Cuando los antiguos pueblos beduinos, habitantes de los insolados desiertos de Arabia, se empeñaron sistemáticamente en crear un caballo con la vitalidad necesaria para resistir los interminables viajes por sus agrestes territorios, probablemente nunca imaginaron que ese vigor se expresaría adicionalmente en una belleza y una evanescencia capaz de dejarnos sin aliento, logrando lo que sería sin duda la raza de caballos más hermosos que existen sobre la Tierra. Cuenta la leyenda que Alá creó estos caballos con un puñado de viento del Sur. Con su alzada de entre 1,43 y 1,55 metros aproximadamente, remos largos, muslos fuertes, una masa muscular sin precedentes y un cuerpo compacto en el que se destaca un dorso discretamente cóncavo y una grupa larga y aplanada, coronado todo por una cabeza cuadrada, relativamente pequeña, una frente muy ancha. Sus ojos vivos y extraordinariamente expresivos denotan muy a las claras la gran inteligencia de este compañero de viaje que ha venido a alegrar la vida de todos los amantes de este noble animal, en el que predominan los pelajes alazanes, zainos y tordillos, presente hoy en todos los rincones del mundo.

CABALLOS ÁRABES EN CHILE

Se sabe que en el año 1865, la por entonces famosa Compañía de Circo Ecuestre de Sebastián vendió un bello potro árabe a un conocido agricultor chileno de esos años. Pese a que no existen registros escritos de este hecho, todas las descripciones con que se cuenta de ese animal no deja lugar a dudas de la pureza de sangre de ese árabe llamado El Blanco. Años más tarde, en 1872, un señor llamado Nathan Miers Cox importó un potro y dos yeguas directamente desde el reputado criadero del Rey de Würtemberg en Weil, Alemania. Este hecho marca el punto de partida genuino y documentado de la historia de la crianza de la raza berebere en Chile. El macho Aslam y las hembras Hazam y Randy, por expreso encargo del pionero Nathan Miers Cox, habrían sido adquiridos por el Barón Von Huegel. En el Volumen I del Stud Book de Chile de los Caballos de Carrera existe constancia de la llegada de estos ejemplares. Cabe señalar que el más famoso caballo de carrera de nuestra historia hípica, el ya mítico Old Boy, propiedad de don Ricardo Lyon y preparado en su stud Limited de Providencia (en donde hoy se encuentra el Colegio Mariano), hijo de Orán y Skylark, contaba con un cuantioso torrente de sangre árabe en su resistente e insuperada naturaleza, fruto esta, sin duda, de ese caudal de vieja sangre que le venía de sus antepasados procedentes de los vastos e insondables arenales del Medio Oriente.