Revista Dedal de Oro N° 64
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 64 - Año XI, Otoño 2013

LETRAS

TERESA
MARISOL LARENAS NAVARRETE
Teresa Wilms Montt.
FOTOGRAFÍA DE TERESA WILMS MONTT
COLOREADA POR MEMENTOMORI
WWW.ROMANTICASANTIAGUINA.BLOGSPOT.COM

Segunda hija de siete hermanas, perteneciente a una de las familias más reconocidas de Viña del Mar, los Wilms Montt. Recibió una educación acorde a las mujeres de su clase; idiomas, lecciones de música, todo a cargo de una maestra francesa. Desde pequeña supo de lujos, fiestas y viajes. De todo para el perfecto desarrollo de una frágil y virtuosa damita de comienzos del 1900.

Una mujer criada para brillar con esplendor en la sociedad de la época. Pero hay almas libres, almas que necesitan más para ser felices y brillar no solo por su elegancia, sino que también por la fuerza de su espíritu.

Una de esas almas es nuestra Teresa Wilms Montt. Poetisa y escritora chilena, olvidada en la memoria de nuestras letras. Oculta por ser distinta. Diferente a la mayoría de las jóvenes de esa época, que por afición o por exceso de tiempo libre, se dedicaban a escribir algunos versitos en cuadernos perfumados.

Desde pequeña, Teresa demostró gran carácter y energía, razón por la cual su padre solía llamarla mi Tereso. Alternaba las tediosas tardes de lecciones de francés con la escritura de poemas.

A los 17 años, contra la voluntad de su familia, se casa con el sobrino del Presidente Balmaceda, Gustavo Balmaceda, siendo este acto repudiado por su conservadora familia. Pronto nacen sus hijas, Elisa y Sylvia Luz. No transcurre mucho tiempo antes de que comiencen los problemas entre los esposos. El fuerte carácter de Teresa, sus ansias de aprender, sus ideas anarquistas y su cercanía a la masonería, en oposición a la afición de su esposo al alcohol y a las mujeres, llevaron a un quiebre definitivo. Un escándalo social para la época.

Gustavo Balmaceda y la familia Wilms Montt acuerdan enviar a la joven Teresa al encierro en el convento de la Preciosa Sangre en Santiago, lo que le significaría la perdida de la tuición de las dos pequeñas hijas.

Encerrar en un convento a las mujeres era la solución para la época. Presa en el convento, pasa las horas escribiendo su desgarrador diario de vida. Cae en depresión, pide ayuda a sus padres, ver a sus hijas… todo es en vano.

SOLEDAD, ENCIERRO, ORACIÓN… ESCAPE

Un año más tarde, ayudada por un joven Vicente Huidobro, logra escapar de su encierro, huyendo a Buenos Aires, Argentina. Ciudad cosmopolita donde se siente acogida y rodeada de iguales. Ya en la capital trasandina escribe para la revista Nosotros, haciéndose conocida y respetada en el círculo intelectual. Publica, en 1917, su primer cuento; Inquietudes sentimentales, con excelente acogida, como así también Los tres cantos.

Viaja a Estados Unidos después de un hecho que marca su vida: uno de sus enamorados se suicida frente a ella. Su objetivo era servir en la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial, pero es confundida con una espía alemana y es encerrada en el barco... logra salir airosa del impasse y decide viajar a España, buscando libertad y una sociedad que no se escandalice frente a una mujer como ella; hermosa, culta, extrovertida y sobre todas las cosas: libre.

Al parecer, sus mejores años los pasa en Europa, más específicamente en Madrid, España. Codeándose en fiestas y tertulias con escritores de la talla de Azorín y Ramón del Valle Inclán. Frecuenta diversos cafés intelectuales, deslumbrando con su personalidad, talento y belleza. Envuelta en ropa oscura, capas y chales dramáticos, esta chilena rubia, alta y de facciones hermosas, dejaba un séquito de seguidores por donde pasaba.

Por fin se siente valorada, admirada y querida entre sus iguales… pero Teresa, ¿eras realmente feliz sin tus hijas?... La desesperada respuesta a esta pregunta la hace lograr lo imposible… volver a reunirse con sus pequeñas e intentar recobrar un poco del tiempo perdido.

Los encuentros pronto llegan a su fin, dejando a Teresa sin fuerzas para escribir y para vivir. Lo que en nuestro actual 2013 sería solo una severa depresión tratada con medicamentos, es el escollo más grande que la autoexiliada poetisa no logra sortear.

Es el 24 de diciembre de 1921, Teresa, sola en Europa, toma una dosis letal del poderoso sedante Veronal, poniendo así fin a su vida. Como despedida, escribe:

Nada tengo, nada dejo, nada pido. Desnuda como nací me voy, tan ignorante de lo que en el mundo había. Sufrí y es el único bagaje que admite la barca que lleva al olvido.

Así se despide de este mundo nuestra Teresa Wilms Montt, dejando como legado literario: Con las manos juntas, Cuentos para hombres que son todavía niños, En la quietud del mármol, Anuarí, con prólogo de Ramón del Valle Inclán (1918).

Hermosa como llegó, se fue… inocente como llegó, se nos fue Teresa.

 
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