Revista Dedal de Oro N° 65
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 65 - Año XI, Invierno 2013

HISTORIAS DE UN PROFESOR, HUASO Y ARRIERO.

LA CALLE DEL MEDIO
HUMBERTO CALDERÓN FLORES
Antiquísima postal que muestra la Calle del Medio antes de su comienzo.
ANTIQUÍSIMA POSTAL QUE MUESTRA LA CALLE DEL MEDIO
DESDE ANTES DE SU COMIENZO, QUE SE ENCUENTRA EN
LA CAÑADA NORTE (ÁRBOLES ALTOS). DESDE ALLÍ, SE
EXTIENDE HACIA EL PUEBLO, HASTA LA CAÑADA SUR.
(IMAGEN CEDIDA POR NUESTRO AMIGO HUMBERTO ESPINOSA.)


La "Venus desnuda" de la Plaza. Al fondo, el restaurante Colo Colo.
LA "VENUS DESNUDA" DE LA PLAZA. AL FONDO, EL
RESTAURANTE COLO COLO. (ESTA FOTO, QUE FUE
TAPA DEL DEDAL DE ORO N° 48, FUE CEDIDA
POR NUESTRO AMIGO LUIS MARÍN.)



La micro de los Tufic (foto cedida por nuestro amigo Pedro Narváez).
LA MICRO DE LOS TUFIC
(FOTO CEDIDA POR NUESTRO AMIGO PEDRO NARVÁEZ).



Almacén de don Julio Campodónico. Allí está hoy el supermercado Abasto.
ALMACÉN DE DON JULIO CAMPODÓNICO, EN AQUELLOS
AÑOS. ALLÍ SE LEVANTA HOY EL SUPERMERCADO ABASTO
(FOTO CEDIDA POR NUESTRO AMIGO MARIO CAMPODÓNICO).
AL LADO ESTABA (Y ESTÁ AÚN) LA PANADERÍA LA PERLA.
AMBOS ESTABLECIMIENTOS PARTICIPAN HOY EN
DEDAL DE ORO, APORTANDO AL DESARROLLO
DE NUESTRA CULTURA CAJONINA.

Al buscar en los recuerdos de la niñez, son muchos los que acuden en torbellino. He buscado hasta seleccionar uno que conocí desde que tuve conciencia y que llega con nostalgia: haber nacido en una casa ubicada en lo que es hoy la calle Comercio. Muchos recuerdos se pueden escapar, y por eso pido perdón a aquellos que deberían figurar en este relato y no están. Como dije una vez, la mente es frágil, y a veces también borrosa.

Bien, amigo lector, hoy trataré de recordar lo que fue la Calle del Medio, que pasó a llamarse Calle Comercio.

La Calle del Medio partía en la Cañada Norte y llegaba a la Cañada Sur, donde doblaba hacia la izquierda, pues al frente estaban los potreros de la familia Luque González, lo que hoy es la poblaciones CORVI, Algarrobo y Algarrobito. La calle tenía doble tránsito, era de tierra pedregosa y tenía acequias por ambos lados. Era una gran avenida de gruesos y añosos plátanos orientales, que eran podados todos los años, en el invierno, después de la caída de sus hojas. En los días sin lluvia, para evitar que se levantara polvo por el paso de los escasos vehículos que transitaban, era regada, en la mañana, de Cañada a Cañada por el lado oriente, y en la tarde por el lado poniente. Esto lo hacía Carmelo Cataco, con un arco con sacos que le permitía apozar agua, que lanzaba con un balde sobre la superficie de la calle, lavando algo la tierra y evitando que se levantara mucho polvo, como él decía. Al formarse hoyos, andaba un caminero con una carretilla con tierra para proceder a taparlos echando algunas paladas sobre ellos.

En esta Calle del Medio, por ser de doble tránsito, estaba ubicado todo el comercio del pueblo: almacenes, restaurantes, botillerías, panadería, botica (farmacia) y bombas de bencina, una COPEC, de las señoritas Quintana, en la esquina sur de la Plaza; y una ESSO, de don Julio Campodónico, en la esquina de la calle Dos Sur.

Los principales almacenes eran el de los De La Paz, en la Cañada Norte; el de don Ramón Gaete, en la esquina Tres Norte; el de Julio Campodónico, en la esquina Dos Sur y el de las Quintana, entre Uno y Dos Sur.

El principal restaurante era el Colo Colo, frente a la Plaza, primero de don Joaquín Lumbrera y posteriormente de don Carlos Basterretche, el Trompito; este lugar era paradero del viaje de la micro de los Tufic, que llegaba hasta El Volcán, y de los escasos otros vehículos. Otros restaurantes importantes eran el Maipo, el Walter y el Condorito.

En la esquina Cuatro Sur estaba el Hotel Playa, de don Segundo Segovia, y posteriormente de don Juan Darritchón.

