Revista Dedal de Oro N° 64
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 64 - Año XI, Otoño 2013

LINTERNA-TURA

EL VIENTO, MI PUEBLO... Y LAS NARANJAS
ALFREDO FARÍAS ÁLVAREZ
ALFREDO NACIÓ EN LA PUNTILLA DE PIRQUE EN 1949, EN UN HOGAR HUMILDE. HOY ES CONTADOR Y TIENE 4 HIJOS Y 6 NIETOS. HACE APROXIMADAMENTE 3 AÑOS COMENZÓ A ESCRIBIR POESÍA, Y DESDE ENTONCES SE VE FELIZMENTE ATRAPADO EN ESA ACTIVIDAD. ALGO DE SU OBRA PUEDE ENCONTRARSE EN CONPLUMAYPAPEL.COM Y MONOSILABO.COM. HA PUBLICADO EN DIARIOS Y REVISTAS Y TIENE YA TRES LIBROS DE POEMAS ESPERANDO UNA PUBLICACIÓN. LAS FOTOS DE ESTA PÁGINA SON HECHAS POR EL AUTOR.
Curva en el camino a Pirque.


Casona en Pirque.


Río en Pirque.


Camino a Pirque.


Naranjas y azahares - Fuente : Wikimedia Commons.
Viento Raco, cerros verdes, río, naranjas,
poblado rural de un solo camino,
La Puntilla de Pirque
al que se podía llegar fácil
pero del que no se volvía de igual manera.
Pueblo angosto, de una sola vía para llegar.
Pueblito apretado contra los cerros y
los barrancos que dominan el río.

El viento, mi infancia y las naranjas
quedaron con llave guardados
en mi cofre dorado de recuerdos
y con ellos se quedó mi niño
el que todos llevamos dentro.
Benditos recuerdos de infancia,
cómo olvidar esos cerros
y la fragancia de sus peumos.

Cuando niño, travieso no dormía
pensando travesuras del siguiente día,
temprano y en puntillas me levantaba
mis abuelos se hacían los dormidos.
Yo despertaba al gallo de mil colores
con una varilla por entre la malla de alambres
mientras el viento, mi amigo viento,
alborotaba los naranjos
y yo recogía las esferas doradas,
y el viento, también travieso, las aventaba
en mi cabeza o en mi espalda.

Pueblito de mi infancia feliz,
eras el punto de partida hacia San Juan,
cómo olvidarme del arroyo de los coipos,
crecí empecinado en atrapar sólo uno
de los últimos sobreviviente de la extinción.

Viento mío, viento de los pájaros,
que viniendo de los cerros bajando
planeaban en las arenas del río
a remojar gargantas para nuevos trinos.

Mi abuela, brujita buena y chiquita,
con su ciencia milenaria del santiguar
quitaba el mal de ojo y los empachos.
Toda mi infancia oyendo rezos en susurro.
Ahora aprendí a orar en vez de rezar.

Mi abuelo, reparador eterno
de todos los zapatos rotos del pueblo,
abuelo querido y siempre recordado,
con el corazón lleno de evocaciones,
te pienso con tu boca desdentada
y siempre llena de chinches y tachuelas
y con la pata de fierro entre tus rodillas.
¡Cómo recuerdo mis primeras ojotas
salidas de tus manos primorosas,
supieras lo orgulloso que me sentía!

El poblado de punta a punta recorría
volando con mis ojotitas de goma
detrás del aro y el garfio guiador,
todos decían ahí va el guaina Alfredo.

Mi corazón de niño enamorado
suspiró ilusionado por una bella niña.
Nadie, sólo el viento conoció su nombre,
ahora, emocionado lo largo en mi poema,
no sabes cómo te amé… Elia,
con mi amor de niño inocente,
¡hermana del gran Santos Rubio!

He recorrido muchos caminos
en mi cuerpo de pellejo de conejo,
con mi esqueleto de tronco de espino,
tripas de trapo y mis alas de bandurria,
conejo, espino y pájaro de tus cerros,
La Puntilla de mis amores.

Pero nunca te he abandonado
pueblito de cerro y río,
tú que atrapaste para siempre
a mi eterno niño dormido.

Viento Raco, yo siempre te evoco,
me recuerdo siempre me alzabas
en mil vuelos de pájaros…
…pájaros bailarines estáticos.

Desde mi infancia, pueblito mío,
que mi ser no te visita,
viviendo tan cerca de ti, al lado,
en el gran pueblo de las arañas.

Sólo me bastaría cruzar el río Maipo,
turbio remanso y encajonado límite,
por el viejo y largo puente colgante,
donde siempre se toman de la mano
las comunas de Puente Alto y Pirque
(y tú con el caserío de Casas Viejas)

No quisiera volver y quisiera.
Quisiera, para encontrar a mi niño
guardado
volver con las ansias de mis alas cansadas
a rescatar su alegría y su ternura toda.

Pero tengo miedo, mucho miedo
de que el progreso te haya mutado
de ver tu calle y tus casitas de adobe
todo recubierto de cemento y acero.

Hoy que han pasado los años… medio siglo,
tengo un temor atroz y tormentoso
de no encontrar los pájaros ni los naranjos,
la casa de mis abuelos ni el viento.

No quiero despertar a mi niño dormido,
tengo miedo de que al abrir sus ojos
se encuentre convertido en un viejo
de sesenta y tantos años,
que llega a morir a su pueblito.


(Epílogo… con rima)

Pueblito rural y precordillerano,
tú que fuiste mi vientre natal,
a ti quiero volver con afano
cuando me derribe la muerte fatal.

¡¡No hay cementerio en La Puntilla!!
No importa, háganlo como un tributo,
a mi pueblo yo regreso, ¡que maravilla!
para mi pueblito muero…¡yo lo debuto!
 
Volver al artículo anterior de Dedal De Oro Volver al Índice de Dedal De Oro
Volver al Índice de Dedal De Oro
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.