lugar y él no hizo funcionar su escopeta por la impresión y el susto que en ese momento lo embargaban.

Volver al artículo anterior de Dedal De Oro Ver Artículo Siguiente
Volver al Índice de Dedal De Oro 62
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.