La botillería y el Teatro Ideal eran de don Félix Martínez, casi al frente del almacén de los Campodónico. La botica, de don Pedro Sotomayor, estaba en la esquina Uno Sur, frente a la Plaza, donde hoy está la Corporación de Educación. Estaban la carnicería de las Quintana y don Adolfo Luque, cerca de la Plaza, y la chanchería y almacén de mis padres, entre Uno y Dos Sur. La panadería La Perla, de los hermanos Juan Y Mario Koler y posteriormente de los hermanos Heredia, estaba al lado del almacén de los Campodónico. La residencial Latorre estaba en la esquina Dos Sur y el gran hotel Francia, que ocupaba casi toda la cuadra de Uno Sur y Dos Sur, pasó a ser después el sanatorio Laennec.

En la década de 1940 los árboles fueron sacados. A pala y picota se hizo una profunda zanja para instalar el alcantarillado del pueblo. Hasta entonces las aguas servidas eran recibidas por acequias que corrían a tajo abierto por el fondo de los sitios. Sobre ellas se instalaban letrinas con un cajón. Una vez finalizada la instalación del alcantarillado con el arranque para cada casa, se procedió a pavimentar la Calle del Medio. Para que fraguara el concreto debía estar quince días cubierto de agua, por lo que se hicieron cuadrados de 2,5 por 2,5 metros, con tierra, que se llenaban de agua.

Recuerdo a dos amigos que con bastantes grados etílicos de más se pusieron a pelear, pero casi no se tocaban y caían al agua. Se juntaron varios mirones a gozar de aquella riña. Todos mojados y embarrados, uno le dice al otro: "Somos amigos, h....., pa'qué estamos peliando". Entonces pararon la pelea, pero luego uno mira a los lados y dice: "Hay público, h....., sigamos peliando". Y se lanzaron otros manotazos en medio de las carcajadas de quienes los observábamos. Después, partieron abrazados. No doy los nombres de ellos porque hay parientes cercanos aún.

En la Plaza, sobre un alto pedestal de concreto, se instaló un día una escultura de Venus, desnuda, construida en material de color blanco. A algún ciudadano no le pareció bien y otro día amaneció pintada con sostén y calzón en pintura negra… ¿Quién fue? No se sabe, pero decían que dicha escultura no debía estar cerca de la iglesia…

En cierta oportunidad, un vecino muy bien vestido de huaso pero en estado etílico, montando una yegua negra iba pasando frente a Laennec, donde estaban algunas personas en la puerta. Y le dicen "huaso curao", y el jinete vuelve su cabalgadura enojado y entra al hall de Laennec. En las baldosas brillantes el animal cayó con su jinete, el cual fue sacado arrastrando, lo mismo que el animal, que no se podía parar en las baldosas resbalosas.

Suficiente, pero hay otras…

Los jardines de la Plaza y ambas cañadas eran mantenidos por los municipales Basualdo y don Claudio Acevedo, que los tenían siempre muy bien cuidados, con hermosas flores, molduras podadas, pasto cortado, aseado. Todo un ejemplo. El aseo de la Plaza y de las calles también lo hacían funcionarios municipales, ocupando para este menester escobas hechas con ramas de espino, que ellos mismos se fabricaban, con el tamaño que cada uno necesitaba. Con estas escobas de espino se llevaban papeles, hojas de árboles y otras basuras sin levantar tierra.

La basura de los domicilios, como la del barrido de calles, se recogía en un carretón tirado por un caballo que sabía muy bien su trabajo, pues se paraba junto al montón de basura que tenía que recoger el que lo manejaba, lo que hacía con una pala hechiza de lata muy ancha y un corto mango de madera. El caballo también se paraba junto a los tarros o cajones con basura que sacaban de las casas.

La mayoría de las casas del lado poniente tenían en su patio interior un huerto con verduras que se regaba con un tubo que salía de la acequia hacia el interior. La Plaza se regaba con agua que bajaba por una cañería desde la Canchilla, parte alta del pueblo. Esa agua venía del estero San José.

Es importante destacar algunos otros puntos importantes de esta Calle del Medio, como el pan amasado de don Juan Ramírez y el zapatero remendón don Armando Tapia, conocido como "el cara 'e mama".

El Sanatorio de Niños Jaime Pinto Riesco era atendido por las monjas de la congregación Hermanas de San José Protector de la Infancia y comprendía la manzana entre las calles Uno Norte, Dos Norte, Calle del Cerro y Calle del Medio. Hoy es el Hospital de San José de Maipo. En este hospital de niños trabajó en calidad de enfermera la distinguida y querida señora Martita Ríos, quien después pasó a la Casa de Socorro, al actual hospital y a la Posta de Las Vertientes, donde siempre ha dejado los más gratos recuerdos por sus grandes condiciones profesionales y humanas. Que ella reciba nuestro más sentido saludo de cariño, respeto y admiración por todo lo entregado en sus largos años al servicio de la salud comunal.

Y para terminar, algo curioso: en este hospital había tres enfermeras de nombre Marta: Marta Ríos, Marta Godoy y Marta Zenteno.

 
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